Había muchas cosas que podían poner a Su-hyeok caliente, pero nunca en su vida pensó que tendría una maldita erección viendo a su novio saltar y darle una patada en medio de la cara a uno de sus compañeros convertidos en zombies.
Y ahora debía estar ocultando su adolorida erección, intentando pensar en cualquier otra cosa que no sea a Cheong-san debajo suyo gimiendo, o de rodillas frente suyo o...bien, mejor dejaba esos pensamientos sucios o le iría peor.
Trago la abundante saliva que se acumuló en su boca y decidió concentrarse en cualquier otra cosa que no sea Cheong-san.
O tal vez el mundo lo odiaba.
En cuanto se dió la vuelta, vio a Cheong-san inclinarse para tomar la pata de una silla del suelo.
Soltó una pequeña risita para no llorar y decidió observar de nuevo por la ventana, conteniendo lo mejor que podía la imagen mental de él agarrando ese bonito y redondo trasero o hundiendo su rostro en él.
Dos minutos más tarde, tenía claro que sino lo calmaba, iba a explotar.
Okay, ¿Que mierda podía hacer? No podía simplemente tratar su erección ahí con todos presentes, aunque si se ponía a pensar, todos estaban en su propio mundo depresivo, él también lo estaría si su pene no estuviera tan hinchado y adolorido.
Y también porque tenía a Nam-ra sentada a su lado, de otra forma hubiera comenzado a frotar sus piernas en un intento de bajarla.
—¿Estás bien? Tienes la cara roja.— Nam-ra tocó su frente y lo vio preocupada.
Su-hyeok asintió.
—Estoy bien, no te preocupes.— forzó su más creíble sonrisa y se cruzó de piernas.
Para su suerte, Nam-ra decidió no insistir.
Necesitaba una idea estúpida y peligrosa en la que pueda salir de ahí lo antes posible.
—¡Tengo hambre!— gimió de pronto Gyeong-su, dejando que parte de su cuerpo se deslice en la silla.
—Lo sabemos, todos tenemos hambre.—le respondió Ji-min.
Todos comenzaron a hablar del hambre que tenían y lo que les gustaría comer si pudieran. Su-hyeok quiso concentrarse más en esa conversación pero ni siquiera el hambre lo distraía de su entrepierna. ¡Lo estaba matando!
Si iba a morir al menos esperaba hacerlo sin una puta erección.
—Ya pueden venir con nosotros si quieren.— On-jo se les acercó y les sonrió.
Nam-ra asintió y ambos se quitaron la cinta alrededor de sus muñecas. Ella fue la primera en levantarse e ir a sentarse al lado de On-jo, mientras que él tardo un poco más, asegurándose de tapar bien su entrepierna con su saco que tenía atado alrededor de su cintura.
—¿Estás bien, Su-hyeok?—le pregunto Cheong-san cuando se sentó a su lado. Se preocupo un poco al verle la cara roja.
Antes de que Su-hyeok pueda decirle que no se preocupe, la puerta del armario que ellos pensaron, estaba vacía, se abrió.
Gyeong-su inmediatamente se escondió detrás de Nam-ra y On-jo.
Bueno, ese día no podía ser peor.
Todos se levantaron, entre asombrados y enojados.
—¿Y la señorita Park?— fue Dae-su quien se lo preguntó, pero Na-yeon no respondió de inmediato, solo sollozo.
—L-lo siento mucho...— murmuró ella, muy apenada. Luego rompió en llanto—. Lo digo en serio, perdón...
Gyeong-su se enderezó, menos tenso y se acercó a ella algo indeciso.
ESTÁS LEYENDO
Caliente.
De TodoPorque Su-hyeok se pone caliente en el peor momento. También puedes encontrar esta historia en Ao3. Advertencia: R18 y Dirtytalk.