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Entré a casa bajando un poco mi vestido, todo estaba en silencio. Cerré la puerta y entré al salón. Dejé el bolso y la chaqueta y entré a mi cuarto. Me quité el vestido y me tire a la cama. No me dio tiempo a taparme con las sabanas cuando la puerta se abrió. Gire mi cabeza con las pocas fuerzas que me quedaban y observé como mi ahora hermano me examinaba.

-Miguel?

-Que pasa reina? que tal la fiesta? - Sonreí sin ser consciente aún de que no llevaba mas que la ropa interior

-Bien, algo cansada- dije girandome y quedando boca acabajo

-No, si bien estas, ya lo veo- se sentó en el filo de la cama y posó su mano en uno de mis muslos- mejor metete dentro, que te vas a resfriar, y ponte un pijama anda.

Me sentó al borde de la cama y se quitó la camiseta. Bajo las tiras de mi sujetador y me lo quitó. Levanté los brazos como una niña pequeña y el me puso la camiseta que llegaba por encima de mis rodillas. Bajo sus manos bajo mi atenta mirada hasta mis caderas y con una de ellas comenzó a tocarme por encima de la tela. Yo solté un pequeño gemido ahogado fruto del alcohol y de que no sabia bien que estaba pasando. El retiró su mano cuando unos golpecitos se escucharon en la puerta y el me metió muy rápido en la cama y me tapó.

-Se puede carño?- dijo mi madre entrando

El hizo un pequeño gesto de silencio. 

-Se acaba de dormir. Llegó un poco mal y la acompañé hasta su habitación

-Muchas gracias a los dos por cuidarla, ayer me estuvo hablando de los amables que habéis sido con ella estas semanas


MariachiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora