Capítulo Único

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Wei Wuxian sintió su corazón saltar y agitarse con emoción mientras su húmeda nariz sentía la brisa fresca de la noche rozarla. Alzando su hocico al cielo, respiró y disfrutó de la tranquila noche. Tranquila, por ahora.

En unas horas, todos los alfas y omegas mayores de 18 años solteros, tenían que correr en la Carrera del Azar. En donde cada lobo buscaría al mejor alfa para aparearse.

Claro que habían excepciones. No del tipo que elegía no correr (todos los lobos tenían ese impulso por naturaleza) sino que habían quienes no querían una pareja y aunque disfrutaban de la caza, preferían evitar ser atrapados o atrapar a alguien.

Porque omegas también podían atrapar a su alfa. Igualdad de casta, dijeron.

Como sea, Wei Wuxian estaba emocionado. Esta sería su cuarta carrera evitando ser enlazado. Y eso significaba una cosa: ante los ojos del resto de alfas, era una excelente opción como pareja.

Lástima, pobres perros -se burló mentalmente- él no permitiría que eso pasará.

De pronto, sus orejas lobunas se alzaron, al escuchar el crujido de unas hojas secas detrás de él. Sin pensarlo mucho trotó hacia el grupo de lobos que ya estaban en la línea de partida.

No deseaba hablar con nadie antes de correr. No quería a un estúpido lobo endulzándole el oído con promesas.

Sin saberlo, el alfa pura sangre que lo veía, sonrió mentalmente mientras veía al omega (también pura sangre) alejarse de él. Su presa estaría entre sus garras hoy.

La caza estaba por iniciar. Wei Wuxian estaba al frente de la línea de salida, listo para avanzar y correr en los diez minutos de antelación que les daban a los omegas, cuando un lobo enorme, de pelaje perfectamente blanco y ojos dorados se acercó rozando sus colas.

¡¿Qué está...?!

-Corre, luna -susurró para después caminar hacia los otros alfas-

Bufando, agitó su cabeza y regreso su plateada vista al frente. Cuando escucho el aullido del lobo guía para iniciar a correr, sus cuatro pezuñas azotaron el suelo y avanzó hasta que se sintió lo suficiente lejos del grupo de los alfas. Sin embargo, cuando escucho a los alfas aullar porque daban inicio a su persecución, volvió a correr alejándose más, su corazón amenazando con salirse de su pecho.

Entonces, lo escuchó.

Un aullido.

Lo reconocía perfectamente. Era ese lobo. El que le había hablado en la línea de salida y el mismo lobo que llevaba cuatro cazas intentado tomarlo.

Bueno, esta noche tampoco sería de suerte, decidió.

Corrió y corrió, ignorando a los omegas más jóvenes, que jadeando por los nervios o por la inexperiencia, se detenían a descansar de vez en cuando. Aveces, los escuchaba aullar cuando ya se había alejado mucho más. Aullaban por la marca de mordida que recibían al ser tomados.

Sin embargo, él solo se concentraba en llegar a la línea de meta. El territorio GuSu Lan, de los lobos blancos Lan. Los Recesos de Las Nubes.

Estaba a unos cuantos kilómetros de lograrlo, cuando lo escuchó venir detrás de él, entre gruñidos y el ruido de sus fuertes pezuñas golpeando la tierra.

Sonriendo internamente, empezó a correr entre los árboles y enredaderas —que su ágil cuerpo lograba pasar sin rasguño alguno— para poder perder al lobo alfa. Sin embargo, el Lan, simplemente pasaba rompiéndolas como sí el viento se tratara, importándole muy poco los rasguños y heridas que dejaba en su piel por las más largas púas que llegaba a tocar. Eso sólo era muestra del desespero del lobo por atraparlo. Había sido así desde que había fallado en la primera carrera.

~Para Mi El Sol Ya Salió, Y A La Luna Ladró Hoy~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora