¡Joder!
Entró al recinto con sumo cuidado, cerciorandose de no llamar tanto la atención, cosa casi imposible, pensó, ella era torpe por naturaleza sinceramente. Sentía el corazón retumbando fuerte dentro de sí, le habían prohibido asistir pero no podía evitarlo. Silencio, solo el palpitar dentro y uno que otro murmullo de los asistentes. Tragó con dificultad, titubeando en su siguiente paso. Algo dentro - que aún no comprendía o no quería entender - la había guiado hasta aquel lugar.
Miró alrededor, posando sus ojos oscuros en todo el público reunido en aquel pequeño recinto. Caminó con cautela entre el pasillo que hacían los asientos de las gradas de cemento, debía tener cuidado para no ser vista. Con el corazón casi saliendo y el nerviosismo característico de ella, caminó con prisa buscando un lugar vacío que pudiese ocultarla entre tanta gente. No miró a nadie. Deseando pasar desapercibida.
Habría problemas si así pasara y era lo último que buscaba aquella tarde. Un descuido y todo se complicaría.Ella lo sabía. Se acomodó la sudadera que llevaba, lo suficientemente ancha para aparentar entre tanta gente, colocó la capucha sobre la cabeza, intentando cubrirse un poco el rostro al andar. Agradecía tener el cabello largo, eso lo hacía más sencillo.
Solo quedaban dos miembros del equipo en contienda. Y sabía exactamente quienes eran.
Miró hacia el frente, hacia donde todas las miradas del público se dirigían. El centro de todo aquel recinto. Dos figuras se mantenían ahí de pie.Dos mujeres con el uniforme característico de tiro con arco. Camisa de manga larga color turquesa, un pantalón deportivo negro y un cinturón cruzado en su pecho.
La más alta era la primera en lanzar. Su cabello lacio, largo y oscuro, caía sobre su espalda, sujeto en una coleta como una total profesional. Su concentración hacía que el público en la zona se tensara con impresión y admiración al mismo tiempo. Sin duda alguna, la mejor tiradora de arco en toda la universidad.Aquella joven sostuvo el arco negro entre las manos y colocó la flecha roja en él. Con la tranquilidad característica que poseía y la seriedad reflejada en su semblante, como si nada en el mundo la perturbara, tomó aire y se posicionó para lanzar.
Erguida en sus casi 170 centímetros, inmóvil casi en su posición, lanzó con rapidez. La flecha entró en la zona, 9 puntos en un tiro por poco acercado a la perfección, pero la joven tiradora ni siquiera hizo un gesto de aprobación o disgusto, ni una sonrisa o pizca de ella. La frialdad reflejada en su hermoso rostro era casi palpable. Ningún sentimiento, ni siquiera en sus ojos negros que a veces podían traicionarla en sus emociones.
No pudo alejar los ojos de la tiradora, a penas y pudo evitar tropezar con los escalones. Torpe, se gritó internamente. Obligándose a recordar como caminar.
La tiradoradora dio un paso atrás. Solo mirando la flecha en el tablero.
No cambió su semblante. No se inmutó y si no la conociera como la conocía ella, aquel tiro parecería algo sin importancia, pero no era así. La conocía lo bastante para asegurar que estaba enfadada por fallar.Nadie aplaudió, no, nadie tenía permitido aplaudirle por un 9. Tzuyu no permitiría que así fuera. Se quedó ahí, sosteniendo su arco, su figura inconfundible, deportiva por el ejercicio de condicionamiento que hacía además de tiro. Delgada y proporcionada, aunque nada que llamara la atención más de lo decentemente adecuado, solo unas piernas formadas y largas. Vientre plano. Además de su sonrisa aniñada y tímida cuando decidía sonreír.
Impresionantemente atractiva que casi robaba el alma en un suspiro.
Fue entonces turno de la contrincante, la otra joven ahí en el centro del espectáculo, dio un paso al frente en el punto exacto para tirar, sostuvo su arco, azul y brillante.Sonrió cuando la gente le aplaudió, una sonrisa coqueta y divertida, usada casi siempre para salirse con la suya, y vaya que lo hacía.
Y aunque quisiese, no podía apartar su vista para concentrarse en su caminar torpe, los ojos de aquella tiradora eran su perdición. Sus ojos se hacían pequeños con aquella sonrisa, las mejillas ligeramente rellenas y sonrojadas, un par de ojos negros a tono con su cabello lacio atado en una coleta, el sol golpeó alto y aquella tiradora no pudo evitar mirar hacia el cielo, su piel blanca casi traslúcida podía quemarse. No borró la ligera sonrisa y respiró con tranquilidad, sin rastro de nerviosismo o tensión, se preparó para lanzar. Un metro con sesenta centímetros de altura quizá. Complexión delgada y completamente alucinante. Deportiva y un tanto curvulinea a simple vista. Suspiró. Aquella tiradora era bastante atractiva. Demasiado y ahora era el centro de atención, no había duda de su atractivo y delicadeza en cada acto, perfecta y competitiva sin duda alguna.
Miró como Kim Dahyun preparó y lanzó en cuanto apuntó al objetivo, fugaz y certero. Así era ella.
La gente suspiró. 9 puntos y entonces Dahyun les sonrió como si fuera el mejor logro de su vida. Levantó las manos como si fuese la ganadora de todo, aunque aquel juego estaba empezando. El público aplaudió y ella sonrió, haciendo una reverencia en agradecimiento.Tzuyu dio un paso al frente, como si aquel acto de Kim Dahyun no hubiese acontecido. Se preparó para volver a lanzar.
Silencio corto y tenso.
La diferencia era abismal entre ambas jugadoras - y no por la destreza en el juego, o puntuación- ellas eran dos grandes potencias que no podían mezclarse, increíblemente atractivas, dos titanes dispuestas a arriesgar todo por conseguir lo que deseaban y seguramente así lo hacían.
-Minatozaki -dijeron a un costado de Sana y no pudo evitar dar un salto de la impresión, casi vuelve a tropezar al escuchar su apellido. Torpe, se recordó. Su apellido no era muy común y no había duda alguna que la estaban llamando.
Su corazón retumbaba con fuerza más de lo común pero logró controlar el nerviosismo creciente. Miró a la persona que la llamaba entre tanta gente y sonrió.Un asiento vacío estaba ahí junto aquella chica de cabello característico. Sana se acercó con su sonrisa delicada y coqueta. Asintió y tomó asiento. No había podido ocultarse de todos ciertamente. Mina la distinguiría en cualquier lado.
Estuvo por hablar con su mejor amiga pero un suspiro colectivo casi sordo llenó el lugar.Silencio después.
Giró con prisa, hacía aquel duelo que se estaba jugando. Miró el tablero de Tzuyu.
7 puntos. Joder. ¿Se habría dado cuenta?.
Tragó nerviosa entonces y se atrevió a mirar a la lanzadora.
Error.
Tzuyu se mantuvo inmóvil en su lugar, ninguna emoción reflejada, dio un paso hacia atrás y fugazmente sus ojos la miraron, solo en una fracción de segundos para después volver a su tablero.
Sí, se contestó.
Joder, joder. La había visto.
La sonrisa de Sana desapareció.
Dahyun dio un paso al frente y Sana no pudo evitar mirarla también.
Dahyun parecía haber borrado toda sonrisa amable al público, su frente se arrugaba con ligereza. Tomó una flecha y se posicionó, giró un poco su cabeza y sin ningún disimulo, miró a Sana. Sus ojos se encontraron con los de ella, profundamente y Sana no pudo sino contener el aliento por aquella mirada. De verdad la miraba.
Tragó con pánico interno y esperó ante aquellos ojos.
Dahyun desvió su vista al tablero después de un gran lapso de tiempo que a Sana le pareció interminable. Lanzó la flecha que sostenía en el arco. Silencio absoluto.
6 puntos.
Joder, se repitió internamente.
Sana cerró los ojos y se llevó una mano al rostro. Realmente se había metido en problemas.
--------
A. A
Bueno, comenzando con esta historia que he estado escribiendo y que la tengo completa. Solo porque no encuentro Fanfic Saida y tengo muchísimos one-shot que estaré publicando. También au social.
Capítulos cortos. Actualización todos los sábados.
ESTÁS LEYENDO
Arrow
FanfictionSana y Dahyun son vecinas desde hace un largo tiempo. La emoción que siente cada que ve a la más joven es indescriptible, un abrazo es lo único en lo que puede pensar cada vez que la mira. Tiro con arco, un par de besos, tres o cuatro flechas erróne...