Capitulo 1

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Parecía la hora adecuada para cualquier tipo de conversación, el sol era brillante hasta parecía que nos sonreía como si ni a él le importara todo aquel relajo que existía dentro de mi.

-¿En qué piensas Alex? –Dijo Marian mientras se llevaba a la boca un puño de las papas fritas que acaba de traerle uno de sus muchos admiradores.

-Seguramente en un hombre –Aseguro Gus sin darme oportunidad alguna de contestar aquella pregunta que había sido lanzada para mi.

-¡Un hombre¡ -soltó Luis en tono burlon

Empezaron a reír, de la manera que siempre lo hacían cuando  buscaban fastidiarme, estaba acostumbrándome a esto.

-Mañana hay examen de matemáticas y aun me falta mas de la mitad de la calificación necesaria para poder aprobar, tengo miedo. 

Pronuncie estas palabras intentando sonar de lo más natural y fingiendo que aquel momento de risas y cuestionamientos sobre en lo que podía estar pensando, simplemente no me afectaba. ¡Operación exitosa¡ enseguida todos comenzaron a hablar sobre el examen y se ocuparon en conseguir los temas y los posibles ejercicios de tortura que seguramente vendrían en el examen.

-Iré a conseguir unos libros, nos vemos después.

No espere respuesta alguna solo me di prisa en levantarme y abandonar la mesa de la cafetería en la que nos encontrábamos. Por suerte todos en un instante pasaron de las bromas a ser los más preocupados por el volcán de números y fracciones  que se avecinaba para el día siguiente.

Esa era la ventaja de tener un grupo de amigos como los míos, podían en un  segundo dejar un tema y enseguida perderse en otro, casi no notaban cuando algo andaba mal conmigo y cuando lo hacían preguntaban solo una vez y yo tenía esa maravillosa fortuna de poder cambiarles el tema sin tener que dar explicaciones de mis muy difíciles y complicadas emociones de mierda.

 El examen resulto un éxito, quien nos lo aplico fue el maestro más ‘’buena onda’’ de la escuela y fue prácticamente un examen grupal, nosotros siempre agradecíamos a Dios por ese tipo de situaciones, según Marian, todos los maestros de las prepa deberían ser igual de buena onda y asi habría menos alumnos reprobados.

Como era de costumbre, cada que salíamos temprano de las clases, nos fuimos a el lugar favorito de siempre ‘’McMc’’ era algo asi como un local de videojuegos que casi parecía bar y que también vendía los hot dogs, nachos y toda la comida chatarra más rica que se nos podía ocurrir.

-Lo siento mis amores… –dijo Marian mientras se sentaba de nuevo despues de haber atendido una llamada telefónica

-¿Ahora qué? –soltó Yare

Marian me miro y soltó su sonrisa, esa que suele hacer cada que trama algo y nadie más lo sabe. ¡Yo lo sabia!

-Alex y yo los tendremos que dejar. –dijo

-¿si? –respondí queriendo adoptar un tono desafiante

-Si, asi es chiquita. –decía mientras le daba un último trago a su vaso de refresco y se ponía de pie. –date prisa.

Hice un gesto de derrota y me levante, deje algo de dinero por lo que consumimos y enseguida me despedí de mis amigos, cuando me di cuenta Marian ya estaba cruzando la puerta para abandonar el lugar

-¡Diviértanse¡ -grito Gus.

Solo le agite la mono a modo de despedida y seguí a Marian.

Sabía lo que vería. Cuando vi la cara de mi amiga, su perversa sonrisa de ‘’te tengo una sorpresita y no te imaginas que es’’ sabia a lo que me enfrentaría cuando cruzara esa puerta; un montón de sentimientos, emociones, explosiones, cambios de color, de temperatura, de carácter, todo en un mismo minuto, todo eso ocurriendo dentro de mí, todo eso destrozándome lento y todo eso con el simple hecho de haber decidido seguir los juegos de Marian. Siempre ocurría, no podía decir que no, sabia perfecto que después terminaría hecha un desastre, que seguramente me llevaría horas, días, a veces semanas recuperarme de todo lo que implicaban esas salidas de imprevisto como la de hoy. En el juego que estaba jugando no era una experta y sabia de sobra que llevaba todas las de perder, pero por alguna extraña e inexplicable razón no encontraba dentro de mí las fuerzas necesarias para dejarlo. Me había jurado a mí misma innumerables veces que ya no lo volvería a hacer que ya no debía seguir sintiendo esto, que tenía que ser fuerte y resistir, pero mi razón, mi sentidos, mi mente, mis fuerzas, eran unos miserables que se acobardaban y me abandonaban en esta situación todo el tiempo.

Apenas podía respirar, cada vez estaba más cerca, ya no tenía salida. ¿Por qué me tenía que pasar esto? ¿En qué momento fui tan estúpida y perdí el control? ¡Ya lo recuerdo!

Alex ¿Por que te enamoraste?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora