Una vida nueva.

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"Todo era oscuridad, no había nada salvo un minúsculo rayo de luz que venía de arriba. La superficie se movía de un lado a otro, no podía sostenerme, me impactaba contra los laterales. Lo único que podía hacer, era preguntarme a donde me llevaban. Sentía un hueco enorme, algo vital me hacía falta, algo que debía tener y que me había sido arrebatado. No sabía que era, pero el fantasma de mi madre siempre estuvo ahí, simbolizado por la más profunda de las ausencias. Murió para que yo pudiera vivir, me dio su refugio y se entregó a los verdugos. Y todo eso había sido en vano, yo había sido capturado, había sido llevado al calabozo, y ahora, dentro de esta penumbra ¿Es que se acerca el último descanso? ¿Es que nos dirigimos al matadero? Pensé. Lo único que podía consolarme era que al menos sería ejecutado en el mismo lugar que mi madre, nuestra sangre se mezclaría y tendríamos contacto por un momento.

Un estruendo interrumpió mi pensar, eran un montón de voces, tantas que apenas podía distinguir una de otra, pero no podía entender nada de lo que decían. Hablaban en esa lengua extraña, compleja, la cual parece totalmente ininteligible. Seguro eran esas bestias depravadas deseosas de crueldad para saciar su morbo, esas que se apilan alrededor del matadero, que miran por las ventanas excitados, como si de un circo se tratara.

El objeto que me contenía dejo de moverse por un momento, noté que me encontraba en reposo sobre alguna superficie plana. El volumen de los gritos disminuía, se hacía cada vez más lejano hasta volverse nulo. El lugar se infestó de silencio, la condena estaba por cumplirse, una vida miserable que terminaba en un lugar miserable. Cerré mis ojos, me preparé para morir. Esperaba por la luz que me liberara de mi letargo y que me revelase ante mi ansioso público, ansioso de mi sangre ¡Vampiros de morbo, admirad el material de vuestras masturbaciones, y masturbaros hasta que haya abandonado este mundo, entonces venidse sobre mi cadáver, hermanos míos, eyaculad sobre mi cascarón vacío que eso es la vida! ¡Muerte y masturbación!

¡Masturbación y muerte!

El silencio se prolongó demasiado, ya no advertía peligro, algo sucedía afuera.

Sentí movimiento a mí alrededor, era capaz de percibir sus respiraciones, pero no decían nada. Me sentía cada vez más sofocado, más neurótico, solo quería que acabara, por primera vez en mi existencia sentí alivio por el final. Y ese alivio me era arrebatado por el silencio, por la espera, por la incertidumbre y esa penetrante oscuridad que inundaba mis ojos.

Otro estruendo me sacó de mi lapso, pero no era el sonido de una bala atravesando mi cráneo, eran las voces de nuevo, estaban gritando más fuerte que antes, todas al unísono, repetían la misma frase.

Las cosas comenzaron a agitarse afuera, había movimientos bruscos a mí alrededor, entonces alguien tomó mi pequeña prisión. Me levantaron, estaba suspendido en el aire, el contenedor se movió agresivamente, volví a impactarme contra los muros mientras la multitud en el exterior jadeaba de placer ¿De esta manera tan cruel van a ejecutarme? Pensé ¿Dentro de una caja, sin la oportunidad siquiera de ver la luz una última vez antes de que todo se convierta en tiniebla?

Entonces, ante mi cuerpo adolorido, una luz emergió de arriba, como si mis lamentos hubiesen conmovido a algún cínico dios con una pizca de misericordia.

La luz cegó mis pupilas, el ruido me ensordeció ¿Era la muerte finalmente?"



Las luces en la residencia Bradbury estaban todas apagadas. Eran alrededor de las siete de la tarde, el negro comenzaba a derramarse sobre el azul celeste. Un auto aparcó enfrente, del cual descendieron el pequeño Theodore Bradbury y su padre, quien lo guiaba de la mano hasta la puerta, con una venda en los ojos. Caminaron hasta la entrada, donde el padre abrió la puerta para que el chico entrara, el pequeño Theodore se quitó la venda

 

"¡SORPRESA!" exclamaron todos. Theodore se emocionó al ver a toda su familia reunida, y frente a él se encontraba una pila de enormes y misteriosos obsequios, que le hizo detenerse para suspirar. Todo eso era suyo, todo eso formaba ahora parte de sus posesiones. No podía esperar para abrirlos, se lanzó a los pies de su madre y empezó a patalear. Sus padres no se atrevieron a negarse en el día de su cumpleaños. La tía Sophie fue la primera en entregar su presente a las manos del pequeño. Una enorme cajá forrada con papel celofán amarillo, y enrollada con listón rojo adornado con estrellas. Una bomba visual para el niño, y el regalo perfecto para abrir primero. No por la llamativa envoltura, sino porque el interior contenía algo que el pequeño Theodore siempre había deseado.

 

Finalmente desató el listón, después de arrancar el papel y profanar la virginidad de la caja, del fondo emergió una pequeña y asustada criatura peluda.

 

"¡Un perro! ¡Es un perro mamá!"


"fui extraído bruscamente del interior de mi prisión. Después de que mi vista se reincorporó al resto de mis sentidos, los cuales se encontraban totalmente abrumados, pude darme cuenta de lo que pasaba... O al menos percatarme de que no me encontraba en el matadero. Eran un montón de humanos, en medio de una celebración muy peculiar, de la cual quería tener la certeza de que yo no era el sacrificio.


Un pequeño me sujetaba entre sus tiernas manos, unas cuantas lágrimas resbalaban por su mejilla, me abrazó con tanto cariño, que por un momento lo olvidé todo y solo pensé en el calor de mi madre.


El pequeño Theodore estaba tan emocionado con su nueva mascota, que olvidó por completo el resto de sus obsequios, y se puso a jugar con la criatura. Dentro de la caja había también una pelota de caucho y un pequeño collar con una placa de metal, que entre destellos decía "Pipo". Los señores Bradbury no estaban seguros de si deseaban la presencia de un perro, pero cedieron ante la presión de los invitados y las sonrisas de su hijo.


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⏰ Última actualización: Apr 29, 2015 ⏰

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