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—¿Papá?
Seungmin miró en el espejo retrovisor a la persona más importante en su vida. Su hija estaba sentada en su asiento rodeada de todo lo que poseían.
—¿Sí, calabaza?
Seungmin contesto intercambiando su mirada entre su preciosa carga y el camino.
—¿Ya llegamos? —Seungmin suspiró.
La pregunta había sido constante durante las últimas horas, tuvo que ser duro para Minyeon, en el espacio de seis meses, perdió a la madre que amaba, la casa que creció, la guardería que conocía y a los amigos, para colmo, sus abuelos estaban tratando de alejarla de su padre, así que finalmente se había marchado con ella para volver a empezar, con suerte, en una nueva ciudad, con nuevas personas y nuevos amigos.
—Todavía no Minyeon, pero pronto, vamos a encontrar un hotel y desempacar y luego vamos a encontrar un bonito parque donde puedas jugar por un rato, ¿Qué te parece?.
Los gritos de alegría desde el asiento trasero le dijeron que Minyeon estaba a feliz con la idea del parque, mirándola no podía creer lo mucho que se parecía a su madre, sus ojos verde jade brillante y la más linda nariz que había visto en su vida, por encima de una boca pequeña con labios de color rosa, le recordó a la única mujer que había amado, lo único que recibió de su padre, el brillante pelo castaño rojizo, caía de sus hombros en rizos sueltos, una de las cosas favoritas de Suyeon antes de morir era peinar el pelo de Minyeon.
Seungmin se sintió momentáneamente abrumado por el dolor ante la muerte de su mejor amiga, en su primer día en la escuela secundaria, Seungmin y Suyeon se sentaron en el mismo asiento durante el almuerzo; ninguno de los dos prestaba atención a su entorno y en e momento en que sonó la campana para indicar que el almuerzo había terminado ya eran los mejores amigos.
Sus años de secundaria parecieron volar durante los cuales intercambiaron todo, Seungmin confió en Suyeon cuando se dio cuenta de los chicos en su escuela le atraían más que las chicas.
Suyeon lo abrazó y lo besó en la mejilla y le dijo que no le importaba que fuera gay y que siempre lo amaría, lo había alentado a hablar con sus padres y hacerles saber lo que estaba pasando, su madre lo había sorprendido diciendo que lo sospechaba desde hace tiempo y su padre asintió y le dijo que lo único que le importaba era que fuera feliz.
Seungmin había abrazado a sus padres, agradecido por su apoyo, Suyeon sin embargo, mantuvo en ignorancia a sus padres hasta después que se habían graduado de la escuela secundaria y se mudaran juntos a un apartamento, sus padres, religiosos, temerosos de Dios, fueron inflexibles acerca de que Suyeon no tuviera nada más que ver con él, cuando ella se negó, le informaron que su Dios la castigaría por su amistad con él.
¿Quién sabe lo que los padres de Suyeon habrían pensado si alguna vez se enteraran que rra un hombre lobo, así como homosexual? Tendrían probablemente un ataque de apoplejía.
Seungmin se rió de la idea y el recuerdo de cuando Suyeon se enteró que era un hombre lobo, la primera luna llena después de cumplir los dieciséis años, ellos estaban tumbados en el suelo de la sala de estar, haciendo los deberes, todo el cuerpo de Seungmin se había calentado, mientras su sangre hervía y luego comenzó a brotar la piel de sus brazos, cuando había mirado a Suyeon, vio sus ojos muy abiertos y dijo lo único que podía pensar.
—Por favor, no grites.
Sus ojos se habían ampliado aún más con sus palabras; entonces sus huesos empezaron a reorganizarse, con el rostro alargado y antes de darse cuenta, se puso a cuatro patas enredadas en sus jeans y una camisa y miró fijamente a su mejor amiga cuando ella le devolvió la mirada en shock.