妄想

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Las flores favoritas de Ryusei eran las anémonas, hechas de amor frágil, efímero. Fueron las mismas que, luego, deseó que cayeran sobre su lápida como adorno fúnebre y marchito.

Pero Chifuyu sólo tenía rosas.

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» oneshot, angst, paranormal, ¿terror psicológico? ; AU

» escenas visualmente desagradables (¿gore?), pensamientos autodestructivos, autolesión

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Chifuyu sólo recordaría una cosa. Que llovía como si el cielo se estuviera cayendo a pedazos.

Gruesas gotas heladas se estrellaban contra el suelo en una corriente constante que atronaba en sus oídos. Los nubarrones grises se arremolinaban allí en lo alto, creando de un día soleado una tormenta primaveral y salvaje. El vertiginoso resplandor de un relámpago iluminó lugares recónditos entre los panteones y las tablillas de madera.

Un puñado de muñecos teru teru bōzu se balanceaba en las rejas del cementerio. La tinta de sus rostros felices se corroía y rompía la armonía de su cometido, colgando como ahorcados.

Sus dedos lo liberaron. Un pequeño ramillete de rosas cayó sobre la piedra fría y reciente que, algún día, encontraría llena de musgo y bichos.

—Lo siento —gimoteó, cubriéndose la cara con el antebrazo —. Sé que tus favoritas son las anémonas, las flores que son hijas del viento.

Atrapado en un vendaval de lágrimas que se confundían con lluvia, las letras difusas de un nombre se resistían a aclararse para él. Estaban grabadas en la lápida, aún legibles y claras. No tenía necesidad de mirarlas, tampoco, pues sabía aquello que rezaban.

«Ryusei Satō
1998-2022»

—... el dios Céfiro se enamoró de quien no debía, de una hermosa ninfa que fue convertida en esa flor por la celosa esposa de él —una débil sonrisa cruzó su boca al recordarle, al recordar su voz contándole la historia —. Pero, nunca me dijiste que se consideraba la flor del amor frágil...

La ropa mojada lamía su cuerpo con ansia, volvía húmeda la gasa que cubría la herida de su abdomen. Hacía apenas unos días había estado abierta, repleta de cristales que fragmentaron su reflejo y futuro para siempre. Era curioso ver cómo un segundo, una ínfima fracción de tiempo en medio de la eternidad, era suficiente como para torcer su vida.

Ni siquiera había podido ir al funeral. Su cuerpo había estado en coma inducido durante tres días y, al despertar, ya había perdido todo. Ryusei. El amor de su vida estaba ahí, a su frente, y lo único que podía hacer era apretar los puños y llorar delante de esas ridículas rosas.

Illusion || RyuFuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora