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– Aceptaré el divorcio.

¿Soy la única que tenía una leve sonrisa en los labios cuando dije esas palabras?

Sovieshu me miró con una expresión medio aliviada, medio arrepentida. ¿Fue una farsa, o fue sincera?

Hasta ahora había sido una buena compañera y una emperatriz perfecta. Nunca habíamos peleado, es decir, hasta que él la trajo. Me hizo a un lado por su amante, pero hasta el último momento querría ser un buen hombre y un buen emperador.

Luego estaba mi familia y la gran iglesia que había aprobado nuestro matrimonio, quienes insistieron en que no renunciara a la posición de emperatriz. Ciertamente a él le disgustaría la idea de pasar por un tedioso juicio de divorcio contra estos dos grupos.

Él era esa clase de hombre, y esa clase de emperador.

–¡Su Majestad! ¡Esto no puede ser!– El Marqués Farang gritó e intentó correr hacia mí, pero fue atrapado por los guardias del Emperador y se le impidió dar un paso más...

Marqués Farang, Condesa Eliza y Sir Artina, mis defensores. Estoy agradecida con todos ustedes.

Los miré con gratitud y luego me giré hacia el ministro de la corte.

–Emperatriz Navier. ¿Realmente está de acuerdo con este documento de divorcio sin ninguna objeción? – El ministro de la corte tenía una voz ligeramente enojada. Quería que luchara y desafiara la razón del divorcio.

Si bien las probabilidades de ganar el juicio eran nulas, causaría un escándalo para el Emperador y su concubina cuando el pueblo supiera la noticia. Eso era lo que el ministro, mi familia y mis amigos querían.

Negué con la cabeza. Un juicio de divorcio podría dañar la reputación de Sovieshu, pero mi nombre también podría quedar manchado. No es que tuviera un problema moral, pero no podría aprovechar la situación si se complicara demasiado.

–Acepto el divorcio.

El ministro cerró los ojos gravemente cuando los murmullos estallaron en la habitación.

–Y pido permiso para volver a casarme.

En el momento en que terminé de hablar, el estado de ánimo cambió completamente. El aire se calmó en un silencio estremecedor y los ojos del ministro se abrieron de par en par. Todos se miraron entre sí, dudosos de lo que escucharon.

Sovieshu me miró confundido, con el ceño fruncido. El ministro estaba aturdido.

–Emperatriz Navier... ¿se volverá a casar?

En lugar de responder, estiré mi mano y señalé un lugar. Como si fuera una señal, un hombre que llevaba un velo bordado que ocultaba su rostro estalló en una risa agradable.

–¿Subo ahora?

El silencio se rompió por el murmullo de la multitud otra vez. El hombre caminó a través de la corte y se paró a mi lado. Cuando se quitó el velo, Sovieshu se levantó de un salto.

–¡Navier! Ese hombre-

–Es con quien me casaré.

Los ojos del ministro parecían vacíos. Sonreí y giré hacia el hombre a mi lado. Me miró como si dijera, "Esperabas esta reacción, ¿no?"

De alguna manera tuve una sensación agradable.

Aunque no era una venganza lo que deseaba.

***

La familia Troby, de la que vengo, ya había producido varias emperatrices. Entre la familia imperial y la nobleza, los matrimonios arreglados eran comunes. El matrimonio era un asunto político y el romance para los amantes, siendo común para la nobleza masculina o femenina tener un amante a su lado.

La Nueva Boda De La EmperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora