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Normalmente diría "¿No tienes nada mejor que hacer?" Pero cuando la chica más linda, inteligente y amable de su clase le propone jugar al ajedrez no puede negarse. Aunque la respuesta más lógica y acertada, es que está locamente enamorada de ella.
— Me encantaría, Yaomomo —pronunció con una sonrisa pasmada en su rostro. La pelinegra no pudo esconder su entusiasmo, estaba más que claro al verla mover sus manos tan alegremente.
— Muchas gracias, Nomi-san —su tono formal seguía allí incluso después de dos años juntas siendo compañeras de clase.
Acordaron verse al terminar el horario escolar, en la habitación de la más baja. Ya que estaba segura de que le daría claustrofobia un espacio tan reducido como el cuarto de Momo.
Estaba extremadamente nerviosa, después de todo lleva más de una hora y media tratando de encontrar el atuendo "indicado". Maldijo su inseguridad y mandó todo a la mierda. Unos jeans negros rasgados con unas botitas marrón claro era su mejor combinación hasta el momento. Estaba en duda si llevar su blusa rosa o una camisa celeste.
— Maldición, solo vamos a jugar ajedrez —mordió su labio con impotencia, detestaba preocuparse de más. Tomó la blusa color rosado derrotada y retocó un poco el brillo labial. "Pareces idiota" se dijo a si misma, y realmente lo era.
Tres toques en su puerta alteraron su corazón, acelerando sus latidos. Inhaló el aire que de pronto sintió faltar en sus pulmones. Giró el pomo de la puerta, abriéndola con una sonrisa enamorada.
— Oh, lo siento. No sabía que ibas a salir —su sonrisa se esfumó al ver a Kirishima del otro lado de su puerta.
— ¿Qué sucede? —su tono frío y distante le causó escalofríos al chico pelirrojo.
— Vine a dejarte los apuntes que me prestaste —con las manos temblando por los nervios Kirishima le entregó una carpeta color azul marino. Nomi se disculpó con una sonrisa por su mala actitud, no tenía la culpa de no ser la persona que esperaba.
— Lo siento, estaba esperando a alguien más —el pelirrojo negó con la cabeza, descartando sus disculpas. Luego de despedirse la fémina entró nuevamente a su habitación, lanzándose en la cama con desgano.
Cerró los ojos tratando de no pensar en nada. Y así fue. Lentamente y sin darse cuenta cayó dormida. El cansancio mental de la escuela la derrotó en una batalla de resistencia.
Despertó cuatro horas después. Revisó su teléfono desesperada, reprochándose por quedar exhausta. Aún así, no había ni un solo mensaje de la pelinegra. Sin embargo había mensajes del resto de sus compañeros, preguntándole por Momo. Al parecer no salió de su cuarto luego de terminar las clases. Algo pasaba y eso involucraba el ánimo de la más alta, siempre estaba haciendo alguna actividad sola o con sus amigos.
