2

659 58 27
                                    

Deseaba matarlo.

Tuvo que cancelar un pequeño partido de basketball con uno de sus pocos amigos con tal de llegar inclusive 10 minutos antes a su sesión de estudio con el albino. Trató se hacer las pases, olvidar todo lo desagradable de ese sujeto ya que, ¿Quién era él para juzgar?, pensamiento que lo motivo a comprar dos bollitos rellenos de crema para comer con su compañero, y no simplemente abrirlo frente a para antojarselo y no invitarle.

No mentiría, considero hacerlo y alborotarle el hambre al molesto idiota que tenía como pareja, pero sus propios principios no le permitían jugar de esa forma con las personas.

Todavía con todas las molestias que le hizo pasar, el muy maldito llevaba más de media hora de retraso, además de que ni siquiera le había dejado un número telefónico para contactarse, así que que prácticamente lo dejo planteado sin previo aviso.

Tomó sus cuadernos para acto seguido guardarlos dentro de su mochila con enojo, si el albino había obtenido la felicitación de su profesora por haberle escrito una carta a su ex o lo que sea, de seguro que podría hacer lo mismo.
¿O que tal una carta para él?

—Si bueno, derrochando perfección y dinero, abusando de los demás, creyéndose un dios, no deja que nadie lo toque como si tuviera un campo de gravedad al rededor suyo, pero este no hace que el aroma a Colonia barata se quede encerrado con su estupidez— Recitó su idea en voz alta cerrando su mochila de golpe, no lo necesitaba a él para "crecer" personalmente. Estaba rodeado de familia y amigos, de seguro podría hacer ese proyecto por su cuenta; sin embargo, al darse la vuelta, se percató de aquellas gafas de sol que tanto caracterizaban al destinatario de su carta.

—Mi colonia vale al menos el cuatruple de tu matricula, y dudo que puedas pagar cualquiera de esas dos— respondió hábilmente la persona a la cual le dirigía todos sus insultos con una sonrisa socarrona entre sus labios —No esperes que sea puntual, ese nunca ha sido mi fuerte— Fue todo lo que recomendó antes de sacar un par de libros de su mochila.

—¿Y yo si tengo que estar a tu disponibilidad? — cuestionó el pelinegro sintiendo como la rabia volvía a su ser debido a ese tono tan descarado que tenía —Te recuerdo que es un equipo de dos, así que los dos debemos llegar a un acuerdo—

—Mira la cosa esta así, yo puedo con mi proyecto solo, pero tu, no tienes ni siquiera el borrador, así que el que tiene más cosas que perder eres tu—

Suguru se levantó de golpe indispuesto a permitir que lo pisotearan de esa forma —Creo que las cosas están claras, ni yo te necesito ni tu a mi, pero ambos necesitamos esa calificación perfecta, así que haz un esfuerzo por ser menos imbecil, ¿Quieres? —

Satoru rio en voz baja —Tienes carácter, otra persona se hubiera puesto a llorar ahí mismo— Se burló extendiendo su mano —Trató hecho Sugoru—

—Suguro Geto— Corrijio tomando asiento nuevamente —Dame tu número y hablemos después sobre los días que podamos reunirnos— pidió mientras sacaba sus propias libretas, notando cómo repentinamente el albino dejaba un poco esa actitud fastidiosa por un momento, ¿Todo había sido una clase de prueba; o simplemente se estaba burlando de él?

—Toma— Satoru escribió en un fragmento de su cuaderno su número telefónico, para acto seguido arrancar la hoja y dársela al pelinegro, quien de mala gana volvió a sentarse mientras guardaba el papel en su cartera, odiaba admitirlo pero parecía que Gojo tenía una caligrafía bastante elegante comparada a la suya —Se supone que te ayudaré a hacer tu carta, que deberá ser algo así como la conclusión de la mía, ¿No? — Geto asintió — Pero todavía no tienes nada— Se burló mientras se cruzaba de brazos provocando la molestia del otro nuevamente —¿Al menos tienes a alguien a quien dedicarle una carta? —

Eclipse (Satosugu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora