Borrador.

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            Me encontraba en aquella vieja y polvorienta tienda de antigüedades, mire mis neumáticos vacíos y pinchados que un día solían estar listas para correr grandes distancias. Mi pintura roja que estaba desgastada, recordé lo brillante y llamativa que era, como todos miraban a mi antigua dueña ganar sus carreras en el "relámpago rojo".

              En mis tiempos era la bicicleta que cualquiera soñaría tener, al ver mi lamentable situación actual sentí una gran impotencia carcomiendome, ¿por que ella me hizo eso? fácil, con el transcurso del tiempo venían nuevos modelos, bicicletas mas livianas y rápidas que yo, ella me reemplazo. Sin embargo no la puedo reemplazar a ella, ¿que culpa tengo yo del avance de las masas?, ninguna, al igual que ella.

              Un día estaba lloviendo, era una tempestad tan grande que podría jurar se trataba de un huracán. Sin embargo, aquel maldito viejo no cerraba su tienda, nadie viene aquí, menos con esa horrible lluvia. Y cuando creí que nadie podía estar más loco que Don Toño, vi entrar a una peculiar jovenzuela, estaba totalmente empapada hasta las orejas. Tenía el cabello castaño y corto, pude ver que era teñido. Porque claro, la raíz de sus cabellos estaba totalmente negra, tenía piel bronceada, ojos oscuros como el carbón, mediana estatura y ropa muy colorida. Demasiado para mi gusto.

              Aquella mujer seguro que entró para huir de la lluvia, pero eso es lo de menos, ¿Quién sale con tremendo huracán a la calle? Además del viejo Toño, claro, nadie estaba más loco que él, pero esta chica pone en dudas mis creencias.

              Empezó a mirar los estantes, como si de verdad fuera a comprar algo, en su mirada podías notar como al igual que yo pensaba que todo esto era basura, incluyéndome. Cada vez se acercaba más al fondo de la tienda, donde me encontraba yo. Su mirada se posó en mí.

            Aquella joven de nombre desconocido posó su mirada en aquella maltratada bicicleta, sus ojos se iluminaron de momento, desde pequeña siempre fue fanática del "Relámpago Rojo". En cuanto lo vio supo que era el, esos diseños, el asiento, las luces, sin duda alguna era el relámpago.

             Aquella loca mujer se acercó casi corriendo a mí, paso sus manos por mi tubo superior, llenando sus delicadas manos de polvo, apretó un poco mis neumáticos y en afecto, estaban totalmente vacíos. Me miró y en sus ojos pude ver una mezcla de nostalgia y tristeza, como solía verme ella cuando tenía algún rasguño, mi antigua dueña, mi Samantha.

             De momento vi como salía corriendo al mostrador, en cuestión de minutos volvió a aparecer con aquel viejo de las narices. Lo que pasó a continuación me dejó anonadado.
Esa mujer empezó a regatear con el viejo, ¿Qué le cuesta pagar 100 dólares? Aunque pensándolo mejor ¿Quién pagaría esa cantidad por un objeto inservible como yo?

- Escúchame anciano.

- Don Toño, para usted, don Toño.
Decía aquel viejo con notoria molestia, aquella mujer era muy exasperante para cualquiera.

-Viejo, solo tengo 20 dólares, te lo juro.
Decía ella casi rogándole por bajar el precio a mucho menos de la mitad.

            Tras muchas discusiones la joven terminó por pagar los 100 dólares, se veía desanimada, expresión que cambió tras mirarme.

- Tu y yo seremos muy felices.
Dijo para tomar mi manubrio y dirigirnos afuera. Tras salir la lluvia había parado, era un lindo atardecer, hace mucho tiempo no había visto el sol, menos un hermoso arcoíris. Tras esa horrible tempestad había salido un hermoso arcoíris que se veía precioso con esos colores anaranjados decorando el cielo.

             Ella me llevó a su casa, con el tiempo arregló mis daños poco a poco, mis viejos y ponchados neumáticos fueron cambiados por nuevos neumáticos gruesos y anchos, mi pintura roja y gastada fue reemplaza por un hermoso verde pastel, un nuevo sillín sin ningún rasguño y nuevos diseños mucho mejores. Con el tiempo mi autoestima subió, mi nueva dueña, Ciel, igualmente amaba las carreras, con el tiempo nos inscribimos a una carrera.

              Estábamos preparándonos cuando vi una silueta similar, era ella, mi Samantha... ella estaba ahí, con una linda bicicleta color lila, más variada en cambios y más aerodinámica.
Empezó una carrera, era mi Samantha contra mi Ciel, tras aquella carrera mi dueña tuvo un accidente, mi querida Ciel se resbaló.


             Después de aquella carrera en la que Ciel se rompió varios huesos perdió todo su amor a las carreras y yo volví allí, aquella tienda vieja y polvorienta con don Toño.

-quizás solo soy una bicicleta con grandes sueños que no quiere aceptar que ya es solo basura...
Decía aquella bicicleta mientras veía como se acercaba su turno antes de ser aplastada en aquel horrible basurero.


Fin

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⏰ Última actualización: Jun 07, 2022 ⏰

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