🌌Capítulo único🌌

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La respiración estaba agitada, tanto que no podía llevar el suficiente oxígeno a sus pulmones para evitar que siguieran doliendo

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La respiración estaba agitada, tanto que no podía llevar el suficiente oxígeno a sus pulmones para evitar que siguieran doliendo.

Las manos también le temblaban, movimientos involuntarios incapaces de ser controlados hasta generar violentas sacudidas que lograban dominarlo, impidiendo con ello poder saborear una pequeña dosis de engañosa tranquilidad.

Las luces a su alrededor pasaban a una velocidad abismal, sus ojos las notaban por pequeños segundos y en ellas quedaban grabados recuerdos pequeños de él y su novio caminando por las calles, mientras reían y hablaban.

Un agudo dolor llegó directamente a su corazón, Yoongi cerró ambas manos en puños y cerró los ojos fuertemente. Todavía tenía una pequeña esperanza de que al abrirlos todo fuese una pesadilla.

—¿Cuánto falta para llegar? —escuchó que su hermano preguntaba al chofer, entonces supo que era imposible el haber estado soñando.

Aquella era su realidad, una cruel verdad donde le estaban amenazando constantemente con quitarle la luz a su vida.

—Estaremos llegando en diez minutos, señor.

Yoongi abrió los ojos y nuevamente miró por la ventanilla del auto.

Quiso pensar positivo, quizás esa fue la razón que lo orilló a traer recuerdos felices a su mente. Él tomándole la mano para entrar a un restaurante, él besándole bajo los cerezos de aquel parque, él caminando a su lado...

Las lágrimas fueron silenciosas al salir y Yoongi lo agradeció. No se opuso, dejó que se derramaran libremente hasta mojar su barbilla porque ellas también sentían miedo de todo lo que estaba pasando, y él simplemente ya no podía solo.

De pronto sintió como alguien le tomaba la mano izquierda en un fuerte agarre. Yoongi miró de reojo a su hermano menor e hizo una leve mueca porque sabía las intenciones de animarle, pero también estaba bastante seguro que no podría funcionar.

La única manera de que ya no doliera era que su pequeño estuviera bien, y que todo lo dicho en esa llamada haya sido una maldita mentira.

—Llegamos —anunció el hombre tras el volante. Su tono de voz quejumbroso y sombrío.

Yoongi se tensó por completo al escuchar esas palabras, y a la lejanía podía escuchar el sonido de ambulancias al entrar y salir. Nuevamente cerró los ojos, derramando más lágrimas que fueron consumidas en el vacío de esa noche tormentosa.

—Yoongi —le llamó Hoseok con suavidad—. Hermano, tenemos que bajar.

Bajar...

Sí tenía que hacerlo, su pequeño debía sentir mucho miedo, debía sentirse solo y desprotegido; Yoongi tenía que correr para estrecharlo entre sus brazos, correr hasta llegar a él, para abrazarlo, besarlo y nunca más soltarlo.

Y fue con ese pensamiento que su fachada de tranquilidad se rompió en miles de pedazos, para dar lugar a la desesperación.

Abrió la puerta en un movimiento brusco y veloz, salió del auto y corrió sin mirar atrás; a sus espaldas podía escuchar los gritos de Hoseok al llamarle, pero Yoongi estaba concentrado en correr hasta que su cuerpo doliera y por fin llegar a donde su amado estaba esperando.

SIRIO |YM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora