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Sus piernas dolían. El haber estado recorriendo todos los rincones posibles de Unova a pie lo había dejado agotado, pero no podía detenerse, no con Ingo todavía desaparecido.

Ya había pasado un año desde la última vez que lo vió, o tal vez más, un año en el que Emmet no había dejado de buscarlo. Recorrió todas las vías del metro, interrogó a cualquier persona con las que se encontró y visitó todos los lugares favoritos de su hermano. Pero no había rastro alguno, era como si se hubiera esfumado en el aire.

Sus piernas se sentían débiles y ya sin poder aguantar más se dejó caer a un lado del camino que estaba siguiendo para llegar a la siguiente ciudad. De debajo de su abrigo sacó un mapa y un marcador, comenzando a tachar más zonas en el mapa que, a estas alturas, era ilegible por todas las marcas que Emmet había hecho en él. Eran todos los lugares en los que había buscado, de forma infructuosa, alguna prueba que lo guiará al paradero de su hermano.

A estas alturas no había nadie que no le hubiera dicho ya que se rindiera, que dejara esto en manos de los oficiales y equipos de búsqueda que estaban haciendo lo imposible por encontrar a Ingo.

Pero ellos no entendían, Ingo era su hermano, su otra mitad, sin él estaba incompleto. Ambos eran un equipo y siempre estaban listos para enfrentarse a lo fuera; juntos eran imparables. ¿Pero sin el aquí que le quedaba? Sin siquiera saber si él estaba vivo.

Lo extrañaba, lo quería de regreso. Extrañaba librar emocionantes combates a su lado, guiar todas las operaciones del metro, despertar entre sus brazos antes de iniciar el día y tener citas a escondidas por sus lugares favoritos. Extrañaba la vida que tenían juntos.

¿En dónde estaba? ¿Quién pudo haberlo alejado de él? O aún peor... ¿Por qué se fué? 

Se supone que él solo iba a salir para realizar un último chequeó en las vías del metro, no iba a tardar mucho, o al menos eso había dicho. Que se tratara de un secuestro había sido una posibilidad, pero sin llamadas por un rescate o algo similar terminó por pensar también en la idea de que tal vez Ingo solo... Se hubiera ido por su cuenta.

Pero eso no tenía sentido, no para Emmet. El nunca se hubiera marchado sin él, sin su equipo, maldita sea, ni siquiera había una razón para que él quisiera irse. Aun si su relación se mantenía en secreto, Ingo siempre había dejado en claro su amor por él, en cada beso compartido a puerta cerrada y en cada pequeño roce en público, él siempre le transmitió su amor y afecto. No tendría razón para irse cuando sus sentimientos eran tan fuertes.

Las lágrimas rodaron por sus mejillas, salpicando el mapa que aún sostenía en sus manos. Sentía como si empezará a desmoronarse por completo. Quería aferrarse a la esperanza de que tarde o temprano volverían a encontrarse, pero está débil esperanza que aún ardía en su corazón se iba apagando con cada día que pasaba y no sabía cuánto tiempo podría mantenerla viva.

Aun con la vista nublada por sus lágrimas miró al cielo, había escuchado las antiguas leyendas sobre el pokémon creador de todo, aquel que su presencia se extendía a todos los lugares y todos los tiempos. Nunca antes le había pedido nada, no es como si hubiera deseado algo en particular con la misma fuerza que ahora.

Juntó sus manos y murmuró una débil plegaria a los cielos. Con la esperanza de que aquel que posaba su mirada en todos los seres del mundo pudiera oírlo.

—Por favor Arceus... Devuélveme a mi hermano…

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Esta pareja me consumió por completo, Legend Arceus no es canon Pokémon Masters si.

Este one shot lo escribí hoy para intentar motivarme para seguir escribiendo y acabar mis wips, porque la verdad ya se me juntaron varios.

¡Si les gustó les agradecería que dejasen su voto y su comentario! Bye bye 💖

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