Eran las nueve de la noche y Cecilia estaba sentada en el sofá de su casa mientras comía patatas fritas de bolsa. Inconscientemente, se quejaba de la incomodidad del momento; a causa del desgaste, el mueble donde reposaba era obtuso y estaba cubierto por una tela roja la cual odiaba. Además, el sabor intragable del aceite de oliva que desprendía su snack chocaba con sus suaves papilas gustativas.
Y es que el desagrado era su descanso, lo intentaba justificar pero era consciente de que no podía. Observaba la incertidumbre y pensaba en qué le depararía el futuro. No se preocupaba demasiado por su vida laboral, sino por su persona. Estaba totalmente insegura de su personalidad, sobre todo de no tener ni un solo hábito saludable: no hacía deporte, su dieta consistía en comer sin medida y por eso al ver su imagen reprimía las ganas de escupir al espejo, entre más.
Lo único que deseaba era adquirir, por fin, la brújula para parar de deambular por el camino de su vida.
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Mi nuevo yo
General FictionSin haber cumplido ni un solo objetivo en toda su vida, Cecilia se adentra en la búsqueda de la energía y de la ambición a través de esta historia, que se encarga de dar voz a un colectivo silencioso el cual persigue al ritmo de vida estable. Dejar...