Estaba esperando a Rebecca en el pasillo afuera de su departamento para el tonto evento que tanto quería Alejandra que fuera para que supieran que me importaban más cosas y para hacer contactos o lo que sea que fuera esto. Después de contarle a Rebecca de lo que Alejandra y pedirle que me acompañara o que me ayudara a dar una buena excusa para no ir, ella también estuvo de acuerdo en que fuéramos, dándole la razón a Alejandra, lo que me hizo no hablarle durante el día hasta que me dijo que ya tenía el vestido y que no había vuelta atrás, lo íbamos a hacer quisiera o no.
Veía mí reloj ansioso. Eran las 7 de la noche, 5 horas más y podría volver a casa. 5 horas en las que tendré que hablar con gente que no me agrada y que son peores que yo en cuestión de ego, al menos cuando fue mi evento tenía la excusa de que tenía que ir a saludar a más personas para después quedarme platicando con Rebecca toda la noche. Toqué la puerta varias veces sin saber que me escucharía.
—Rebecca, entre más rápido lleguemos, más rápido nos iremos, por favor.
—Ya voy, eres muy desesperado ¿te das cuenta de eso?
Abrió la puerta de una manera agresiva y perdí el aliento al verla, aunque ella me veía irritada por haberla apresurado.
Su cabello estaba completamente lacio que por un momento sentí que la Rebecca que tenía enfrente de mí era otra, aun así, se veía hermosa y elegante. Sus labios como siempre con ese labial rojo tan hermoso, un discreto delineado que hacía ver sus ojos más largos, y el vestido...
No sé quién lo haya diseñado, pero se lo agradeceré todos los días de mí vida hasta morir.
Un vestido negro de tirantes, con corte de triángulo quiero suponer en el busto, que parecía traer dos capas y una era más larga que la otra dejando al descubierto una de sus piernas más que la otra. Toda su joyería era de oro y estaba acomodando su bolso mientras cerraba el departamento y yo me quedé en silencio examinando cada parte de ella intentando de no verme como un pervertido. Sin saber cómo decirle que se veía hermosa porque esa palabra le quedaba corta.
Seguí así en cuanto caminamos al elevador. Las palabras de Hannah, las palabras de la noticia, de los medios y de todos los que nos rodean que nos han visto juntos como pareja solo me hacen cuestionarme a qué diablos estoy jugando ahora, qué es lo que está pasando entre nosotros y el por qué mí corazón se acelera de esta forma cada vez que la veo o pienso en ella a cada rato y ahora que la veo tan hermosa no podía concentrarme en nada más que en ella. No podía decir que me disgustaba el sentimiento, pero no quería que saliera a la luz aún, no quería que se adueñara de mí, no quería simplemente arruinar todo lo que tengo ahora con Rebecca por algo que quizá es un capricho o confusión a algo que podría ser una amistad. Aunque verdad fuera que mis sentimientos por ella han cambiado solo un poco, ella me tiene muy bien puesto en la categoría de amigos.
Amigos, así debería de ser, esta es una amistad y una de las mejores que he tenido en mucho tiempo que no podría dejar ir solo por mis sentimientos.
Las amistades también podían ayudarse como Rebecca lo está haciendo por mí, las amistades también pueden tener un par de besos inocentes cuando se es necesario sin que uno se enoje o que las cosas se pongan incómodas, las amistades pueden pasarse horas hablando de la vida con una copa de vino mientras vemos el cielo hasta que nos da sueño tomados de la mano. Eso también era una amistad.
—Espero que estés a punto de decirme que me veo hermosa y no uno de tus comentarios sarcásticos donde dices que esto es demasiado para la noche porque este silencio me hace creer que este no fue el outfit indicado.
Ella me sacó de mi trance y me tuve que alejar un poco el cuello de mi camisa para hablar.
—No, realmente iba a decir que te ves hermosa y perfecta. Opacarás al hombre de la noche.

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Déjame cuidarte. EDITADA
RomanceLa vida nunca es justa. Está llena de subidas y bajadas que normalmente son las que te forman como persona, pero nadie cuenta que el proceso puede ser doloroso. Rebecca y Dominic lo saben tan bien que además de aprender a sobrellevarlo también han c...