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Podía sentirlo entrar en él, lento y suave, extremadamente gentil. No era como se lo imaginaba, pero suponía que por eso lo hacía así, para demostrarle que no tenia ninguna prisa y se tomaría su tiempo para saborear cada paso. Su rostro luce exactamente opuesto a sus movimientos. En otra ocasión le daría miedo, estaría al borde del pánico; en otra ocasión cuando era un niño imbecil que robaba solo por diversión, incluso tal vez cuando estaba en la adolescencia y se creía que era cool y lo era, estaría asustado y lloraría. Pero no lo hace ahora. No sabe exactamente por qué.

Cuando él se mueve y entra y sale de Kazutora despacio, aterradoramente despacio y robándole sonidos que en otra situación le avergonzaría, Kazutora cierra los ojos y piensa en su compañero de trabajo. Piensa en Chifuyu. Si será forzado a tener relaciones sexuales al menos se permitirá escapar con su imaginación y creer por ese lapso de tiempo jodidamente eterno que es Chifuyu quien lo hace, es Chifuyu quien lo toca y lo envuelve protectoramente. Que es Chifuyu y están en la tienda en horas de trabajo, con las persianas abajo y el letrero que dice "abierto, pase usted amado cliente" en la puerta no cerrada. Que él le toca  y entrelaza su mano con la suya, que no está siendo violado y que Chifuyu sigue estando ahí. Al final necesita algo para soportarlo, se dice él.

Y así lo hace y parece funcionar por algunos minutos hasta que Mikey lo obliga a abrir los ojos con una bofetada fuerte y un agarre impetuoso a sus cabellos. Lo jala hacia él y lo besa rozando lo violento, con enojo y expresando todo su sentir destructivo en ese beso. Lo muerde y es vulgar, explícito y duro. No tiene compasión con su boca y hace que Kazutora le siga el ritmo. Él apenas puede.
Un perfecto contraste con su movimiento de caderas asquerosamente suave. Es asquerosamente sucio pero Kazutora ya no cierra los ojos.

Quisiera él seguir pensando en su compañero pero hay algo en su interior que se lo impide, que evita que manche su recuerdo de esa manera. Tal vez es su instinto que le está dando una advertencia y le pide que pare porque si Mikey se da cuenta una vez más de que no está pensando en él sino en Chifuyu entonces puede que las cosas se tornen más fuertes, incómodas e insoportables de lo que ya son. Kazutora no tiene más opción que verlo y recibir su boca y sus besos que lo dejan sangrando y adolorido, sostenerse de sus hombros con fuerza y enrollar sus piernas a su cadera. Él lo deja ser, no piensa pelear porque no le ve sentido.

Mikey ha ganado y ha despedazado todo por lo que Kazutora pelearía. Él solo desea que acabe pronto y le dé fin a su miseria. No obstante, tiene la sensación de que únicamente se quedará en un deseo y nada más pues hay un brillo extraño y jodidamente aterrador en los ojos de Mikey que lo hace dudar. Él temblaría, en verdad lo haría. Pero cuando Mikey escabulle una de sus manos y toma su pene para comenzar a masturbarlo, incluso si Kazutora prefiere indagar en la expresión rara qué hay en sus ojos en lugar de recibir aquel repulsivo placer que Mikey le da, no puede, le es casi imposible porque su cuerpo no le hace caso y acepta gustoso lo que Mikey le está otorgando. Una razón más para que Kazutora se odie después de esto.

Mientras las embestidas aumentan de nivel pero sin dejar esa dulzura perturbadora, Mikey acerca sus labios al oído de Kazutora y pasa su lengua filosa por la concha de su oreja para acto seguido mordisquear el lóbulo con una lentitud que estresa a Kazutora. Es inquietante para él. Sus palabras salen llenas de veneno, como dagas listas para apuñalarlo y provocar que se retuerza de dolor.

—Ya... no estás pensando en él, ¿verdad? -su voz grave sonando con condescendencia como si hablara con un cachorro—. Qué rápido olvidaste a Chifuyu, Kazutora. Él estaría muy triste si se enterara, ¿qué crees que diría?

Kazutora lo siente sonreír y eso lo enfurece. Sus dientes apretados y el llanto acumulándose en sus ojos, la ira hirviendo dentro de él y sus uñas arañando la espalda de Manjiro. Quiere lastimarlo como él lo está lastimando.

El suplicio de KazutoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora