-Segundo lugar.

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Mientras miraba a Sam parado en ese altar, viéndose impecable en ese traje de fiesta, los recuerdos de lo que nos llevó a este momento invadieron mi cabeza.
 

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Desperté nuevamente sin conocimiento del mundo que me rodeaba, ni del cuerpo que poseía.
Me levante de la fría cama y lentamente empeze a examinar lo que tenía a mi alrededor.
Un apartamento, frío,vacío, casi sin objetos personales más que un par de fotos en la mesa de noche.
Todo se sentía carente de recuerdos, como si no fuera más que un simple lugar para dormir.
El reloj que colgaba sobre la pequeña cocina encajonada en una esquina, marcaba las 2:15 am.
Decidiendo que probablemente no tendría más respuestas a la identidad de este cuerpo, decidí dar un vistazo por el gran ventanal que se extendía por un lado del apartamento. Corrí las pesadas cortinas negras hacia un lado y la vista que encontré era simplemente hermosa.
Sobre los miles de edificios y casas que me rodeaban, estaba un cielo estrellado y luminoso, una gran marea de azul oscuro manchada con miles de luces brillantes.
Sin embargo lo que más me cautivo de aquel paisaje fueron sus lunas, había dos de ellas, grandes y magníficas, cerniédose sobre el planeta como dos grandes agujeros de majestuosidad. Casi podía jurar que alcanzaría a tocarlas con la punta de los dedos.

La mañana llegó calma y tranquila en el caos que la ciudad a mi alrededor provocaba. Y con ello llegó un golpe en la puerta de lo que ahora denomine mi apartamento.
Al abrir la puerta un mar de chocolate y dorado me absorbió, en forma de unos impresionantes ojos marrones.
Junto a estos una melena ligeramente larga y ondulada y una maraña de miembros desgarbados me dieron la bienvenida a este extraño mundo y a mi primera interacción con alguien de este planeta.

- Te has quedado dormida otra vez?

Su voz ligeramente profunda, pintada con toques de diversión, me dieron una sensación de calma y familiaridad que inundaron mi cuerpo rápidamente.

¬ Que va Sam!, solo me e olvidado de que tenía que ver tu cara fea hoy.

La respuesta salió de mi de forma natural, y mientras otros se sentirían asustados de que su cuerpo respondiera automáticamente, yo estaba ligeramente curiosa sobre que clase de relación tendría mi anfitrión con la persona que tenía enfrente.
Sabia que naturalmente los recuerdos empezarían a venir a mi, como una película divida en varias tomas.
Sam me rodeo con sus brazos mientras se reía de lo que dije, para luego tomarme de la mano y guiarme hacia fuera del edificio.
Mientras íbamos a la estación en su camioneta, un sin fin de imágenes y situaciones empezaron a pasar a través de mis ojos.
Sam y yo tomados de las manos, acostados en la misma cama, en el cine, en el parque, en el campo de batalla, en muchos lugares.
Diciéndonos te quiero, mirándonos, riéndonos, tocándonos, abrazándonos.
Sin embargo el patrón que más se repetía era mi mirada sobre el, todo el tiempo, mientras cocinaba, mientras jugaba, mientras caminaba, todo el maldito tiempo.
Y en ese mismo momento supe que Sam me iba a romper el corazón.
             
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Sam y yo eramos en palabras de todo el mundo, hermanos de otra madre, separados al nacer.
Toda la vida juntos unidos por la cadera, donde Sam estaba, ahí estaba yo, y donde yo estaba ahí estaba Sam.
Incluso cuando él se había unido al ejército de las fuerzas en el espacio, yo lo había seguido, poniendo mi vida muchas veces en peligro en el campo solo para protegerlo.
Parecía que mi mente solo estaba plagada de Sam, Sam, Sam, Sam...
Pero no era estupida, estos sentimientos, este dolor en el pecho, no me pertenecía a mi, sino al dueño de este cuerpo.
Sin embargo sabía que me dolería como si fueran míos.

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Ann era simplemente preciosa.
Su cabello rojizo como el fuego y sus ojos azules brillantes, iban acompañados de una de las personalidades más bondadosas que había conocido.
Ella y Sam se habían conocido en el campo, siendo ella una parte muy importante de la unidad médica, más de una vez nos había salvado de un muerte asegurada.
Naturalmente empezaron a pasar tiempo juntos y con ello vinieron las citas.
Sam me la presentó oficialmente como su novia un sábado por la tarde, y un año más tarde finalmente como su prometida.
Era el uno para el otro, almas gemelas, esas parejas que te dan envidia de solo mirarlas.
Y si bien Sam hizo un esfuerzo por no dejarme de lado, gradualmente el tiempo que pasaba conmigo disminuyó.
Y las ganas de morir que sentía cuando los veía solo se hacían más grandes.

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Así que acá estábamos, un mes después de haber llegado a este cuerpo, con tantas emociones ajenas y a la vez tan mías que me reventaban el pecho.
Un mes donde el amor que mi anfitrión sentía por Sam se empezó a hacer MI amor que sentía por Sam.
Parada a un costado del altar,(porque por supuesto Sam me había echo su madrina), solo podía observar como todo su rostro se inundaba de amor al verla entrar.
Y sentí tanta pena por esta pobre alma que estaba poseyendo, tanta lastima.
Porque ambas sabíamos que siempre iba a estar en segundo lugar.

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⏰ Última actualización: Feb 27, 2022 ⏰

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