II

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Michelle sabía que era hermosa, sabía que su mano era pedida por muchos y que su apellido de igual manera le daba esa ventaja, realmente no le importaba mucho el matrimonio, ella era joven y no quería amarrarse a alguien tan pronto; era consciente de que siempre tendría pretendientes, o eso creía.

Lo que sí que le hacía ruido en la cabeza era el poder, el dinero; ese tipo de cosas que todos queremos en la vida. A pesar de venir de una familia acomodada Michelle siempre quizo más, y los regalos de sus pretendientes no eran sencillos, pues le regalaban joyas, vestidos de lujo, dinero, caballos, y por supuesto que eso la hacía sentir bien, importante, bonita, y especial.

Durante uno de sus paseos por el lago cerca de su casa se había topado un par de veces con un chico, pasaba montando a caballo, le pareció muy atractivo y trató de acercarse la primera semana, pero el pobre chico estaba demasiado concentrado leyendo un pedazo de papel con instrucciones parecía, pues Michell descubrió que era un mensajero, hijo de una de las familias mas influyentes de Londres, los Davidson, y en su mente planeó una estrategia para acercársele.

Paseó junto a su sirvienta todos los días a las tres de la tarde, esperando toparse con aquel chico, pero los primeros días aquel joven de pelo castaño oscuro no despegaba la vista de su pedazo de pergamino.
Michell, decidida a no rendirse, continuó con la rutina del paseo por otra semana, y fue un Jueves que su estrategia dió resultados. Había visto como aquel joven montado a caballo se acercaba a ella, de cerca se veía más apuesto, tez clara con pecas bajo los ojos, nariz grande, ojos oscuros, alto y de complexión media, era perfecto, pensó Michel. Bajo del asiento del caballo y se sacudió las vestiduras; extendió su mano e inclinó la cabeza en una corta reverencia.

Michell bajó la cabeza con una risilla y aceptó la mano de aquel apuesto joven. Al alzar la mirada el chico le explicó que venía a hacerle una invitación a su familia a uno de los tantos bailes que habría en la ciudad, pero esta vez sería en una de las propiedades de su familia, los Davidson.

—Lo he observado, pasa seguido por esta área, ¿sabía que este campo es propiedad de mi familia?—

—Claro que si, conozco toda la ciudad, a menudo salgo a dar paseos en caballo y esta ocasión se me asignó la entrega de ciertas invitaciones para la noche de mañana.— dijo mientras sonreía amablemente.

—¿Solo algunas invitaciones?— interrogó Michell sin vergüenza.

—Solo entrego a las familias con damas de buen parecer, y apariencia destacada.— coqueteó el joven antes de subirse a su caballo negro brillante.

—¿Cuál es su nombre? ¿Tengo el placer de saber?—

—Roger Davidson.—  

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—Ya te he dicho madre, hable con Marina pero no quedamos en nada, ¿que se suponía que hiciera? La verdad no me agradaba mucho, sus ojos brillaban cuando mencionaba: "dinero".—

Janeth estaba roja de la furia, había tenido que armar un plan perfecto para que su hijo saliera con aquella chica de buena familia, Magdiel le estaba sacando canas verdes y a ese paso, no esperaba ser abuela pronto, a sus 20 años se esperaba que al menos tuviera ciertas candidatas para casarse y formar una familia, pero hasta ahora ni siquiera lo había visto salir con una, era más probable que se casara con una de esas flores a las que tanto dibujaba.

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⏰ Última actualización: Jul 15 ⏰

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