Capítulo único

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Sirius recuerda perfectamente la primera vez que compartieron ese sillón.

Estaban en primer año y acababan de volver de vacaciones de invierno, se despertó alterado porque había tenido una pesadilla, de nuevo, como todas las noches desde que volvió del número 12 de Grimmauld Place.

El pelinegro se levantó de su cama y se dirigió al baño para lavarse su cara, pero entonces se percató de algo... Había una cama vacía.

Se quedó observando detenidamente, eran las 4 de la mañana, ¿Qué haría su amigo fuera de la cama? Y entonces, sin pensarlo dos veces tomo su sudadera y se la pasó por la cabeza, ni siquiera se molestó en despertar a sus otros dos amigos que dormían plácidamente en su cama.

Bajó a la sala común lentamente y entonces lo vio, estaba sentado leyendo cerca de la chimenea, la luz que emitía el fuego le permitía apreciar las delicadas facciones de su amigo, se veía tan cómodo... No supo cuánto tiempo se le quedó viendo, de hecho, solo reaccionó cuando...

- ¿Sirius?

Sacudió la cabeza.

- ¡Remus! - Dijo un poco más alto de lo que planeaba. - Estaba por ir a buscarte, ¿Qué haces despierto a esta hora?

- Oh, no podía dormir, así que bajé a leer. - Dijo levantando su libro y meneando levemente la muñeca. - ¿Tú qué haces despierto?

- ¡Oh! Yo ammm. - Dijo moviéndose nervioso, no quería hablarle de sus pesadillas, no quería mostrarse vulnerable. - No es importante.

- Creo que cualquier cosa que no te deje dormir es importante, ¿Quieres sentarte y contarme? - Preguntó mientras se hacía a un lado y palmeaba al sillón, justo al lado de él.

Sirius lo pensó, iba a negarse, pero no quería ir a dormir, y hablar con Remus no parecía una mala idea, así que solo asintió y se sentó junto a él.

Eran pequeños, tan solo estaban en primero, y el sillón era bastante amplio a pesar de ser individual, así que estuvieron cómodos, y hablaron.

Y hablaron...

Y hablaron...

Y Sirius se dio cuenta de que Remus era bueno escuchando, y lo disfrutó mucho.

Desde ese día cada que tenía una pesadilla solo iba a la sala común, muchas veces no era necesario hablar, solo se sentaba junto a Remus mientras él le leía.

Y crecieron...

Y ese siguió siendo su lugar, ya no solo en las noches, sino cuando estaban hablando con sus amigos, cuando hacían tarea, cuando llegaba de sus partidos de Quidditch para descansar...

Ese era su sillón, a pesar de que habían crecido tanto que apenas cabían.

Cuando se sentaban estaban casi uno encima del otro, pero eso no les molestaba, de hecho, Sirius no lo preferiría de ninguna otra forma.

Y así siguieron, todos los días, por meses y años, Remus se sentaba a leer y entonces Sirius llegaba con él, y Remus jugaba con su cabello, o Sirius dormía en su hombro, o sus manos se rozaban, y joder, Sirius no sabía porqué, pero amaba eso.

Pero entonces llegó el fatídico día.

Sirius llegaba emocionado de su práctica de Quidditch para contarle a Moony cómo le había ido, y entonces lo vio.

Ahí estaba, en su sillón.

Pero no estaba solo.

Ese sillón es mío... Y él también. (Wolfstar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora