Summary:
MC y Phil hicieron un acuerdo hace mucho tiempo. Es momento de hacerlo realidad.
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El aire fresco y el olor a tierra, tan diferente de la ciudad, entró por las fosas nasales de MC.
Los pueblos siempre eran tan distintos de la ciudad. Incluso cuando todavía era un infante, gustó de estos lugares escondidos, casi ignorados por todos, que al final del día, tenían una larga y gran historia que contar. Lo sabía porque estaba implícitamente escondido en cada rincón.
En su memoria todavía estaba guardado como conoció este lugar. Su aventura fue gracias a un mensaje de texto extraño que haría que cualquiera frunciera el ceño y bloqueara al remitente. Sin embargo, prefirió dejarse llevar y poco a poco se adentró en una historia llena de secretos, y como no, un poco de terror, al menos el suficiente para ponerle los pelos de punta.
Duskwood.
Este pueblo que traía consigo tantas memorias, tanto agradables como aquellas que lastimaron profundamente su corazón.
Todo el lugar le expresaba un sentimiento de familiaridad, le daba todo el mérito al esfuerzo genuino de Jessy por mostrarle un rostro diferente de aquel pueblito casi escondido en el mapa. Quizás esa fue la razón por la que lo hizo. Quiso evitar a toda costa que se hiciera una idea equivocada de aquel lugar; Duskwood no era un sitio lleno de muerte, terror o simplemente la sombra de un psicópata que buscaba venganza escudándose detrás de una leyenda; no, Duskwood era mucho más que eso. En cambio, pensaría en las calles teñidas con un ambiente un poco antiguo, prueba fehaciente de que el tiempo transcurre diferente en cada parte del mundo.
Este pueblo le gustó.
Su calidez y novedad, algo nacido de los ojos de un turista, convertían el lugar en una zona interesante, que te inspira a mirar más allá, a querer conocer cada historia que se escondía. Al menos, así lo sentía.
Por supuesto, hay lugares que llamaban más que otros y MC tenía claro cuál era el sitio que más captaba toda su atención.
Más que el lugar por sí mismo, se trataba más bien de la compañía que allí recibiría.
MC observó el frente del bar Aurora, muy diferente a lo que su mente inquieta, y por qué no, llena de algunos prejuicios, se imaginó.
Poseía un estilo moderno que no perdía el encanto pueblerino. Las paredes hechas de grafito, de un acogedor tono caoba, que se notó, habían sido refrescadas no hace mucho. Un gran cartel con luces de neón que dejaba bien en claro el nombre del sitio.
Sonrió.
Entró sin dudarlo. Dentro, podía sentir el ligero olor a alcohol que de vez en cuando era eclipsado por el de la lavanda.
La música estaba a un tono disfrutable. Jazz. Un género que no le gustaba del todo, aunque la voz de aquella mujer le hizo replantearse la idea.
Entró con lentitud. Su mirada recorriendo cada esquina, memorizando cada ínfimo detalle en su mente, como si eso fuese algo fructífero. Las botas que vestía hacían crujir la madera en cada paso que daba. Aunque eso no bastó para llamar la atención de los demás. La música servía como el perfecto distrayente.
