Capítulo 1: Un enemigo peludo
Era un día algo inusual, me levanté de mi cama toda tambaleante pensando que este día no podría ser peor que ayer. Rápidamente fui por mis pantuflas y baje a desayunar. Otto, mi esposo, estaba esperándome ya teniendo listo el desayuno; era unos huevos con forma de perro y un jugo de naranja con sorbetes en forma de la cara de un perro. A él le fascinaban los perros, pero a mí no.
Vivíamos solo los dos sin ninguna compañía puesto que nos queríamos, o al menos él a mi, la cantidad de dinero de Otto me llamó la atención y me acerqué a él por eso. Ahora él me quiere más que nada del mundo, eso parecía.
Mientras yo le ponía sal a mi huevo él dijo algo murmurando –Amor, tengo algo que contarte..- Yo sabía que no había nada de qué preocuparse, todos los días me dice eso así que solo lo ignoré.
Al terminar el desayuno no dije nada ni miré a Otto cuando me retiraba, estaba a punto de recoger mis pantuflas, porque me gusta comer descalza en el suelo más limpio del mundo, pero de repente escuché algo extraño.
-Otto que es ese sonido- Pregunté- A lo que este ya no me respondió. Él siempre es así, tiene cabello negro, ojos celestes y esa mirada es tan perturbadora que parece emo. Su barbilla es redonda y es muy reservado en su trabajo o con cualquiera que hable, a excepción de mí por supuesto. Además es demasiado el afecto que tiene por mí, incluso dejó su trabajo la semana pasada para pasar toda la vida conmigo, está demente pero lo que me agrada del sujeto es que siempre me dice sus más oscuros secretos aunque son bien bobos.
Me llevó por sorpresa que el sonido provenía de nuestra piscina número diez la que está en el techo de el departamento -Puedo explicarlo corazón..- Susurró Otto- Yo seguía ignorando cada palabra de este debido a que el sonido se hacía más fuerte cada vez que estaba a punto de descubrir ese chillido.
Llegamos al último piso -Otto abre el armario en este instante..- Hablé con firmeza pero me dijo que lo haga yo porque era una sorpresa. Ya tenía mis sospechas de lo que era pero no podía aceptarlo. En el armario me encontré con una caja con orificios para respirar -Era una mascota definitivamente- pensé.
Pasaron cinco minutos y todavía tenía la caja en las manos, se movía constantemente. Finalmente decidí abrirla y me llevé un susto... ¡UN BENDITO PERRO!
-¿ Por qué carajo tienes un perro escondido en el único lugar de la casa al cual no vamos y encerrado en una caja? - Le grité furiosamente. Él seguía enfadado ya que lo ignoré todo el desayuno, sentí que mi pregunta fue algo innecesaria debido a que él ama los perros... no puede pasar ningún día sin comentar de las cosas de 4 patas. Vamos a almorzar ¡Perros!, viajamos a Dubái ¡Perros!, Digo, hola. ¡Perros!
Como nunca contestó fui a mi habitación con la bola de pelos, odiaba su aspecto. No tenía idea de que raza era pero tampoco quería averiguarlo. Tenía las orejas cortas de color marrón, ojos azules pero virolos y hasta una mancha en su lomo que me hizo recordar a un peluche de mi infancia. Solo con ver su mirada ya lo odiaba... esa sonrisa malévola es tan horrible, aparte del peluche ¡me recuerda al inútil de Otto! son idénticos.
Pasé una hora mirando a ese animal, tenía que hacer algo con él de un modo u otro pero tampoco para matarlo, el perro tenía que sufrir porque quiero y no me gustan los intrusos en mi mansión. Otto lo entenderá, siempre me dice que sí.
–¿Qué haré con Otto?- Me pregunté pero no fue tan difícil responder mi pregunta, tan solo se tiene que decir una pequeña mentira.
Mañana por la noche es el momento perfecto para realizar un plan.
–Siento que me estoy esforzando demasiado para botar a un solo perro- Pensé, pero al final será divertido ver su sufrimiento.