1 mes.
46 días.
1,104 horas.
66,240 minutos.
3 millones de segundos.
Ese es el tiempo preciso que no he estado con él.
Éramos Mateo y Fran. Inseparables y fuertes, sobre todo inseparables. Podíamos hablar por horas de cualquier asunto. Teníamos gustos similares y éramos tan pero tan iguales que nos creían hermanos.
El hacía parte de mi vida y yo de la de él. Aún así hay personas que me preguntan "Por qué me sigue afectando su muerte".
Casi 2 meses sin él.
Jamás tuvo un funeral, ni un entierro porque nunca encontraron su cuerpo. Su mamá tampoco recibió una llamada o mensaje que le mencionara que estuvo secuestrado o algo así. Su casa —que precisamente estaba al lado de la mía— lleva todo este tiempo a oscuras, era su único hijo.
El padre de Fran se fue de la casa cuando anunciaron que estaba muerto, dejando a la mamá sola.
Es increíble como todo se derrumbó en esa familia, nosotros siempre los hemos intentado.
Por otro lado, la muerte de Fran me trajo problemas en mí mismo, es decir, él era una fuente esencial en mi vida. Su ausencia me dejo muy vacío.
Por fuera, aparento haberlo superado, aunque por dentro parezco tener una lanza puntiaguda que solo ejerce más fuerza mientras pasa el tiempo haciendo que duela cada vez más, mucho más pero intento seguir adelante porque, a pesar de todo esto, hay que recordar que seguimos orbitando alrededor del sol, seguimos respirando y creciendo, y no podemos detener todo. Hay grabarse en la cabeza que es normal, todos vamos al mismo lugar, algunos más rápido que otros pero vamos y no podemos hacer nada.
Parece dar miedo el futuro, porque no sabemos qué pasará, ni cuando, ni como, ni porque. El vivir en el presente es mucho más sano que pensar en el futuro, y aunque sea inevitable debemos de intentarlo.
El reloj marca las 6, dándome a recordar que tengo clases, otra vez. Clase con cuyo salón no soporto.
Desde la muerte de Fran solo se reciben menosprecios por partes de ellos, invalidando sus muertes o buscando culpables, todos son unos hipócritas. Disfrazan su egoísmo e hipocresía de humor. Me retracto de haber dicho hace unos meses que eran mis amigos.
Y no puedo cambiarme de instituto porque estamos a mitad de año y es imposible. Ya no aguanto por terminar e irme de aquí.
Me levanto de mi cama y me baño, luego me visto rápidamente porque soy un maldito tardado y de seguro llego tarde. Aviso a mi madre que saldré, tomo mi mochila y me voy.
Para ir al instituto uso mi bicicleta, la llamo Recorrer por que la bicicleta de Fran se llama "El mundo". Ambos queríamos recorrer el mundo.
Mientras me monto y empiezo a pedalear saco mi celular para colocarles los audífonos. Normalmente a esta hora no hay nadie y mucho menos en la ciclo vía pero hoy sí.
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Cartas con olor a odio
Teen FictionLuego de una serie de cartas, Mateo intenta descubrir un gran misterio, la desaparición de su mejor amigo. ** En uno de los días mas tranquilos, llega a Mateo una carta, afirmando algo imposible, o bueno, algo que consideraba imposible. Mientras des...