El accidente

77 5 0
                                    

Chuuya de verdad odiaba  tener que escribir cuando no tenía inspiración. Había veces que incluso consideraba salir de su carrera, es que era tan frustrante. Ya llevaba horas tratando de escribir algo decente pero nada llegaba a su mente.

Desesperado desvío la vista de ese trabajo y empezó a buscar la inspiración en su habitación. No era muy grande pero era algo, un armario de color negro, una cama simple con sábanas blancas y rojas y una gran ventana que mostraba el bello atardecer de Yokohama y aun con todo eso no había nada, ni una pizca de inspiración.

Chuuya agarró el trozo de papel enfrente de él y lo arrugó hasta volverlo bolita, acto seguido lo arrojó al basurero, el cual ya llevaba varias bolas de papel.

Chuuya sacó otro papel y agarró una pluma para intentar escribir algo, se mantuvo quieto un momento y la soltó, bajó la cabeza y se apoyó sobre el escritorio.

- ¡No tengo nada!

Su mirada se fijó en un pequeño folleto que se posaba en su escritorio, lo agarró y vio que era un folleto acerca de un nuevo museo muy cerca de su casa.

Talvez...

No

Pero estaba bloqueado, tal vez yendo al museo podría distraerse y así despejar su mente.

Chuuya se levantó del escritorio, se arreglo un poco, guardo algunas cosas en su pequeño maletín, abrió la puerta y se fue.

El museo era grande con una bella estructura hecha de roca, columnas muy altas que sostenían el techo, bellos diseño hechos a mano en cada una de las paredes, un gran lugar para construir un museo por su distintiva estructura en una gran ciudad . 

Chuuya entró al museo y estuvo viendo las exhibiciones con mucho interés, la historia le fascinaba, ver las cosas encontradas de hace años era algo increíble, prestó particular atención a dos espadas de hoz con rubíes  incrustados en el mango que estaba hecho de oro, las armas estaban rodeadas de vendajes, por alguna razón Chuuya sintió una conexión inmediata con ellas, había algo...que se le hacía muy familiar....pero ¿que era?

Chuuya busco alguna inscripción que dijera a quien  le pertenecieron pero no encontró nada, haci que decidio preguntar: 

- Una disculpa pero al parecer aquí no dice nada sobre de quien eran estas armas ¿usted sabrá de quién eran? 

El trabajador sonrió. 

- No se a descubierto todavía quien era el dueño original de las hoces, la única información que podría darle es que estas le pertenecieron a un príncipe egipcio, el cual también es dueño de las vendas, pero todavía no se sabe el nombre, lo lamento-  respondió el trabajador

- Oh... Entiendo, muchas gracias - Chuuya estaba algo decepcionado por no saber de quién eran las hoces pero por lo menos sabía algo. 

Siguió observando aquellas armas por mucho tiempo sentía una extraña conexión con ellas, pasado un tiempo Chuuya decidió seguir con su recorrido por el museo, había muchas cosas lindas y interesantes pero no estaba muy concentrado, las hoces y la razón de esa extraña conexión que sentía con ellas siempre rodeaban por su mente. Al terminar volteo su vista de nuevo hacía el lugar donde se encontraban las  hoces y luego se fue.  

Su mente estaba muy dispersa desde que vio aquellas hoces tan particulares, llegando a su departamento seguía pensando en eso, llegó al ascensor y marcó el número en donde se ubicaba su apartamento, empezó a subir pero de la nada se detuvo y todo comenzó a temblar.

- Que mierda - Chuuya no sabía que estaba pasando.

El ascensor comenzó a temblar más y más, mientras las luces comenzaron a parpadear hasta que finalmente se apagaron. Chuuya ya casi no podía ni mantenerse de pie no entendía qué estaba pasando o acaso...¿Un terremoto? El ascensor se agitó más y Chuuya quedó estampado en el vidrio de este, lo cual provocó que el vidrio se rompiera y Chuuya cayera al vacío...




Chuuya despertó de golpe, todo parecía ser una pesadilla, abrió los ojos y no creyó lo que vio..¿Estaba en el desierto?

No

No

Esto no estaba pasando, seguro era un sueño, eso un sueño era imposible que en verdad estuviera en el desierto pero había muchos otros factores que apuntaban a que esto no era un sueño y Chuuya ya no sabía qué pensar.

De repente Chuuya sintió un dolor punzante en su brazo y pierna, al ver se dio cuenta de que restó de vidrio cortando su frágil piel, lo cual dio decisión a que no era un sueño y en verdad estaba perdido en el desierto. Logró levantarse pero el dolor no lo haría mantenerse por mucho tiempo de pie. Tenía que buscar ayuda.

Chuuya empezó a caminar pero el dolor lo estaba matando, siguió y siguió hasta que pudo vislumbrar lo que parecía ser un bazar. Chuuya entró a aquel lugar aunque nadie le prestó demasiada atención, parecían estar viendo algo mucho más importante que un hombre herido, Chuuya se acercó con curiosidad.

Un gran elefante empezó a caminar cerca de ellos mientras las personas se arrodillaban ante él.

- Abran paso, abran paso al príncipe Dazai - lo que parecían ser guardias comenzaron a pasar.

¿Príncipe Dazai? Se repitió Chuuya en su cabeza, nunca oyó el nombre de ese príncipe, así que empezó a ver con más curiosidad.

La gente al lado de Chuuya comenzó a dejar paso al elefante, ya que se estaban interponiendo en el camino. Chuuya intento hacer lo mismo pero su cuerpo ya había perdido demasiado sangre y Chuuya cayó inconsciente en el suelo.

Uno de los guardias empezó a empujar el cuerpo del pelirrojo fuera del camino sin importarle nada.

-Espere, llevalo a mi palacio - el príncipe hablado

-Como ordene majestad

-Y con cuidado - ordenó el príncipe 

Un silencio se apoderó de aquel bazar, mientras que el príncipe volvía devuelta a su palicio. Ni el mismo principe sabia por que habia ordenado que un simple plebeyo estuviera en su castillo, él no era amable, era una persona frio y sin emociones o eso era lo que decía la gente del pueblo ¿Porque queria salvar a una persona que acababa de conocer ?




-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎-♦︎

Hola, espero que les esté gustando mi historia, tratare de actualizar seguido, aunque no les prometo nada 

Bueno sin más que decir me despido, adios 

El príncipe y su viajeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora