IV. LA NIÑA CON BOMBINES.

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(...)

Delilah Vogel

Después de unas horas de haber procesado que me habían atropellado, llegué a la conclusión de pensar estaba tan nerviosa por la noche anterior.

—Señorita Vogel —el doctor entró en el lugar —empezaba a preocuparme porque no despertaba.

—Doctor, ¿cuándo puede salir Lilah? —preguntó Dan.

—Mañana por la tarde será dada de alta, señorita Vogel —respondió amable.

—¿Qué fue lo que me pasó? —miré mi brazo.

Tenía la marca de hematoma en forma de una mano plasmada en mi piel, fruncí el ceño porque se supone que me habían atropellado, no debía tener marcas como estas por un coche.

—Llegó aquí con marcas de un choque, golpes en las piernas y una costilla rota —explicó el médico, dando una especie de diagnóstico —es normal que le salgan un par de moretones en parte del abdomen, realmente llegó muy mal al hospital.

—¿Va a guardar descanso, medicamento o algo, doctor? —Dan estaba más preocupada que yo.

—Un par de días en cama y nada de cargar cosas pesadas, eso la puede regresar al hospital —advirtió.

Al cabo de unas horas, ya estaba de regreso en mi departamento. Todo estaba en orden, no había nada fuera de su lugar.

Tal parece que solo fue un sueño.

Tomada del brazo de Dan, caminé despacio, me dolían las piernas un poco, pero lo más probable era que aún me doliera el golpe del coche contra mi cuerpo, pero no me puedo quejar.

—Todo está en su lugar —dijo Dan, mirando a todos lados.

—¿Por qué no lo estaría? —pregunté algo confundida —si no habíamos estado aquí antes del accidente —sonrió incómoda.

—Hay que hacer la incapacidad para que no te pongan a cargar cajas en el almacén —cambió el tema la mujer, asentí.

Seguía mirando para todos lados sin creer que nada de lo que pasó solamente fue un sueño y no fue real.

—¿Te ayudo a llegar a tu cama? —en realidad Dan estaba preocupada por mí.

Negué, creo que simplemente quería estar en la sala.

—¿Y al sillón? —entrecerré mi ojo derecho llevando el resto de mis músculos a él, para terminar aceptando.

La chica me tomó de los hombros, ayudando a qué no me fuera a caer.

Todo parecía normal, no sabía porqué, pero sentía que todo lo que viví no había sido un sueño, tenía la sensación de haberla vivido en realidad.

Recostada en mi cama, giré mi cabeza, mirando desde mis pies, hasta el fondo del armario frente a mí. No podía mover el resto de mi cuerpo, la desesperación recorría cada rincón de mí, intenté gritar, pero mi boca parecía estar cerrada o cocida con hilo de extremo a extremo.

El colchón se empezó a sentir más blando y yo muy pesada para estar acostada sobre él, dejando que el peso me empezara a ganar. El medio se desaparecía, mis manos se aferraban en todo momento a las sábanas, pero al igual que yo, ellas bajaban al medio blando a mis espaldas, hasta llegar al final de la tela.

No había más de que sostenerme, lo que sentía hondo o suave pasó de mi espalda a mis piernas y el resto de mi cuerpo.

Caí a la nada, a mi alrededor solo veía negro, era como el espacio exterior pero sin estrellas y con oxígeno, después de mi caída la gravedad era nula, podía flotar en medio de la nada, mi cabello se movía como si estuviera debajo del agua.

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2022 ⏰

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