TRIHÍBRIDA WHITE [ !ACTUALIZÁNDOSE! ]

34. OJOS NUEVOS, ALMA HERIDA

MADDIE

Me desperté con el cuerpo adolorido, todos los recuerdos aparecieron en mi mente como un balde de agua fría.

Abrí los ojos, veía borroso pero al menos veía.

Tanteando con las manos, salí de la habitación hacia el patio en donde olí demasiados aromas, de inmediato supe que estaba en Fort Point.

Mierda.

—Cachorra —me llamó Amelia en un grito para correr a abrazarme.

—Gracias a la Luna que estás bien —dijo Nathan acercándose ami para abrazarme con fuerza— Mi pequeña beta.

Me dejé abrazar, su aroma me calmó un poco la ansiedad de ser el centro de atención.

Al menos alguien me había cambiado la ropa y me habían aseado, ya no apestaba.

—¿En donde estuviste estes meses? —me preguntó James apartando a Nathan de mi lado, para abrazarme.

Luego me ayudó a sentarme, en lo que supuse que eran las mesas del patio.

—En una fábrica abandonada, en donde transformaron a mi manada —dije cerrando con fuerza los ojos.

—¿Porque no escapaste antes? —preguntó Josh.

Joder, ¿porqué no se me había ocurrido antes? Que tonta soy.

—Tal vez porque me estuvieron torturando durante doce malditos meses, estuve atada con cadenas de criptonita que inhabilitaban magia. Me inyectaban malditas inyecciones induciendo mi celo, mientras me daban baños de agua fría con electricidad, me golpeaban y me cortaban —gruñí con sarcasmo para agarrar mi cabeza con fuerza, al notar el dolor de todo mi cuerpo— Pienso matar a ese maldito —murmuré apretando mis puños con fuerza.

—¿A quien? —preguntó Nick confuso.

—Al supuesto hijo de Marie, la bruja que intentó matarme aquí.

Apreté mis puños.

—¿Tenía un hijo? —preguntó Jenna.

—No se ni quién era. No dejó que oliese su aroma, pero conozco su voz y lo haré pagar como que llevo la sangre de Mark —gruñí.

Noté como mis colmillos salían por el enojo, mordí mi labio provocando la sangre.

—Tus ojos —susurró Lydia apenada.

Yo bajé la cabeza, no quería la compasión de nadie.

—Hice lo que pude —dijo Piper— Tienes uno verde y otro más claro ya que lo tenías muy dañado, pero pronto verás con normalidad.

—Gracias —susurré.

Adios a esa oscuridad, al menos veo borroso por ahora.

—Lo siento —murmuró Alec.

Olí un aroma a tristeza en él.

Que le den, quise pensar. Más mi jodido corazón latuía desbocado por tenerlo cerca de nuevo.

Si cuando inducieron mi celo, hubiese estado con él...