Un príncipe mestizo lucha contra el reinado cruel de su padre y se embarca en un viaje para encontrar la libertad y la paz en un mundo devastado por guerras, hambrunas y fuerzas sobrenaturales. Perseguido por humanos y monstruos, se enfrenta a pelig...
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UNTERWELT Schloss könig Aranhold Mazmorra subterranea del castillo
Risoku se encuentra en una situación complicada, ya que está totalmente petrificada del miedo por Kodoku al sentir la punta afilada de su espada por debajo del mentón. No paraba de temblar, su corazón aceleraba tanto, sus ojos verdosos llenos de lágrimas estaban tan abiertos que parecía que está dispuesto a salir de la cuenca por miedo.
Yuki la defiende otra vez apartándola hacia a un lado para colocarse en su lugar. Risoku casi pierde el equilibro tras ser empujada. Kodoku apunta su espada esta vez hacia la mirada de su propia hermana.
—Escúchame, Kodoku... —hablaba Yuki.
—No empieces esta vez, Yuki —la interrumpe.
—¡Ni siquiera me dejas hablar!
—Estoy a punto de traicionar al rey para salvarte la vida. Si voy a tomar esa decisión, es porque a partir de ahora serás mi responsabilidad y no quiero llevar ninguna carga en mis hombros, ni siquiera la de esta humana.
Yuki caminaba lentamente cerca de Risoku, dándole algo de protección. Aunque haya pasado poco tiempo, la pequeña peliblanca se ha encariñado de la joven y ya no quería que muriese de manera cruel por el rey.
—Kodoku, por favor, ella no merece morir por ese monstruo. Nadie lo merece. ¿Por qué no solo la dejamos ir al mundo terrestre?
—No se puede —respondió indiferente mientras dejaba de apuntarle con su espada.
—¡¿Por qué no?! —interpeló Yuki descontenta.
—Porque no hay nada que podamos hacer por ella —cerraba los ojos mientras se guardaba su espada en el dorso, donde aún guarda el arco de su hermana.
—¿Por qué cada vez lo pones tan difícil? ¡¿Por qué lo haces?! —interrogó con toda énfasis.
—No lo entenderías. Eres muy joven como para entenderlo.
—¡Pruébame! Sé que soy todavía una niña y admito que hay cosas difíciles de entender, pero eso no es excusa para que no me digas la verdad. Tengo derecho de saberlo también ¡Dímelo!
Kodoku resopla, se toma un breve tiempo para pensarlo, lo que decía su hermana se escuchaba en serio y no lo decía por decirlo. Ella tiene razón, a estas alturas merece escuchar la verdad, de hecho, ambas deben saber la verdad aunque les duela o les parte el alma.