I

14 2 0
                                    

La familia Williams de Londres estaba conformada por un elegante padre dueño de industrias Williams; Mario Williams, quien se codeaba con grandes políticos de la ciudad y formaba lazos comerciales de manera tan natural que parecía que al nacer su habla fue dotada de un don para convencer. La señora Janeth Williams, una mujer entrada en años pero con un porte tan fino, era pequeña de estatura, cabello rojizo y ojos azul rey. Dicen las malas lenguas que de joven tuvo que trabajar muy duro para poder estar con el señor Williams, se rumoreó que hizo brujería para estar a su lado y tener alto estatus; al final todo fue desmentido, pero la tensión imponente y tenebrosa de su aura va con ella de la mano a todo sitio.


El matrimonio cuenta con 3 hermosas hijas, quienes siempre han estado en la mirada del ojo público, algo así como el estándar dentro de la sociedad inglesa de las damas perfectas para sus hijos y herederos, o bueno, al menos dos de ellas; y un varón como el segundo mayor, demasiado juguetón  e inexperto dentro del mundo de los negocios para llegar a tomarle importancia a los asuntos de su familia.

Michelle la hija mayor con 22 años, Magdiel el varón de 20 años, Gisselle de 18 años y Rebecca de 7 años de edad, la menor.

Michelle Williams creció como la joya de la familia; pelirroja con destellos a fuego abrazador, ojos azul rey, con labios delgados y rosados, se veían suaves y brillantes a pesar de las temporadas de invierno. Estatura promedio al metro y sesenta y cinco centímetros, delgada y con la mas bella de las sonrisas, solía adornar sus extravagantes peinados con perlas, unas cejas delgadas pero bien parecidas y pestañas rojizas que al cerrarse parecían un lindo bosque en otoño; al ser mayor se esperaba que se casase pronto pero a sus 22 años aún no conseguía prometido que le diera anillo, y no le constaba a nadie, pero Michelle iba robando suspiros por las noches de galas a los jóvenes ricos mientras disfrutaba de derrochar el dinero y regalos que sus prospectos le daban para encapricharse más con su única pasión, el dinero.

Magdiel por otro lado no tenía interés alguno en contraer matrimonio, a pesar de ser el único heredero a las riquezas de su familia el prefería pasar la tarde paseando por los jardines de la mansión y de vez en cuando fumar mientras se perdía en sus propios pensamientos; la mayor parte del tiempo se encontraba fuera de casa, haciendo viajes por las regiones cercanas, con su caballo Faraón y oliendo flores; era un apasionado de ellas, y anotaba en su libreta de cuero el olor de cada flor que se le atravesaba. Era el hombre mas agraciado de la región, ojos azul celeste, si lo mirabas fijamente no encontrabas el fondo de su pupila, algo si como un abismo celeste, y cabellera oscura como el carbón brillante, manos delicadas y brazos fuertes, complexión de hombros anchos y cintura pequeña, alto muy cerca del metro y ochenta centímetros, pestañas largas, cejas pobladas y una mirada relajada pero desinteresada, con labios voluminosos y un perfil perfecto, nariz no necesariamente pequeña ni grande, y quijada marcada.

Gisselle era un caso muy aparte, a opinión de la gente ella no era tan agraciada como su hermosa hermana pelirroja Michelle, en cambio ella era peli negra con ojos verde olivo; su padre la comparaba con los ojos de una serpiente, pues era una mirada tan profunda como ambigua que llegaba a atraparte.
No reparaba en peinados extravagantes, prefería llevarlo suelto o sujeto con un listón. Manos delicadas y complexión delgada, con un regazo llamativo y hombros anchos. Era más pequeña que su hermana midiendo al rededor de un metro y sesenta centímetros. Sus cejas eran pobladas pero medianamente delgadas, labios delgados y con forma de corazón. Era una chica inusual a la familia, pues a pesar de haber tenido pretendientes los primeros años de su debut en la sociedad, no había llamado la atención de los chicos lo suficiente como para empezar un cortejo. Sufría de una enfermedad que sus padres no sabían relatar, pues ni ellos la entendían; crecer con gente rodeándote todo el tiempo llega a ser perjudicial y en veces como con Gisselle, te hacen querer estar apartada de todo esto.

A los 7 años de edad había comenzado a desarrollar los síntomas de lo que sería una enfermedad psicológica, ahora conocido como ansiedad social y en ese tiempo como una enfermedad para locos.
El día de su debut en la sociedad se le presentaron 6 chicos, los cuales la invitaron a bailar y ella aceptaba temblorosa mientras su hermano se quedaba de pie tratando de salir a los jardines de esa mansión. Gisselle terminó huyendo entre lagrimas mientras tumbaba mesas y postres por accidente; fue encontrada al costado del lago hecha un desastre mientras se abrazaba a sus rodillas murmurando cosas incoherentes.

Desde ese día ni una sola alma con fines de cortejarla se había presentado en su casa, y los que se atrevían a preguntar por ella eran ahuyentados por su madre alegando que ella no estaba disponible porque estaba enferma. Así fue como los Williams desaparecieron a Gisselle del radar del matrimonio y avergonzados salían a las fiestas esperando no ser cuestionados por su hija, la loquita o enferma.
En cambio Gisslle pasaba sus tardes leyendo poemas, novelas, cocinando una que otra nueva receta y tocando el piano, una de sus mayores virtudes, pues la verdad sea dicha, tanto tiempo libre había despertado una pasión por la musica muy dentro de ella y, como sus esperanzas de ser amada por alguien habían sido borradas por su madre, solo le quedaba conformarse con los brazos de aquellas notas solitarias que contaban una triste historia de amor.

La linda Rebecca no podía ser más perfecta, poseía el hermoso cabello de Michelle y Janeth Williams, unos rizos casi desechos y ojos azul celeste, a pesar de ser aún una niña poseía muy buenos modales e inteligencia, a su corta edad había aprendido latín y a tocar el arpa. La cocina era su principal entretenimiento, hacer pasteles la llenaba de una felicidad enorme, sus bellos dientecitos brillaban con cada sonrisa y sus cejas eran amables, con manos pequeñas y delgadas como para abrazar a un gato bebé. Su voz era algo grave y desafinada, pero cantaba hermoso, su personalidad firme y testaruda la hacía quizá la mas fuerte de los Williams, igual que Janeth.

Los 4 hijos de la familia eran una ola de sensaciones diferentes, y pertenecían a una de las familias de la alta sociedad de Londres, y así es como todo esto comienza, con un atardecer rosado en el patio trasero de la mansion y una invitacion hacia la hija mayor de los Williams, Michelle...




.

Libros del odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora