Capítulo II

5 6 2
                                    

                   La Chica Del Club

***

El club está repleto pero soy cliente VIP.

Ventajas de enrollarte con el jefe...

La decoración está súper cool. Hoy es la noche de rojo y a excepción de los empleados que van de blanco y yo, todo el puto mundo está de ese color. La entrada y la barra están cubiertas de unas cintas, que debo decir que me gustan. Los centros de mesas son un poco cursis, pero modernos. Y para qué hablar del reservado. Las barandas de la escalera están envueltas en luces blancas, rojas y rosadas. Éste chico si sabe cómo sacar provecho de todo.

Busco con la mirada a mis amigos y me parece verlos en la cima. Subo las escaleras y por fin logro encontrar a todos. Están muy animados, supongo sea por el alcohol.

Jean está acompañado por una chica que parece ser su ligue, Valeria se encuentra con su novio Damian, junto a Marcos, Mery y Ralph; el dueño. No soy amante al contacto físico por lo que los saludo con una sonrisa mientras tomo lugar al lado de este último.      
— Pensé que no llegabas.— dice dándome un profundo, excitante y apasionado beso.
— Ya, no tenía pensado venir. Pero mi abuela se fue con su novio y no tenía nada mejor que hacer.— digo sin muchas ganas.
— Hey! Me alegra que vinieras.— dice Mery que parece estar ya borracha.
— Y yo me alegro de ver que te la estás pasando fenomenal.— le dedico una sonrisa mientras subo los pulgares.

Pasamos un rato hablando sobre temas que salían a medida que iba avanzando la noche. Ya para la madrugada las bebidas y uno que otro cigarrillo me tienen en las nubes y todo se me hace muy gracioso y sexy. Sí, cuando estoy colocada me pongo cachonda.

Son más de las tres y esto sigue lleno, aún con personas fuera. Tengo deseos de quedarme pero para mí sorpresa hace presencia mi conciencia recordándome que  tengo clases a las que asistir.

Tú como siempre tan oportuna...

Suspiro y me dirijo como puedo a mis colegas para anunciar que me marcho.
— Chicos ya me tengo ir. — todos suspiran y ponen cara dolida. Por lo que agrego—No quiero tener problemas en la escuela. Mañana nos vemos. Adiós. — digo y me doy media vuelta.

Me despido de Ralph y comienzo a abrirme paso entre la gente. Mis neuronas están más dormidas que Aurora y camino por inercia hasta que siento un líquido frío recorrerme todo mi pecho. Dirijo mi vista al frente y veo una chica que me mira aterrada por haber tirado su bebida encima de mi.
— Estás tonta!!— grito con una cara de ira que hasta a mí me acojonaría.
— Lo siento no te vi.— dice aparentemente apenada intentando limpiarme un poco.
—  Déjalo.¿ Vale?— le espeto y hago ademán de marcharme. Pero una mano me toma del brazo y me conduce hasta el servicio de damas.
— Si te lavas no olerá tanto.

La miro atónita, sin embargo, no digo nada más. Comienzo a lavarme y aprovecho a mojarme un poco la cara. Ya más sobria observo con cuidado a la chica que me acompaña. Es preciosa. Tiene los ojos azules, el cabello rubio y corto, hasta sus hombros para ser más exacta, con un poco de ondas largas. Es alta y muy delgada, pero bien dotada en todos los aspectos. La definición de sus músculos me dice que hace deportes. Sus ojos tienen un toque de inocencia mezclada con picardía, deseo. Es mayor que yo, quizá unos cinco años. Sus labios son de un color rosado y muy carnosos. Tiene un lunar cerca de su labio inferior.

Dios qué bella...

Tengo mi mirada fija en cada detalle de su anatomía. Me sorprende el descaro con el que la observo hasta que me doy cuenta y mis mejillas comienzan a ruborizarse. Me mira con detenimiento y veo como sus labios se curvan levemente hacia arriba. Poco a poco los lame y fija su vista en los míos.
— Tienes lindos labios— dice ahora dando un paso para acortar la distancia. La miro un momento y mis palabras salen a una velocidad fugaz. —  ¿Puedo besarte?— pregunto pero no espero respuesta y estampo mi boca contra la suya. Tiene unos labios suaves y  besa de maravilla. Recorro cada parte de ellos con la punta de mi lengua y logro abrirme paso al interior de su boca hasta que hago contacto con la suya. El tacto de su mano en mi pecho me produce un leve escalofrío. Atrapa mi lóbulo con sus dientes y se entretiene por un breve momento con él. Luego lo suelta y pasa a dejarme besos húmedos hasta el centro de mis senos. Se introduce uno en la boca y empieza a hacer círculos alrededor del pezón a una velocidad tortuosa. No tardan mucho en empezar a doler y es jodidamente placentero. Siento que voy a explotar en cualquier momento. Pero no lo hago hasta que desliza una mano por mi abdomen y se detiene en mi entrepierna.
— ¿Esto es por mi?— me pregunta con una pervertida sonrisa. Al ver que no contesto me presiona un poco donde está su mano . Me obligo a ahogar un gemido y abro los ojos. Su sonrisa se amplifica y vuelve a presionar un poco más fuerte. Y un escalofrío recorre mi  espina dorsal cuando comienza a dibujar pequeños círculos en mi sexo. Estoy a punto de acabar y se siente jodidamente bien. Ojalá y todos los días terminaran así.

Luego de tan placentero momento salgo del baño un poco aturdida. Ya está un poco más vacío. Diría que ya está al cerrar. Busco con la mirada la salida y me dispongo a caminar hasta ella. Me tropiezo con alguna que otra persona hasta que alcanzo a sentir la brisa fresca de la madrugada. Prendo un cigarrillo y comienzo a caminar. Escucho el murmullo de unas personas al final de la calle. Pero no le doy importancia, estoy ocupada pensando en ella, en el increíble momento que acababa de pasar.

Estoy en mis pensamientos. Divagando con ideas locas que llegan y se van, hasta que escuché un ruido y empecé a sentir miedo y una sensación un poco extraña. Siento que se me eriza todo el bello cuando una persona dice "mira qué cosa más mona va por ahí" e intento apresurar el paso.

No sé si son los nervios o es verdad pero cada vez los pasos están más cerca de mí. Mi respiración empieza ser inestable y eso me aterra. Siento mi corazón latir en mis oídos y las piernas me duelen y tiemblan. Las lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas. Quiero pensar que todo estará bien, que llegaré a mi casa y estaré a salvo. Pero no es eso lo que pasa.

— Hola preciosa.¿ Estás apurada?— dice uno que lleva una capucha.— No dices nada. ¿Por qué?
— Le comió la lengua el gato.— dijo otro entre risas haciendo que todos rieran. Yo estoy paralizada, no siento mis piernas y mis manos no paran de temblar.— Tranquila pequeña, no te haremos daño.

Luego de eso no recuerdo nada.

El Infierno De BellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora