Los rayos del sol de una fría mañana atraviesan las copas de los árboles, el trinar de los pájaros en estos y la música de los grillos en los arbustos acompañan el suave galope sobre la hierba de un caballo, cuyo jinete esta narradora no encuentra palabras para describir.
Con cada paso del caballo, aquel jinete se acerca más y más a un claro. Tan hermoso y etéreo como si de un lago en invierno se tratase.
El eco de un sonido sordo inunda el bosque al tiempo que el jinete baja del caballo, las hojas del frio otoño crujen a sus pies con cada pisada y se hacen más fuertes conforme se acerca a aquel claro. La luz del sol ilumina el claro, revelando algo que solo el jinete conoce.
Un listón...
Pero no es cualquier listón, es uno hecho a mano con viejos retazos de seda azul zafiro. Solo alguien usa esos listones y el jinete sabe bien de quien se trata.
Un poco desconcertado y preocupado camina rápido por el bosque, sin importarle que los animales por los que vino a cazar salgan huyendo al escucharlo. Más pronto que antes encuentra a la dueña del listón.
Su amada, cuyo amor es correspondido pero prohibido, quien está sentada al borde de un pequeño lago y sus pies rozando las tranquilas aguas, parece pensativa.
Se acerca a ella en silencio y en un rápido movimiento la atrapa en sus brazos, llenándola de besos.
Ella ríe.
-Me asustaste
-Lo siento-dice él sin dejar de besarla por toda la cara-
- ¿Qué haces aquí?
-Mi padre me envió por más bayas
-Sabes que puedes decírmelo, las habría llevado para ti
-Lo sé, pero...quería verte-sus mejillas se inundan en un ligero rubor-
Ver como sus mejillas blancas se tornan rojas de manera tan delicada, como si el mejor pintor del reino lo hubiera pintado, hacen que el corazón del jinete se acelere como el galope de un caballo corriendo por el bosque.
Sin pensarlo dos veces, la besa con tanta suavidad que para ella es como si sus labios fueran rozados por las mismas nubes.
El beso los sumerge a ambos en una nube donde solo existen ellos y su amor, que no se han dado cuenta de que alguien desde las profundidades más inhóspitas los observa con envidia y celos.
...
El amor entre el jinete y la dama florece como los crisantemos que florecen en otoño, un amor único y lleno de color y vida.
Pero nada es para siempre.
Una mañana particularmente fría, llega una nota a la cabaña de la dama.
"Nos vemos en el lago.
Att: A"
La dama, emocionada corre a su habitación donde se quita el delantal y cepilla su larga melena castaña antes de ponerse sus listones característicos. Al bajar, toma una capa y sale con la excusa de ir al mercado por algo de leche y queso.
Su padre, un hombre grande y robusto, no sabe que es la ultima vez que vera aquella tímida y amable sonrisa.
...
Cuando la dama llega al lago, grita el nombre de su amado jinete, pero su voz solo hace eco en el frio y aún oscuro bosque.
Conforme pasa el tiempo la dama empieza a preocuparse y piensa que tal vez solo fue una broma de su hermana hasta que alguien toca su hombro.
La dama al voltear, su rostro se ilumina al ver a su amado jinete.
-Empezaba a creer que era una broma de mi hermana-dice ella limpiando las pocas lagrimas que empezaron a caer por sus mejillas-
El jinete solo le responde con una sonrisa a su vez que su mano roza la mejilla de la dama, quien esta encantada por su trato hacia ella, que no se da cuenta que no es quien ella piensa que es.
Los minutos pasan y el jinete no dice palabra, la dama empieza a sospechar y delicadamente toma su mano.
-Amor mío ... ¿Qué pasa? Estas muy callado-habla ella preocupada y con el ceño ligeramente fruncido-
Él se queda callado pero su expresión cambia abruptamente y es cuando la dama nota sus ojos.
Tan fríos que la congelan y llenos de envidia.
La dama sabe de inmediato que es, pero, antes de que pueda hacer algo, aquel ser la silencia para siempre.
...
Más tarde esa mañana, el mismo galope suave se escucha en la hierba y el jinete vuelve a ver el listón de seda azul zafiro en el claro. Baja de su caballo y se dirige al lago sabiendo que encontrara a la persona que su corazón anhela todas las noches.
Cuando llega al lago, lo primero que nota es que este ha empezado a congelarse por el invierno que se acerca, pero hay algo extraño y antes de que pueda saber que es, la voz de su amada lo llama desde el otro lado.
-Amor mío- le dice ella dulcemente corriendo a sus brazos, donde él la toma y se aferra a ella, queriendo que nada ni nadie se la arrebate-
- ¿Qué haces aquí? -le pregunta confundido-
-Mi padre me envió por más bayas-le responde con una sonrisa-
Él jinete la mira encantado por su sonrisa, pero sus ojos son captados por un enorme cristal azul que cuelga de su cuello de el mismo listón que siempre usa.
- ¿De dónde lo sacaste? -dice tocando el cristal-
Rápidamente su amada aparta su mano, con un aire celoso.
-Lo encontré cerca del lago-su tono ahora es duro y sin amor, sus ojos reflejan hostilidad-
Él jinete se sorprende de su actitud y ella rápidamente se da cuenta de su error, cambia su expresión y regresa a su tono dulce y lleno de amor.
-Lo siento, es solo que...quería pedirte algo-sus palabras son empalagosas y engañan al jinete-
-Sabes que puedes pedirme lo que sea-ella sonríe ante su respuesta-
-Bueno...ya que eres hijo del herrero...quería pedirte si podrías hacer un collar usando esta piedra
Algo en el interior del jinete se sorprende ante la petición, pero su amor lo deja ciego, al igual que las dulces palabras de su amada que parecen embriagarlo como el vino.
-Lo hare, hare el más hermoso collar para la mujer que amo-dice completamente embriagado de amor-
La dama lo besa con pasón, sellando así un trato desconocido.
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Corazón de Zafiro
Short Story-Amor mío...-el amor florece como los crisantemos florecen en otoño...-