Prólogo

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Las luces del lugar hacían que me sintiera mareado, el vaso de lo que parecía ser ron había quedado olvidado en el suelo, pero yo no podía dejar de menearme, la música resonaba en mis oídos con intensidad mientras sentía su penetrante mirada en todo mi cuerpo.

Mis ojos se desviaron a donde él estaba, vi como dio un sorbo a su vaso aún sin quitarme la vista de encima, tal vez fue el efecto del alcohol - supongo que esa fue mi excusa - pero de alguna forma mis movimientos agarraron más intensidad mientras le devolvía la mirada, no pasó mucho hasta que sentí unas manos ajenas posarse en mi cintura, era un tacto ajeno, no era como el suyo; pero mierda quería que él al menos diera el paso, que ardiera en celos y al menos mostrara interés en mí, porque yo no podía seguir guardando esto, yo necesitaba más

Deje que aquellas manos desconocidas tocaran mi cuerpo, su mirada al instante se endureció, yo sonreí inocentemente. Si hubiera estado sobrio nunca me hubiera atrevido a hacer algo como esto, estaba arriesgándome, e iba por todo o nada, ganaba o perdía y yo no estaba dispuesto a perder

—Eres hermoso - aquel desconocido susurró en mi oído, ladee la cabeza algo ido por el alcohol - ¿Quieres que continuemos en mi casa?

Antes de poder responder a aquella propuesta, sentí como me apartaron bruscamente de aquel sujeto, parpadeé algo desorientado por el brusco movimiento; alcé mi vista logrando enfocar la cara molesta de Alek, reí sin saber por qué lo hacía, su vista de inmediato se dirigió a mi

—Nos vamos - ordenó, fruncí los labios

—No quiero - lo desafié tratando de soltarme de su agarre - Alek, yo no...

En un segundo ya me encontraba en su hombro siendo arrastrado a través del bar en dirección a la salida, todo estaba de cabeza así que inconscientemente me reí; no estaba lo suficientemente alcoholizado para vomitar, pero me dolía la cabeza, unos segundos después mis pies volvieron a tocar el suelo; cerré los ojos por el dolor, la sangre había ido a mi cabeza, al volver a abrirlos note que Alek tenía sus manos en mis hombros; su cabello negro iba al compás de la brisa de la noche y sus ojos verdes me miraban con ¿Enojo? ¿De...? no lo creo, su ceño estaba fruncido y sus labios en una línea recta; tal vez el alcohol me hacía admirarlo más de lo normal

—¿Qué coño fue eso? - dijo con voz dura, fruncí los labios

—Un baile - dije obvio, Alek cerró los ojos un momento como si implorara paciencia soltó un suspiro

—Y dejaste que otro te tocara - farfulló

—No eres mi novio Alek - hipé - Tú lo dijiste, somos solo amigos - de tan solo pronunciar aquellas palabras que él había dicho hace unos días hacía que mi corazón se rompiera aún más; maldito alcohol que me ponía sensible

Ya no sabía ni lo que hacía, Alek me tenía muy mal; tomar y arriesgarme solo por él no era algo sensato, yo lo sabía; él lo había dejado claro hace unos días solo éramos amigos, no podía seguir viéndolo, no podía seguir viviendo con él y menos debía estar enamorado, no podía seguir lastimándome, me sentía derrotado, di media vuelta y comencé a alejarme.

—¡Ian! - gritó, no quería voltear, rogaba que él me dejara en paz, rogaba que el entendiera que estar cerca de él me dolía - ¡Ian, joder, espera!

Su mano envolvió mi muñeca e hizo que volteara, tropecé con mis pies y caí de lleno contra su pecho, traté de contener las lágrimas al sentir su perfume invadiendo mis fosas nasales, sentí como sus largos dedos tomaron mi mentón con suavidad; alzó mi cabeza, haciendo que lo viera.

Y ahí en la oscuridad de las calles de Londres, sentí como mi corazón volvía a palpitar con fuerza, porque toda la atención de Alek estaba centrada en mí; mis ojos conectaron con los suyos, la mirada de Alek era molesta, pero sus pupilas estaban dilatadas y la vena en su cuello se había marcado, antes de poder abrir la boca, sus labios colisionaron contra los míos; solté un jadeo involuntario.

Alek me tomó de la nuca con fuerza y me acerco aún más a él; no era un beso romántico como aquellos que lees en los libros, era un beso cuando estas molesto y deseoso por algo más, mi espalda choco contra algo duro, siseé de dolor; pero Alek aprovecho eso para que introducir su lengua en mi boca; su pierna se colocó entre las mías; sus manos bajaron a mi cintura y la apretó con un poco de fuerza; unos segundos después se separó ligeramente de mí dejándome con la respiración irregular y las mejillas sonrojadas, su rostro aún estaba cerca el mío y así habló

—Eres mío y ningún bastardo puede ponerte las manos encima - sus dedos volvieron a tomar mi mentón haciendo que alzara la cabeza aún más, mi respiración era inestable y fuerte; él sonrió divertido - Siempre has sido mío, Ian

¿Pero qué estaba pasando conmigo?

Necesito más que amistad (PRÓXIMAMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora