Capítulo uno

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EunBi había estado tranquila en una banca, no había nadie, era casi media noche, tan sólo un par de personas pasando apresuradas delante de ella

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EunBi había estado tranquila en una banca, no había nadie, era casi media noche, tan sólo un par de personas pasando apresuradas delante de ella.
Uno que otro ruido de bocinas de auto a lo lejos, el cambio de color del semáforo, el viento moviendo las hojas de los árboles.

— Nada interesante... ¡Qué aburrido es esto!— cruzó sus brazos e hizo un puchero.

Estaba por levantarse cuando vio a un joven de estatura promedio, buen porte y pelinegro, vestía como oficinista. Y llevaba unos zapatos que no combinaban.

— Cada vez hay más gente sin sentido de la moda... Debí ser mejor persona durante mi última vida, así no estaría aquí buscando al nuevo protector.

El joven con ropa de oficinista caminó más despacio al escuchar la voz de la fémina en la banca del parque. Casi todo el tiempo veía fantasmas, no era novedad ver alguna durante la noche... al menos, no para él.

— ¿Y ahora por qué camina tan lento?

El pelinegro levantó los hombros y aceleró nuevamente su andar, mientras en su mano izquierda sujetaba su maletín de trabajo.

— Sé que puedes oírme y verme, ven aquí, no soy tonta.— afirmó la chica.

El joven decidió ignorar aquél llamado y continuó su camino, teniendo la sensación que alguien lo seguía, no tardó más de dos minutos en voltear y ver a la jovencita detrás de él. Siguiendo su ritmo para caminar.

— Insolente. ¿Acaso no oíste que te llamé en el parque?

— Aléjate.

— Te hice una pregunta— ella pasó a estar frente a él chico.

— Te oí, estoy cansado, quiero ir a casa a descansar, arregla tus problemas de fantasma lejos de mí. — el contrario sonrió forzadamente mientras volvía a andar.

— Es perfecto.— murmuró EunBi mientras continuaba detrás de él.

— No hay más habitaciones donde vivo.

— ¿Y qué te hace pensar que quiero pasar la noche en tu hogar?

— ¿Qué no me vas a pedir refugio como los demás fantasmas heridos?— preguntó él tras llegar a un edificio.

— Probablemente tuviste en casa almas que cometieron alguno de los siete pecados, no fantasmas heridos. Eres un poco tonto.

— Jeon Jungkook.— se presentó finalmente.

— EunBi.

— ¿Apellido?— cuestionó elevando una ceja.

— Jung. ¿Entonces me puedo quedar?— cuestionó la más bajita al entrar al edificio.

El más alto se dirigió hasta el ascensor, no había nadie en los pasillos, y mirando a la chica, asintió con la cabeza.

— Y...¿Tienes café en casa?— interrogó ella tratando de romper el hielo.

𝐋𝐈𝐋𝐀𝐂  「𝐞𝐮𝐧𝐤𝐨𝐨𝐤」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora