Era Navidad aquel día , estaba solo en casa y no tenía nada para comer y moría de hambre. Sali de casa en busca de una tienda de conveniencia, cuando llegue a una entre , decidí comprar comida instantánea . La prepare y me senté en una mesa del lugar , pasaron algunos minutos y cuando voltee te vi en la mesa de enfrente, también me viste y nos sonreímos pero ninguno se acercó.
Fue curioso ver como ambos nos encontramos en la puerta a punto de salir al mismo tiempo. "¿Qué tal?" dijiste, "¿Cómo te va?", respondí. No sé en qué momento pero comenzamos a caminar juntos y tampoco supe en que momento habíamos llegado a tu departamento.
"Me voy" dije cuando tu abriste la puerta, aunque anhelaba que me invitaras a pasar, "¿No entras?" y lo hiciste. Asentí fingiendo duda cuando en realidad era eso lo que quería.
Era un departamento bastante grande para alguien que vivía solo, parecía bastante oscuro y triste, quizás no solías tener visitas a menudo o eso supuse al ver un desorden algo notorio.
"¿Quieres algo?" preguntaste desde tu cocina, te miré sin saber muy bien que pedir, levantaste una lata de cerveza y yo asentí.
Tu sofá no era muy amplio, pero cambiamos los dos sin incomodarnos en lo absoluto la cercanía, colocaste música desde Spotify y comenzamos a charlar, aunque más bien parecía una plática sobre mí. "He hablado sobre mi todo este rato, cuéntame sobre ti" te dije pero te negaste y dijiste:" La próxima vez que nos veamos quizás sea mi turno".
Internamente me emocione, querías o tenías planeado que hubiese una siguiente vez y eso me puso feliz.
Dijiste que tenias ganas de fumar, tomaste un cigarro y un encendedor y caminaste hacia tu pequeño balcón, yo te seguí por detrás a escasos centímetros, encendiste tu cigarro y le disté una lenta y larga calada y de la misma manera soltaste el humo, "¿Quieres?" preguntaste pero me negué, odiaba el tabaco y a las personas que lo consumían, pero verte a ti fumando fue lo más atractivo que había visto en mi vida.
Terminaste el cigarrillo y tomaste mi mano para volver adentro, estabas helado, pero se sentía bien tu tacto, volvimos a nuestras posiciones en el sofá y puedo asegurar que esta vez estábamos más cerca, pude comprobarlo poco después cuando nos miramos fijamente, frente a frente y sentir nuestro aliento chocar, me miraste a los labios y sin perder el tiempo me tomaste de la nuca con suavidad y juntaste tus belfos con los míos. Una explosión se formó dentro de mí, no sabía si era el alcohol o tu embriagante sabor, que a pesar del tabaco estaba tan presente ahí, era dulce, muy dulce.
No sé cuánto paso, pero nos separamos un poco agitados, nos miramos y parecías estar preocupado como si acabaras de hacer un mal, te sonreí para darte confianza y esta vez fui yo quien junto nuestros labios, a pesar de que el beso era lento se sentía intensidad en él.
Así transcurrió la noche, no necesite nada más en aquel momento y puedo decir que mi mejor Navidad en mucho tiempo.
Desperté con malestar en mi cuello, quizás fue la mala posición en que dormí la noche anterior, pero me puse feliz en cuanto recordé lo acontecido y cuando te vi a mi lado durmiendo.
Te observé unos minutos hasta que despertaste, me sonreíste y agradecí en mi mente por habernos encontrado la noche anterior.
"¿Pasaste bien la noche?" preguntaste un poco adormilado, asentí.
"¿Estás libre hoy?" pregunte con la idea de pasar el resto de día contigo. "¿No tienes clases?" respondiste, "¿Y tú?" contrataqué. "Bien tú ganas, "¿Qué quieres hacer hoy?" sonreí complacido.
Pasamos juntos el resto del día en tu casa, mirando películas, series, escuchando música, charlando y compartiendo el tiempo, apenas te conocía pero realmente la pasaba bien contigo.
Las horas pasaron volando, sin darnos cuenta de nuevo era de noche, "Deberías quedarte de nuevo" dijiste, no respondí, sólo me recosté en tu alfombra junto a ti.
Luego de un rato te quedaste dormido, yo te observaba y pensé que no sería tan malo dejarte entrar de lleno en mi vida.
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