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Después de un golpe en tu mejilla izquierda, te tomo del brazo con fuerza.

-Sueltame, por favor.-susurraste sollozando.

-¡Cierra la maldita boca!-grito aquél hombre mientras te empujaba por las escaleras.

-Ya no me lastimes, por favor.-intentaste cubrir tú cuerpo con tus manos.

-Largate de aquí.-

Saliste corriendo de esa casa, sin saber a dónde ir, tu ex novio se había vuelto loco al ver un mensaje de tú hermano.

Meses después

Habías estado manejando por más de 3 horas, no sabías si era la mejor idea, pero si la correcta.

Miraste hacia adelante, pero en tu mente estabas viendo todo lo que dejaste atrás, y no ayuda tener una canción que te recuerda a todo eso.

Viste que tú celular poco a poco se quedaba sin señal, y tú mapa dejo de funcionar, así que solo empezaste a usar tu intuición para poder llegar, aún que solo era seguir derecho.

Llegaste y sentiste una vibra algo extraña, algo te dijo que no entrarás, pero seguro era porque te daban miedo los grandes cambios.

Tocaste la puerta una vez que tuviste el valor, viste la casa por fuera y en seguida sentiste escalofríos... Abrió la puerta un señor con aspecto elegante, con un traje negro azulado.

-Señorita, _____, pase por favor.-

-Gracias.-contestaste algo nerviosa.

Se hizo a un lado y entraste. Al entrar te recibió un aroma algo familiar. Estabas ahí para comprar esa increíble mansión, aún que tuviera un pasado algo oscuro...
Habías leído todo sobre está casa antes de decir comprarla, y realmente no sabías si era por su pasado o porque realmente te había gustado.

-Tome asiento, por favor-dijo el señor y ambos se sentaron.

Suspiraste mientras él sacaba todos los documentos necesarios...

-Vera... Por la antigüedad de la casa, es un poco más costosa y complicada.-

-Señor, Willam, le comenté por teléfono que no importaba la cantidad, solo me quiero mudar ya.-respondiste abrumada.

-Claro, lo siento. Bueno, supongo ya sabe todo lo que pasó aquí... Sobre Greta.-te miro y te noto algo sería-Bueno, pasemos mejor a firmar.

Sonreiste al escuchar por fin eso que tanto desabas.

-Bueno, solo tiene que firmar, aquí.-señalo un punto de la hoja, y después paso de página-Y aquí.

-Perfecto, ¿Le importa si lo leo?-tomaste el documento.

Lo estabas leyendo, pero un sonido tras las paredes te interrumpió.

-No se preocupe, llevo escuchándolos desde que llegué, supongo es la madera vieja.-

-Sí, tal vez-sonreiste.

Terminaste de leer el contrato y firmaste.

-Bien, señorita _____, la casa es toda suya.- estrecharon las manos.

Te dio un pequeño paseo por la casa, pero ya habías estado ahí para eso. Te mencionó que todos los muebles y camas podías conservarlos si pagas los costos extras, y aceptaste.

El señor salió de la casa, dejándote completamente sola, o eso pensabas.

Apretaste las llaves con emoción. Tú habías logrado todo eso sola y te encantaba.

Subiste al Segundo piso, te instalaste en la habitación mediana, no querías estar aún en la de aquel niño, ni en la de sus padres muertos. No porque te diera miedo, pero sus cosas seguían ahí, y no pensabas moverlas, ahí estabas bien.

Estabas tan cansada que a penas tocaste tu cama caíste rendida.

Despertaste cuando ya los rayos de luz se habían ido. No le temias a la oscuridad, pero no te encantaba. Prendiste la luz de tu habitación y desde la puerta pudiste ver la habitación de en frente, no recordabas haber entrado, pero no le tomaste importancia, hasta que viste algo sentado en la cama.

Con algo de miedo caminaste hasta donde estaba la habitación, abriste por completo la puerta y viste algo que no habías visto la primera vez que habías venido.

Un muñeco, con una hoja a lado. Te acercaste y viste lo que decía la hoja. "Reglas" miraste con confusión al muñeco, notaste que estaba roto...

-¿De verdad alguien hizo todo esto?-miraste la hoja y decía su nombre-¿Brahms?

Dejaste la hoja en la cama y saliste de la habitación cerrando la puerta.

Bajaste a cocinarte algo, pero no había nada, algo que suponías, morías de hambre.

Viste una hoja de números en el refrigerador, había un número en especial que decía "Tienda".

Agarraste el teléfono, pero como suponías no tenía línea. Tomaste las llaves de tu auto y saliste de la casa, y fusite hacia el pueblo.

Por la hora casi no había casi nada, pero si una tienda. Entraste, e hiciste algo de despensa...

Al llegar a la caja la señora te miro con confusión...

-¿Eres nueva en el vecindario?-pregunto pasando todo por la barra para registrar el precio de los productos.

-Sí.-respondiste con una sonrisa-En la mansión.

La señora abrió los ojos sorprendida... Y después no dijo nada más.

Después de un rato llegaste a la casa, y te hiciste un cereal rápido. Escuchaste un sonido bastante fuerte en el segundo piso.

Subiste alarmada.

-¿Hola?-preguntaste con algo de miedo.

Llegaste por fin al segundo piso y viste la habitación del muñeco completamente abierta...

El muñeco estaba en una posición diferte, con más hojas al rededor.

-¡Si esto es una broma no es nada divertida!-gritaste por si alguien te estaba jugando una broma de mal gusto.

La habitación se cerro de golpe, algo que hizo que soltarás un pequeño y agudo grito.

-¡Mierda!-dijiste después del susto.

Intestate abrir la puerta, pero está estaba trabada.

Ya molesta golpeaste la puerta... Si estabas siendo parte de una broma no lo perdonarías.

Volteaste a ver al muñeco... Te acercaste.

-No pienso hacer nada de eso, Brahms.-un golpe se escuchó en la puerta.

Corriste hacia ella y está ya se pudo abrir... Saliste corriendo y te encerraste ahí. No sabías que había pasado. Intentaste usar el teléfono que había ahí, pero fue un total fracaso.

Un día ahí y ya estabas aterrada.

-¿Que es lo que quieren?-preguntaste por si había un sujeto jugando una broma. Pero no hubo respuesta.

Suspiraste, y pensaste que solo te estabas imaginando cosas por lo cansada, aún que lo estabas dudando demasiado.

Te metiste a bañar, relajando tus músculos algo tensos por el viaje...

Saliste y te pusiste tu pijama... Cambiaste las sábanas y cobijas de tu cama, las anteriores estaban llenas de polvo, las pusiste en un rincón para lavarlas por la mañana.

Al día siguiente a penas despertaste escuchaste que el teléfono del primer piso estaba sonando... Algo que te espantó, porque el día de ayer habías verificado que no había línea.





Espero le vaya excelente a esta historia. Hace mucho que quería escribirla.
Gracias por leer.

Corazón De Cristal Brahms Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora