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-¿Sabes qué es lo que más me gusta de la noche? Salir a ver las estrellas porque así puedo contemplar tu hermosura una vez más.

Sé que la mayoría de las personas piensan que todas las historias de amor son iguales. La pareja sufre toda la historia y al final siempre acaban juntos viviendo lo que tanto lucharon por obtener. Pero no todas son iguales como decía al principio, al menos esta no lo será. Porque siempre tiene que haber alguna en la que nada acabe bien y nuestros protagonistas sufran pero no puedan estar juntos, lo que les pasó a ellos.

Jimin y Yoongi.

-Perdone, el parque ya está apunto de cerrar.

Una voz aguda tras él lo sacó de su ensoñación haciéndole girar la cabeza para ver de quién provenía, encontrándose con un chico rubio de labios abultados y baja estatura vestido con ropa de tonos pasteles.

-No había ningún cartel de que cerraría a esta hora cuando llegué- habló el chico sentado.

El menor de estatura se quedó estático sin saber qué responder notando cómo el color rojo se apoderaba de sus mejillas, ya la había cagado.

El más alto río al ver al chico en ese estado y solo se levantó para quedar a su altura, viéndolo a los ojos y haciendo que el rubio se sonrojara más fuertemente.

-Gracias por avisar, de todas formas- el chico, pelinegro de rasgos gatunos le agradeció y con un gesto de cabeza fue alejándose lentamente por la hierba que los rodeaba.

-Espera- la voz del chico se escuchó fuerte a sus espaldas sacándole una pequeña sonrisa con la que mostraba sus rosadas encías.

Se paró en seco y se giró sobre sus talones para encontrarse de frente con el rubio.

-Soy Park Jimin- dijo con una sonrisa haciendo que sus ojos formaran dos líneas.

-Encantado Park- contestó el otro dispuesto a irse otra vez dejando a Jimin con la palabra en la boca.

-¿No vas a decirme como te llamas?

El pelinegro volvió a sonreír y negó repetidas veces con la cabeza como espantando algún pensamiento. Jimin lo miraba interrogante con una media sonrisa y el corazón latiendo rápidamente.

-Suga- soltó y sin más volvió a caminar en dirección a la salida del parque.

-Pero... eso no es un nombre, espera- el rubio no se quedó atrás y lo siguió a pasos rápidos hasta quedar frente a él- Dime tu nombre de verdad.

Esta vez intentó dar una apariencia seria cruzandose de brazos y frunciendo el ceño, pero todo resultó en vano pues para el pelinegro verlo de esa forma era más tierno que los vídeos de gatitos que veía cuando estaba aburrido. Y es que ver las mejillas del chico infladas intentando dar un aspecto intimidante no lo ayudaban en nada.

-¿Por qué quieres saber mi nombre, Minnie?

Jimin se volvió a sonrojar escandalosamente al oir ese apodo de los labios del mayor pero intentó disimularlo frunciendo más el ceño.

-Estúpido, te dije mi nombre, ahora yo quiero saber el tuyo, ¿no te han enseñado modales en la escuela?

-Primero, no te he preguntado como te llamabas canijo, y segundo, Min Yoongi- y dicho eso agarró al chico del brazo y lo apartó de su camino tomándolo desapercibido, así que empezó a correr y desapareció después de salir por la gran puerta del parque, dejando a un aturdido Jimin.

-Al menos lo he conseguido- se encogió de hombros y con una sensación extraña en el cuerpo se marchó también del parque rumbo a algún lugar de la ciudad antes de volver a su hogar o a prepararse para su próxima misión.

Ese fue el primer día en el que los protagonistas de esta historia supieron el uno del otro, sin pensar que se volverían a encontrar al día siguiente en el mismo lugar y a la misma hora, sin pensar que el destino había querido que sus vidas se cruzaran en ese parque por algo. Porque sus vidas acababan de dar un cambio increíble y se darían cuenta más adelante.

-¿Estás otra vez aquí?

Conocía esa voz, era la voz del chico que ayer lo había molestado mientras miraba la puesta de sol, Jimin.

-¿Te molesta acaso?- Yoongi giró su cabeza para poder verlo mejor.

El rubio sonrió y se sentó a su lado cruzado de piernas, perdiendo su vista en la larga extensión de césped frente a ellos.

-Creo que voy a venir aqui más a menudo- dijo notando la mirada del pelinegro en él.

-Bah, haz lo que quieras- Yoongi retiró su vista del rubio y éste aprovechó para sonreír victorioso.

-¿Cuántos años tienes?

-Más que tú seguro.

-Bueno, pues yo tengo veinte.

-Veintidós así que soy tu hyung.

-¿Siempre respondes así de borde a todo?- preguntó Jimin girandose para poder ver mejor al pelinegro encontrándose con que él también lo miraba- Sí te molesto puedo irme y no volver más.

Dicho eso se levantó del césped e hizo ademán de alejarse e irse, pero una mano lo agarró de la suya propia y lo paró en seco.

-Quédate, me gusta tu compañía, aunque he de admitir que a veces eres molesto.

Jimin rió ante lo dicho y se sentó de nuevo, más cerca del pálido.

-Así que te gusta mi compañía eh- dijo pasando un brazo por sus hombros.

-No hagas que lo retire- Yoongi apartó el brazo bruscamente y lo miró de arriba a abajo- ¿Quieres ir a cenar?

-¿Es una cita?- preguntó el rubio con picardia.

-¿Quieres ir o no? Tengo hambre y no estoy para tonterias- a Yoongi se le escapó una pequeña sonrisa al escuchar al rubio decir lo anterior pero la escondió cuando vio como éste lo seguía mirando.

-Sí tanto te apetece que vaya...- respondió haciéndose el desinteresado.

Siguieron mirándose unos segundos más, sin decir palabra alguna, solo mirándose a los ojos como si en ellos estuviera lo más interesante del mundo. Eso es lo que pensaba Yoongi de los ojos del menor, el veía estrellas en ellos y eso le reconfortaba más de lo que pudiera llegar a imaginar.

-¿Nos vamos? ¿O me vas a seguir mirando como un acosador?- la voz del rubio llegó a sus oídos sacándolo del trance y devolviéndole a la realidad.

Una donde estaban ellos dos sentados en el césped de un pequeño parque en el centro de Busan, donde el día anterior se habían conocido y ahora iban a ir a cenar juntos, una en la que después de cenar harían algo divertido, como ir al cine o a una discoteca, o directamente irse a sus casas y darse sus números de teléfono para volver a hablar, una realidad en la que a Yoongi le habría gustado quedarse más tiempo, pero el tiempo haría que eso nunca pasase. Y de llegarlo a saber tal vez se habría alejado del rubio y no volver a saber nada de él, solo por no sufrir como lo haría en un futuro. Su pequeña estrellita, como lo había apodado más adelante, su estrellita Park Jimin.

The astronomer and the starDonde viven las historias. Descúbrelo ahora