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Él ni siquiera sabe cuándo pasó exactamente, no sabe en qué momento fue que todo aquello sucedió, tampoco cómo, ni por qué. Es gracioso ver cómo funciona la vida y cómo trabaja el destino, el cómo todo fluye de manera tan extraña que ni siquiera sabes cómo llegaste hasta ese punto. Él no lo sabe. Pero de lo único que está bastante seguro, es que se arrepiente completamente de haber creído que todo se arreglaría con el tiempo.

No fue su culpa del todo, es sólo cosa de pensar, ellos siempre se odiaron. Aunque nunca existieron motivos aparentemente. Desde el primer momento en el que se vieron, una extraña rivalidad nació entre ellos como por arte de magia. No había necesidad de hablarse para saber que el odio era un sentimiento mutuo, aunque claro, era más evidente en uno que en el otro.

Ni siquiera se conocían, pero en cuanto sus miradas se cruzaron por primera vez, sólo una cosa era segura; No se agradaban. O bueno, así fue como ambos lo interpretaron.

- ¡Oye maldito bastardo!

Ese grito le hizo soltar un suspiro de cansancio. No se sentía de humor para tener que lidiar con aquello, más bien, nunca estaba de humor para eso ¿Qué acaso no podía tener un solo día tranquilo? ¿Qué mal había hecho para tener que vivir todo eso? No lo sabe, pero debió haber sido algo grave. Se arrepiente, aunque no sepa de qué.

¿Estaría mal si lo ignora? Sí, definitivamente. Ese maniático era capaz de todo con tal de obtener lo que quería. No era buena idea sólo ignorarlo y ya, aunque ganas no le faltaban.

Pero, haciendo uso de toda su tranquilidad, dio media vuelta para encontrarse con unos amenazantes ojos rojos y un ceño fruncido.

- Bakugo...

- ¡¿Qué carajos fue eso?! ¡Ese intento de pelea fue patético! ¡Hiciste el ridículo con esa porquería de ataque y defensa! ¡¿Acaso estás jugando conmigo?! – lo tomó fuertemente del cuello de su camisa, acercándolo a su rostro lo suficiente como para que el bicolor sintiera cómo la caliente respiración del rubio le golpeaba la cara. Era molesto.

- Yo no estoy jugando contigo – respondió apacible, tomando la muñeca del mayor para intentar soltarse – Lamento que no consiguieras el enfrentamiento que querías, tendrás más suerte con otro oponente.

- ¡NO ME TRATES COMO UN IMBÉCIL MALDITO BASTARDO! – apretó aún más el agarre en la prenda, para después bajar la voz a un tono más ronco y molesto – No soy un maldito débil que no pueda contra tus asquerosas habilidades. Más te vale que me tomes en serio sino quieres que te reviente la cara a golpes, imbécil.

Empujó a Shoto y se puso en posición de combate, listo para pelear aunque se encontraran en los vestidores de la academia. Tratándose de defender su orgullo y demostrar lo capaz que era, a Katsuki ciertamente no le importaba meterse en problemas, él sólo quería ganar, demostrarle a ese molesto sujeto que él era más que suficiente para borrarle esa tranquilidad del rostro. En serio quería destrozarlo, no importaba las consecuencias que eso traería.

Por el contrario, Shoto sólo bufó. La actitud tan competitiva y egocéntrica de ese chico era molesta. Realmente odiaba tener que pasar por este tipo de situaciones que requerían de más paciencia que con la que contaba en ese momento. No estaba en su mejor posición, así que prefería ahorrarse los problemas, aunque eso significara humillar a Bakugo nuevamente. Realmente no le importaba.

- No tengo tiempo para esto – dijo dando media vuelta para alejarse.

Logró escuchar un gruñido y sintió un aura bastante pesada en el ambiente, así que se apresuró a congelar la zona antes de que el rubio se le lanzara encima. Sus piernas quedaron congeladas hasta las rodillas, con un hielo lo suficientemente grueso para sostenerlo por un rato.

PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora