SUPERLUNA.

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Faltaba un cuarto para las doce. Me sentía perdido, decidí como de costumbre salir a ver la luna. Pero esa noche se veía diferente, notaba un brillo que nunca había visto en ella, relucía tanto que me hizo olvidar este mundo terrenal y me llevaba a uno donde solo había paz y tranquilidad. Sentí esa pequeña ilusión de tenerla cara a cara, las ganas de tocarla y preguntarle los secretos que esconde la superluna me consumían por dentro; aunque, siendo sincero me acordé de ti. Por un instante te confundí con la superluna, me sentí como la tierra a medida que te acercabas a mí, sentí que nuestro perigeo corría a mil , lastima que me confundí. Intenté acariciar la superluna con la ilusión de que eras tú; pero seguías muy lejos y dos pequeñas estrellas que divisaba a mi débil vista te custodiaban de lado a lado. Y ni hablar de la transición de la tierra al cielo, que nos separaba como unos kilómetros de distancia me separan de tu morada.

El cielo era el único testigo de mi silencio, mientras el viento era causante de un ruido tremendo, las estrellas me acusaban de mil pecados , mientras la superluna se mostraba indiferente a mis problemas; pero con su brillo una vez más me llevo a ese mundo , a esa paz conmigo y con ella. Me llevo a imaginar nuestra historia, que estando aún sin comenzar planteaba mil y un finales para esta, y solo en uno comenzaba a escribirse.

Solo la luna es culpable de robarse las miradas, como solo tú eres culpable de este amor que profeso, solo la luna es tan magestuosa a nuestros ojos , como lo eres tú al conciliar el sueño, solo la luna es conocida por varios nombres según su estado , como solo tú cuentas con infinitos nombres en mis poemas según mi estado.
Solo la luna me invitó a olvidar todo, una media media noche mientras estaba perdido; como solo tú me has perdido, mientras ves la luna y en media noche no me invitas a contar una historia contigo.

Pintando Un CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora