"¿Crees que este nos puede servir?" preguntó Regmus a su hermano. "Claro que sí. Mírale, es grande y musculoso, su cara da miedo y no huele a alcohol" respondió Bhalnus. Los dos hermanos le miraron sin ninguna discreción. A pesar de esto, ni él ni su acompañante se dieron cuenta. Después de un rato, el primero le preguntó a su socio "¿Crees que es una buena idea repetir con un semiorco? La última vez que tuvimos uno la cosa salió mal. Ya lo sabes". "Sí, sí lo sé. No me hagas recordar esa historia. Qué horror. Le he estado observando y parece pacífico. Desde que le investigo nunca se ha metido en una pelea. Además, no lleva cicatrices visibles". El más joven de los dos respiró más tranquilo al escuchar esa afirmación. Él seguía teniendo dudas de que fuera una buena idea, o de que él quisiera aceptar su propuesta. A pesar de esto, miró en silencio como su objetivo caminaba y se perdía entre la muchedumbre.
Ese día era especialmente húmedo y caluroso, pero a pesar del sol y del sudor, él estaba delante de la puerta del templo de Deneir. Éste estaba un poco alejado del centro de Yabolchnik, pero los fieles de esa deidad eran más propensos a dar limosnas a los mendigos que los de Azut o Gruumsh. Además, Lechuga también sentía predilección por ese lugar, ya que estaba cerca del barrio donde habitan los gnomos. Por tanto, no era extraño que mientras Goko pedía caridad su amigo desapareciera durante unas horas. El semiorco nunca le preguntaba qué había hecho durante su ausencia y él nunca se lo contaba.
Fue en ese día en el que el sol quemaba en el que dos enanos, uno de barba marrón y el otro de barba negra, ambos vestidos con ropas oscuras y elegantes se le acercaron.
- Buenos días, buen hombre – dijo uno de ellos.
- ¿No crees que hace mucho calor? – replicó el otro.
- Sí, hace mucho calor – afirmó el primero en hablar.
- ¿Y sabes que es lo mejor para el calor? – respondió el otro.
- Un poco de agua fresca, evidentemente – exclamó el de la barba negra.
Goko los miró sorprendido, ya que no estaba acostumbrado a que unos completos desconocidos le hablasen con esta naturalidad. Es más, se preguntó si se estaban dirigiendo a él o a otra persona. Se giró, observó que detrás suyo había una pared. Miro a sus lados y no vio nadie más que pudiera ser su interlocutor. Por tanto, asumió que le hablaban a él.
- Exacto, aquí tienes señor, un poco de agua fresca. – explicó el del pelo marrón.
- Agua sacada del manantial de Delb – apuntilló el mayor de los dos.
- Esta es el agua más fresca de la región – aseguró el hermano menor.
- Sí señor, no encontrarás un agua mejor. – opinó el que se hacía llamar Regmus.
- Beba, no tenga miedo de beber, que seguro que le irá bien. – asintió Bhalnus.
- ¿Cómo no te va a ir bien con este calor?
Goko los observaba, impávido y atosigado, incapaz de decir una palabra. Le resultaba hipnótico ver como ambos se completaban las frases, la agilidad con la que se expresaban, la verborrea que tenían. Por este motivo estuvo unos segundos en silencio, sin saber cómo reaccionar. A pesar de esto, aceptó agradecido el agua y se la bebió de un sorbo. Esos hombres tenían razón, necesitaba hidratarse y esa agua le vino muy bien.
Una vez su sed fue calmada sus dos interlocutores volvieron a hablar. Lo hicieron de la misma manera que lo habían hecho antes. Uno empezaba la frase e inmediatamente después el otro la completaba, sin dejarle tiempo a intervenir, sin darle la oportunidad de asimilar lo que se le había dicho, sin que Goko pudiera pensar.
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Lechuga. Esta historia no va de verduras.
FantasySpoiler: esta historia no va de verduras ni hortalizas. La aparición de cualquiera de estas es mera coincidencia. Lechuga es un goblin. Aunque técnicamente no sea un goblin y sus padres nunca le hayan bautizado como Lechuga. Pero a ojos de todo el m...