Rebelión

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Recuerdo aquellos días felices... no, no había nada como eso en donde nací y viví casi toda mi vida (Pero tampoco es como si mi vida actual fuera diferente), un lugar donde debías hacer de todo para sobrevivir y cuando me refiero de todo, es realmente de todo. Por suerte yo no caí tan bajo...

Ese lugar es llamado la colmena, un lugar donde las casas apenas tienen puertas, donde la electricidad es un lujo y comer también lo es, no sabíamos qué era mejor: si robarnos una tajada de pan o atrapar a una de esas ratas que querían aquel carbohidrato. El clima allá también era muy molesto, ya que se ubicaba en una zona que antes era un desierto... El día era realmente caluroso (Debido a esto mi piel era morena, casi oscura) y las noches congeladas, hemos tenido más de una muerte por hipotermia.

Bien, creo que debería comenzar por el inicio. Aquel día era como cualquier otro, veía como unas ratas peleaban por un pedazo de pan, mientras yo con mi capa que cubría más o menos mi cuerpo, el cual estaba con vendajes para no estar completamente desnudo, estaba apoyada en una pared y con los brazos cruzados.

Esperaba, no a esas ratas que se cayeran de la mesa y así poder tomar el trozo de pan, aunque hubiera valido la pena... No, ese día era para escapar de allí, ya habíamos escuchado a personas que hacían este tipo de cosas y las llaman "ratas" (Que interesante nombre) no se sabían de dónde venían, pero su trabajo sucio y ruin era eficaz. Unos amigos lograron contactar con ellos, así que por eso me encontraba en ese lugar.

Luego de unos cuantos minutos y de casi agotarme de estar en esa posición, por fin los vi, a Marc un chico que tenía harapos como ropa, pelo castaño y corto, sus ojos eran caramelos y no importaba cuánto se lavará, sus manchas de la piel no se borraba. Marilyn, una pequeña no mayor de 8 años, apenas tenía algo para cubrirse, su pelo era largo y algo dañado de tono negro y que iba bien con sus ojos color café, su cuerpo tenía claras señales de desnutrición. Y por último a Harold, otro chico, pero él tenía mejores prendas, él vivía casi en los límites de la colmena, lugar que es mucho mejor que este, pero aun así sumergido en la pobreza.

Inmediatamente Marylin corrió hacia mí para abrazarme, para ella era como una hermana mayor, mejor dicho, el pequeño grupo que conformábamos era como una familia, todos hermanos, era lo mejor que podíamos hacer para sobrevivir, nuestros padres tenían mejores cosas para hacer que cuidarnos. No éramos los únicos que hacíamos esto, había muchos más grupos como los nuestros y hasta algunos se enemistaban con los otros.

– Oh, pensé que no ibas a venir, después de todo no crees en estas cosas – Empezó a hablar Marc mientras se acercaba junto a Harold, su paso era lento, como si no tuviera muchos ánimos. – Pero bueno, agradezco que estés aquí...

No soy de muchas palabras, sólo le dirigí una mirada de reojo mientras abrazaba con sutileza a Marylin. Le acariciaba su pelo enredado y ella apenas hacía un gesto de agradecimiento, no era muy agradable que le hicieran eso, pero le gustaba que yo lo hiciera. Sin nada más que decir, Marc me hizo una señal para que me acercara, una clara señal que me indicaba que debíamos irnos.

Pero... Salir de la colmena no era nada fácil, porque si así lo fuera no hubiéramos necesitado ayuda alguna. Resulta que pese a ser el lugar más pobre del país, estaba muy bien protegidas sus fronteras, muchos guardias armados hasta los dientes ¿La razón? No quería que nosotros fuéramos a otra, nos veían como plagas, una que era mejor enjaular que eliminar, porque gracias a nosotros ellos tienen sus alimentos, ah, sí... ese pequeño detalle, la colmena no sólo es conocida por ser pobre, sino que es la mayor distribuidora de alimentos, que gracioso, nosotros muriendo de hambre y los otros comiendo lo que por derecho debería pertenecernos.

Cuando llegamos a la frontera, nos ocultamos detrás de unas rocas, indicaciones que las "ratas" les había dado a Marc, atisbe mi entorno y logre notar que no éramos los únicos, había un par de grupos y personas solitarias, todas en harapos y en desnutrición, señal de que eran provenientes de la colmena.

– No se muevan, ni hablen, no se hagan ver – Una voz completamente desconocida hizo presencia y cuando nos giramos hacia su dirección, notamos que era una persona completamente encapuchada y en cuclillas, no se podía ver su rostro y un olor casi nauseabundo salía de él. – Soy una "rata" – Agregó como si nada. – Tenemos que esperar el momento indicado.

No dijimos nada, solo mantuvimos nuestra mirada en él antes de volver a mirar la frontera, tan lejos y a la vez tan cerca. Los minutos se hicieron eternos y cuando menos lo esperábamos algo pasó: un pequeño temblor hizo presencia y al frente de los guardias algo emergió desde el suelo, era... era... ¿Una línea de tren? Sí, unos perfectos carriles de tren, claro, con eso llevaban nuestros alimentos al resto del país. Pero lo extraño no se detuvo allí, unas especies de cuevas emergieron a los costados y a varios metros.

Estábamos asombrados ante aquel acto, nunca nos habíamos imaginado que el país contará con tanta tecnología y antes de que asimiláramos lo sucedido un pitido bastante ensordecedor hizo presencia, luego el sonido de un motor y en cuestión de segundos el tren salió de una de las cuevas, siguió y siguió, mostrando sus vagones en el proceso.

Aquella máquina parecía tener vagones infinitos, hasta llegó al punto de adentrarse en la otra cueva y fue en esos momentos que el tren se detuvo. – Corran y nosotros intentaremos distraerlos – Él por fin se enderezó y un extraño brillo salió desde su ropa. Y antes de responder un fuerte sonido hizo presencia, era un arma, fue tras de eso y junto al grito de susto de Marylin que corrimos como nunca.

Apreciamos que los otros también hacían lo mismo, atisbe a varias "ratas", pero estaba más concentrada en llegar al tren, suponiendo que ese era el plan, pero la locomotora empezó a moverse. Estábamos en medio de un fuego cruzado y nuestra única escapatoria se estaba yendo, apreté mis dientes y fruncí el ceño, no iba a quedarme un día más aquí...

Cuando estaba por dar lo mejor de mí, sentí que algo me agarraba de la muñeca, muchas cosas pasaron por mi mente ¿Me habían atrapado? ¿Sería mi fin? Pero me tranquilicé cuando me giré y noté que se trataba de Marilyn.

– ¡No te alejes de mí! – Me reclamaba con sus ojos llorosos.

Claro, la adrenalina me había concentrado demasiado en algo y me hizo olvidar de lo importante: mi familia. Mientras agarraba con firmeza la mano de Marylin, empecé a mirar mi entorno, en busca de Marc o Harold, pero no los veía, lo que note fue gente cayendo gracias a recibir el impacto del arma... No podíamos quedarnos mucho tiempo allí, así que con un rápido movimiento arrimé a Marilyn hacia mí con el único propósito de llevarla cargada, hecho eso corrí como pude mientras veía como el tren avanzaba, los vagones seguían apareciendo, quizás tenía una oportunidad.

Pero cuando estaba por tocar un vagón, un fuerte dolor detrás de mi rodilla hizo presencia, era profundo y hacía que lágrimas recorrieran mi rostro, ni iba a darme por vencida y aunque tuviera que arrastrar dicho pie, iba a escapar de allí.

Justo cuando estaba frente al vagón, una pared fue deslizada, la cual al hacerlo por completo revelaba su interior: habían más sujetos encapuchados y otras personas adentro, uno de ellos me extendió la mano, la agarré con firmeza y subimos con mucho esfuerzo y antes de que una lluvia de balas cayera hacía nosotras, la puerta fue cerrada.

– Bienvenida a la rebelión – Me habló el que me ayudó a subir y al hacerlo las otras personas sonrieron. Por unos momentos sentí una sonrisa en mi rostro, estaba aliviada, pero antes de festejar el dolor de antes se agudizó, lo suficiente para hacerme arrodillar.

La colmena.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora