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– ¿Te ha gustado la cena?

– Me ha gustado.

Jungkook me miró con una sonrisa dulce en los labios. Amaba la naturalidad con la que tomaba mi mano, tenía la manía de acariciarme con su pulgar mientras caminábamos por la avenida y con cada caricia me hacía sentir que no había nadie más en el mundo, solamente éramos él y yo.

– Es sorprendente, sabes...

– ¿El qué? – Comentó Jeon adentrando mi mano en su abrigo sin soltarme.

– Que ya te hayas graduado... hace poco eras un nene muy pequeño que se la pasaba peleando conmigo.

Se rió.

– Todavía peleamos.

– Sí... pero por culpa tuya.

Volvió a reír deteniendo su andar y por ende el mío. Me miró con dulzura provocando que sonriera con una mezcla de sonrojo y cariño aún por debajo de la tela que cubría la mitad de mi rostro. A pesar de que yo era más grande de edad siempre lograba sentirme pequeño en sus brazos, sentía su protección.

– Lamento ser un pesado algunas veces.

– No eres pesado, lo decía como una broma...

Sentí la mano de Jungkook tomar mi mentón con sumo cuidado, llevé mi vista a sus ojos cafés sin percatarme que había bajado su mascarilla con la mano que tenía libre.
Se acercó a mí, los latidos de mi corazón retumbaban con fuerza hasta sentir el calor de sus labios en mi frente.

– ¿Vamos a mi departamento? sigue siendo mi cumpleaños y no quiero que termine la celebración aún.

– Jungkook...

– ¿Mh?

Me quedé mudo, ni siquiera supe bien porque había mencionado su nombre en voz alta y simplemente negué con la cabeza. Jeon volvió a sonreírme y llevó sus manos a mi cintura.

– ¿No dirás nada ya? – Carcajeó. – Vamos a casa, cariño.

Cariño... aquel apodo resonaría toda la noche en mi cabeza.

Sweet.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora