Me encantan las noches lluviosas y frescas, sumidas en un completo silencio que me hace querer permanecer despierta, escribiendo hasta el descubrir de un nuevo día con toque gris y ambiente húmedo.
Todavía puedo recordar la otra noche, esa en la cual mi novio fue visitante de mis sábanas una vez más, aunque ahora solo puedo sentir su ausencia y el deseo de su buena alma que parece no irse, impregnando su hermosa esencia en este limitado espacio.
Para aclarar, entre nosotros no ha pasado nada malo, el caso es que me encuentro en una rara situación emocional que no me permite conciliar el sueño y tortura a mi mente, machacando todas mis esperanzas y quemándolas hasta ser apenas cenizas.
Aborrezco esto, odio a esa inestabilidad que surge de forma repentina.
Me agobia pensar que la adultez sea tan pesada y que todavía no he logrado mucho en mi vida. Todo pareciera ser una estúpida competencia, creada por las mentes más sádicas para torturar jóvenes almas que, de por sí, ya andan sumidas en bastantes problemas tratando de hallarse a sí mismas, intentando decidir qué hacer con sus vidas a tan corta edad o dejándose caer...
Mis padres nunca se enorgullecen por mis logros o, si es que lo hacen, no lo demuestran. Tampoco apoyan mis ideas y en cambio desean que yo siga las suyas al pie de la letra, sin consultar si eso es lo que deseo para mi futuro. Soy la única hija que tienen y esperan lo mejor de mí, pero consiguen frustrarme aún peor.
He dejado de estudiar para ingresar a la universidad, porque al menos por ahora quiero estar escribiendo y escuchando a mi propia voz interna, solo así podré saber qué diablos quiero hacer en mi estúpida vida. Y acá estoy, frustrándome en el suelo frío de mi pieza.
El miedo al fracaso crece cada vez más, se hace grande y al cabo de largas horas va disminuyendo, cuando me siento muy cansada hasta para pensar en ello.
Yo y mi enamorado siempre nos entendemos el uno al otro, ambos luchamos contra esta loca y sofocante realidad en la cual somos partícipes. Solemos contarnos nuestras miserias para desahogar eso que nos hace mal y poder avanzar juntos; sostenernos el uno al otro nos ayudó en tiempos difíciles y nos sigue ayudando, esto sí es lindo, es mutuo.
La otra noche, después de hacer el amor, me abrazó y pude sentir como si estuviera en el lugar más seguro del mundo. Olía su perfume y así me quedé dormida, despertando a la mañana siguiente junto al calor de su piel desnuda.
El ambiente pesado en esta madrugada parece despejarse más y, sin darme cuenta, cierro mis párpados para dormir en medio de todo lo abrumador que existe en mi cabeza.
El cansancio extremo es lo único que puede hacerme dormir en noches de agobio, a pesar de saber que en la mañana me sentiré adsorbida por todas mis malditas preocupaciones, mismas que no tienen ningún sentido ante los ojos de los demás. ¿Por qué la gente opaca lo que le ocurre a otro?, ¿para qué sirve eso de menospreciar lo que otra persona siente? Llego a la conclusión de que jamás lo entenderé ni estaré cerca de entenderlo. Soy una persona reservada y lo poco que he contado, siempre me lo pisotean con sus propios problemas personales.
He tenido pesadillas en las cuales fracaso en la vida y termino arrojándome de un puente, mas acabo arrepentida al último momento y con un susto despierto siempre, herida por mi realidad y cubierta de un asqueroso sudor.
Al levantar mis párpados, veo el sol de un hermoso día posarse por mi ventana. Suelo despertar asustada para luego dejar fluir lágrimas que ni siquiera sé de dónde han venido.
Aún no me he puesto de pie y ya estoy cansada. No sé si me encuentro mejor que ayer, pero apuesto a lo contrario.
No digo que todo en mi vida sea malo, hay muchas cosas buenas, no obstante, a veces tiene más peso lo negativo y es tan absorbente que hace daño. Nunca voy a opacar lo que a otro le pasa, cada uno posee su propia batalla interior.
De repente, no deseo lidiar con el salvaje mundo que existe allá afuera. Trato de convencerme de que mis tristezas estarán escondidas al menos por unas horas, y estaré bien a pesar de cada cosa horrible que pueda suceder. Me levanto de la cama, mi cuerpo duele a causa del poco descanso y del maltrato al cual me estuve sometiendo por culpa del desastre existente en mi cabeza. Sé que podré sobrevivir un día más, lo he hecho otras mil veces y puedo lograrlo de nuevo, la pregunta es... ¿hasta cuándo?
De este modo inicio el día, uno en el cual siempre responderé con un “Estoy bien” a cualquier pregunta referente a mi estado anímico, pero sin dudas mi respuesta favorita es “Me siento bien”, porque son palabras que arden en mi interior y resultan amargas.
A una única persona le cuento lo que en verdad me pasa y es a mi novio, ambos hacemos eso para ayudarnos y así fortalecemos la relación. Al fin y al cabo somos almas rotas que comprenden el dolor del otro; buscamos avanzar en medio de las situaciones más difíciles y... aceptamos que rendirse no es una opción viable.
Ya hemos hablado sobre recibir ayuda psicológica, es una buena idea.
Mirándome al espejo de mi ropero puedo observar lo hecho mierda que me encuentro en esta puñetera mañana. Sonrío para intentar borrar la pesadez de mi rostro, antes de salir al mundo de afuera y pretender que estoy de maravilla.
Hay días en los cuales la alegría se hace presente, sin embargo, este no es uno de ellos y está bien, lo acepto. La vida está cargada de diversas emociones y sentimientos; la tristeza es igual de válida que la alegría, pero muchas personas tachan de malo a eso que nos completa y nos hace ser propios. No obstante, nacimos para sobrevivir, no para ser felices como nos hacen creer.
Fin.
ESTÁS LEYENDO
Me siento bien [Relato]
Short StoryEsta es una historia sobre las angustias de un alma joven, misma que busca estar bien a pesar de todo lo malo que le carcome por dentro. "Llega el amanecer y la tormenta ha pasado, dejando a mis demonios guardados en la oscuridad de mis angustias. D...