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Un lugar muy conocido de comida rápida en Japón pero el paraíso para Satoru Gojo, Seven7 ¿Es que acaso ese maldito lugar realmente atendía las 24 horas de todos los putos días del año?, joder y yo me quejo de mi trabajo, ahora mismo mis pobres pies dolían de tanto caminar, maldición Gojo Satoru y sus malditas golosinas....
No existía ninguna excusa para que Geto Suguro no cumpliera el capricho de su alocado compañero y mejor amigo Gojo Satoru, después de todo él estaba en deuda con el albino, debido a que Toru recibió un ataque directo de aquella estúpida maldición de grado especial y el aun no terminaba de perfeccionar su infinito así que lo lastimó un poquitin, por no decir un rasguño.
Pero por favor estamos hablando de Gojo Satoru, aquel albino alocado y muy perezoso así que ha sacado provecho y ahora el pelinegro tenía que cumplir con uno de sus mandados, y era ir por unos dangos, uno de los dulces favoritos del ojiazul, sin embargo eran las jodidas 11 de la noche y Satoru tenía antojo como si de una mujer embarazada se tratase.
El pobre pelinegro no tuvo más opción que resignarse y salir en medio de la noche por los caprichos de su camarada.
-Muy buenas noches-. Saludo el pelinegro de manera muy educada a las personas dentro del lugar.
-Geto camina a paso lento muy lento, descansando un poco sus adoloridos pies, pero en un momento inesperado sus oídos captaron un quejido...movió sus ojos en busca del lugar o quién emitió el sonido, y fue cuando la vio......Una bella muchacha peli blanca, en ese instante tuvo un deja vu y recordó a su albino preferido y de repente volvió a la realidad al ver los ojos de aquella muchacha llenos de lágrimas pero sin embargo no perdían su belleza, en realidad la linda señorita era un ángel que surco ante los humildes ojos de Suguro....tomó la decisión de acercarse a ella y preguntarle si estaba bien, pero mucho antes de que lo hiciera en el rango de su visión apareció otra mujer de igual forma era peliblanca, pero sus ojos eran negros y no vio brillo alguno en su mirada.
-Geto quedó perplejo al notar como la madre de la muchacha la tomó de su brazo a tirones mientras le decía cuán repugnante era, es que acaso un padre puede tratar a un hijo de esa forma se preguntó el pelinegro.
-Cuántas veces tengo que decirte que no te quedes en tus estupidos pensamientos-. Hablo de manera áspera y dura la madre de (N).
-Lo lamento madre, es solo que yo......-. La pobre muchacha intentó soltar lo que llevaba dentro pero no podía dejar de tartamudear, se sentía tan patética y débil su madre tenía toda la razón ella era un estorbo un estupido e inutil estorbo.
