LAST WALTZ

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El joven de cabello castaño entraba por la gran puerta con su traje bien arreglado

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El joven de cabello castaño entraba por la gran puerta con su traje bien arreglado.

Él no iba por el baile. Él tenía una misión: acercarse a algún guerrero o candidato a guerrero para obtener información. La verdad al muchacho no le gustaba para nada estar en la boca del enemigo pero ahí estaba, haciéndole caso a un loco desaparecido; aunque tampoco sabe porque es el único infiltrado. Lo único que pude hacer es maldecir para sus adentros por toda esta situación.

En una esquina se hallaba Jean, escaneando toda la habitación para poder localizar algún objetivo y cuando pudo fijar uno, sintió como alguien se colocaba a su lado.

—¿Sos de por acá?— preguntó la joven de baja estatura

Jean volteó a verla. Creía que era su imaginación o que esta lo llevaría al fin de ella. Estaba vestida con un uniforme característico de Marley solo que se le sumaba ese tan despreciable brazalete que la condenaba.

—La verdad… No—. Respondió el muchacho. Afuera está por anochecer y no podía tardar tanto en lo que vino a buscar—¿Por qué pregunta?

—Por nada… Simplemente lo vi un tanto solo y vine a ver si necesitaba algo—. La joven guerrera era muy inteligente como para no verlo como sospechoso, pero en cambio Jean sonrió, entendiendo enseguida su posición.

—¿Quiere bailar?— Esa pregunta tomó desprevenida a la joven.

—No puedo—. su tono trató de ser lo más relajado posible pero se vio como tensó todo su cuerpo.

—¿Por qué no puede señorita…?

—Pieck.

—Señorita Pieck—. dijo con una sonrisa un tanto… cautivadora.

—Porque soy eldiana. No tengo derecho a divertirme. Pensé que era de conocimiento público esto—. dijo con desconfianza.

El de mayor estatura ignoró, otra vez, su desconfianza —Entonces, vamos a olvidarnos de todo un rato y divertirnos un poco ¿Te parece?— Acto seguido, tomó su cintura y la empujó contra él para poder moverse hacía alguna de las grandes puertas que dan a algún pasillo, la verdad Jean no sabía para dónde estaba yendo y la de cabello azabache tampoco pero en un estado de shock solo lo sigue.

Justo ese día… si se quería olvidarse de todo.

Para cuando se da cuenta, estaban en un balcón y el muchacho sigue con su mano en la cintura de Pieck.

—¿Cuál es tu nombre?

—Jean—. Sonrió otra vez de la misma forma.

La mujer en frente de él era muy bella y estos momentos… merecen un último waltz; aunque Pieck no lo supiera— ¿Sabes bailar? pregunto ya que me diji…

—Claro que sé bailar—. interrumpe a Jean con un ceño fruncido y un leve sonrojo.

—Perfecto.

Con la música de fondo, un tanto tenue, empiezan este último baile.

Será recordado hermosamente…

No, será grabado en sus mentes para siempre.

—Señorita Pieck—. dice Jean casi en un susurro.

—¿Si?

—¿Alguna vez tuvo algún sueño?— sigue con el mismo tono de voz mientras bailan a una distancia prudente del otro.

—¿A qué viene esa pregunta?

—Curiosidad.

Pieck antes de contestar, piensa un poco— Creo que con lo que siempre soñé es… tener libertad—. Dijo con total seriedad. No sabía quién era pero le transmitía un sentimiento de comodidad total— Algunas veces cuando digo algo así, mis compañeros me llegan a decir loca o que soy un tanto romántica por pensar que voy a tener un final feliz siendo portadora de uno de los 9 titanes… Pero a veces es necesario soñar con que seremos por siempre jóvenes, porque a medida que sos adulto… Te das cuenta que eso es pura mierda.

Los dos conectan sus miradas, ambos entienden al otro con solo eso. Sienten que están en el medio del mundo, que lo son, incluso la luz de la luna brilla sobre ellos.

—Tal vez tu final sea el más feliz y hermoso de todos los finales tristes que vayan a haber… Aunque— el agarre en la cintura aumenta— ¿Podría ser más perfecto que esto?— preguntó a unos centímetros de su cara.

—No lo creo—. Pieck responde en un susurro un tanto embalsamada. "Por favor ¿podemos quedarnos así por un momento más?"

Jean se acercó un poco más, los dos sabían que lo que iba a pasar a continuación iba a ser una despedida. 

Sienten la calidez de la respiración del otro y en tan solo un momento, la distancia ya no existe y el beso sucede. Este era uno de despedida.

Para Pieck era uno tan dulce, uno el cual creía que era con un desconocido y nunca iba a traer consecuencias.

Pero para Jean… era doloroso; en unas horas más iba a estar haciendo destrozos en su hogar y ella iba a salir perjudicada.

El beso terminó y su último baile también pero ellos sabían que esa atracción fue real.

Que solo debían dejarla fluir.

LAST WALTZ JEANPIKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora