LOS HOMBRES DE HIERRO.

PROLOGO.

Me levante de donde me encontraba y me percate de algo bastante aterrador. La cama en la que me encontraba, no, el cuarto en donde me encontraba tenía proporciones perturbadora mente grandes. La cama debía medir unos 4 o tal vez 5 metros de largo y el ancho era bastante proporcional. La habitación, que puedo decir, en la simple habitación perfectamente podría vivir una familia. Quise bajar de la cama, pero cuando lo intenté me di cuenta que la cama no solo era larga y ancha, sino que también era bastante alta. A como pude fui deslizándome suavemente por la orilla de la cama con la intensión de tocar el suelo con la mayor delicadeza posible.

En el momento en el que mis pies hicieron contacto con el suelo y el peso de mi cuerpo se apoyó sobre ellos, una inesperada sensación de dolor desde mi pie derecho hasta llegar a mi rodilla. El dolor fue tal que terminé cayendo al suelo, la energía con la que había despertado se desvaneció y fue reemplazada por un intenso dolor él cual incluso me hizo querer llorar un poco. Quería moverme, pero cada vez que intentaba levantarme o arrastrarme, aquel dolor hacía acto de presencia.

Para ser sincera creo que lo mejor hubiera sido que me hubiera quedado recostada en aquella cama. Aquel dolor se calmo después de unos cuantos minutos, mientras me encontraba recostada pude ver mejor ese extraño cuarto en el que había despertado, no solo aquel buro estaba deteriorado, toda la habitación en general se veía en pésimas condiciones.

Las esquinas del techo se encontraban llenas de telarañas y sus uniones se encontraban en las mismas condiciones, aunque me pude percatar que algunas de estas uniones se encontraban rotas. Dios... Sin lugar a dudas tuve suerte de que no me cayeran encima mientras dormía.

Las cortinas estaban rasgadas y sucias al igual que las sabanas de la cama. Creo que lo más hermoso de la habitación fue esa vela azul junto a ese hermoso fuego esmeralda que emanaba.

Con algo de dudas me arrastre hacía la puerta, con dificultad me volví a poner de pie esta vez usando como apoyo mi pierna izquierda y sosteniéndome de las paredes. Abrí la puerta pensando que sería una gran proeza por su colosal tamaño, pero la verdad es que era inesperadamente fácil de abrir. Esta me llevo a un corredor poco iluminada pero que usando un poco de lógica seguramente era tan anormalmente grande como aquella habitación. Con precaución salí del cuarto y caminé por aquel corredor, mientras avanzaba vi que una luz amarilla irradiaba de un cuarto, me dirigí a ella con algo de miedo, no sabía que era lo que me podía encontrar.

Estando ya bastante cerca de la luz, escuche un montón de risa diferentes. Al menos eran 2 masculinas y dos femeninas, intente acercarme para ver un poco, pero para mí lamentable suerte, resbale y caí en frente de ellos. Quise soltar un gemido acompañado con algunas cuantas lágrimas, pero lo que vi me dejo helada tan helada que aquel dolor que estaba a punto de provocar que soltaran unas lágrimas se desvaneció. Gigantes.

Una mujer de una gran altura, tal vez 3 metros en total, con una piel tan blanca como la porcelana, unos ojos rojos amigables y confortables, todo eso acompañado por una cabellera larga y abundante de color rosado. Hasta ese momento jamás había visto una persona con tales características.

Aquella mujer al verme tirada en el suelo, se alarmo y rápidamente fue a atenderme. Me pregunto si me encontraba bien, y me regaño por no guardar reposo. Parecía una escena típica de una madre regañando a su hija. Los otros dos individuos sin duda eran igual de peculiares; la otra mujer parecía una copia de la mujer que vino a atenderme, las únicas diferencias que pude ver en ella fueron que tenía una estatura más pequeña, pero sin lugar a dudas era mucho, mucho más alta que yo. También se veía mucho más joven y sus ojos no irradiaban alguna clase de sentimiento agradable. Tenía una mirada desafiante y sería. Ella me hacía sentir que mi nivel era menor al de ella. Ella a diferencia de la otra mujer no se movió de su asiento, el ruido la alerto, pero al parecer al ver que era yo, dejo poner mucha atención.