#63

29 2 0
                                    

La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonia que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendi que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.

Jorge Luis Borges y sus frasesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora