#Parte única

3.4K 225 9
                                    

Sunoo tuvo que correr como si el planeta fuese a ser destruido de manera apocalíptica o por un ataque extraterrestre. Su rostro estaba colorado, esas mejillas regordetas se mantenían al rojo vivo, además que su tez era pálida, más con los cuidados que ahora se daba y eso hacía que se lograse notar más y más. Si bien, no estaba en casa, no estaba en el edificio de HYBE ni en alguna cadena, sino más bien, se encontraba en la misma empresa donde tomaban fotografías para Dazen, Ceci y otras revistas. La editorial manejaba todas ellas y por ende, las publicaciones en dichas revistas.

¿Por qué corría hacia el baño? Simple, necesitaba mojar su rostro ante lo que había sucedido en la sesión fotográfica. No pudo soportar estar allí, verlo a él, a ese chico sin su camisa, aunque no era la primera vez, para nada. Ya se había bañado con él, dormido con este y de una manera poco prudente, hasta habían tenido momentos en los que jugaban a robarse besos. Pero esta vez lo que fue distinto era que al ver a su menor, a quien fue el "pequeño Ni-Ki" en una actitud tan dominante, en una que lo dejó sin palabras y eso fue tan impresionante que tuvo que correr.

Logrando ver la puerta del baño, ingresó rápidamente y notó lo pequeño que era pero le daba igual, mientras pudiera lavar su rostro con agua fría todo iba a estar bien, pero no era solo su rostro, ya que todo su cuerpo ardía y claramente se lograba lucir los efectos del coqueteo de Ni-Ki en su cuerpo, más con ese ajustado pantalón de tela que dejaba a la imaginación en segundo plano.

- Maldición, maldición... -renegó el pelinegro mientras que frotaba sus manos con fuerzas en su rostro. De verdad que había quedado sin palabras. Por un momento odió al menor, aunque asumía en parte la culpa, pero no, todo lo malo caía en
Ni-Ki, en el estúpido Ni-Ki.

Posó ambas manos y tan solo veía su reflejo contra el cristal, allí notó que se había vuelto un hombre adulto, ya tenía veinte años y también recordó a su menor, él tampoco era un niño, tenía dieciocho y eso era peor, puesto que las cosas podían ser diferentes y de hecho comenzaron a serlo. Ya no se pintaban con acuarela el rostro o se disfrazaban de una forma idiota para sacar risas entre ellos, todo lo contrario, a momentos se miraban con ojos lujuriosos pero no había más, ya que estar en una casa con siete chicos era casi imposible el tener privacidad.

Respiró hondo para ya salir del baño, ya pronto debían irse así que podría ignorar a Ni-Ki, decir que se estaba cagando desde hace unas horas y por eso corrió de esa manera. Sin embargo todas las ideas se fueron al mismo demonio cuando abrió la puerta.

- ¿Hyung?

El pelinegro abrió un poco la boca al ver a Ni-ki frente a él, con esa misma ropa que lo hacía ver jodidamente bien, pero aún así trató mantener la calma y solo desvió la mirada.

- Gracias por venir a buscarme, necesitaba ir al baño... -susurró lo último para avanzar pero de pronto la mano del japonés le detuvo, incluso terminó por rodear su cintura-. Y-Ya, vamos.

El menor sonrió, miró una última vez hacia el pasillo, no veía personas por lo que ingresó de forma algo violeta, por así decirlo. Entonces al cerrar la puerta miró a su mayor. Aquello hizo que las piernas del pelinegro flaquearan, una vez más.

- ¿Por qué quieres irte, hm? -preguntó con curiosidad mientras que comenzaba a caminar hacia él y claro, el mayor daba pasos hacia atrás.

- Porque nos van a esperar... atrasaremos al resto del grupo... y debemos... -no pudo seguir hablando cuando su espalda dio contra las cerámicas del baño. Era extraño sentirse cohibido, ni siquiera con algunas chicas en su pasado se sintió así o como cuando experimentó con uno de sus compañeros.

El de cabellos rubios no respondió, al contrario, se dispuso en acomodar sus manos en la cintura de Sunoo, acariciando con un sutil descaro esta zona pero no pudo contenerse en aproximar un poco su rostro al cuello ajeno, sintiendo un aroma tan suave pero varonil.

INNOCENT ; sunkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora