Ha pasado mucho tiempo desde esos días, esa etapa de mi vida... pero la recuerdo como si hubiera sido ayer. Recuerdo que tenía miedo, mucho miedo. ¿Cómo estaría listo para comenzar a decidir por sí mismo? Mi madre me elogiaba, pero gracias a eso ella se sentía totalmente orgullosa de mí y afortunada en mi lugar. Bueno, ya que el turno matutino siempre ha sido el turno más solicitado todo el tiempo...
― ¡Señoras y señores, guarden la calma! –Decían los maestros al mismo tiempo, como si se tratara de algún tipo de coro. – ¡Solucionaremos esto en un momento!
Padres, madres, abuelas, tíos; parientes de varios niños que aún estaban en la lista de espera de admisión a la escuela exigían atención, pues parecía ser que los cuatro grupos disponibles de la mañana estaban agotados, a excepción de uno de los puestos.
― ¡Mi hijo es quien debe de estar en ese puesto! –Insistió una mujer mientras los demás la observaban con rabia. –Él siempre está listo para estudiar –justificó.
― ¡Claro que no! Mi nieto es quien debe de entrar –agregó un anciano molesto al mismo tiempo que alzaba su bastón.
Era toda una anarquía. Debían hacer algo y, para ser sinceros, un sólo puesto para más de cincuenta niños... era bastante difícil tomar aquella decisión sin que el resto se sintiera ofendido o molesto. Por ello, los maestros y directores de la escuela, llegaron a la decisión de sortear aquel dichoso puesto.
― ¡De acuerdo! –Un maestro con un altavoz llamó la atención de todos. –La situación es esta: tenemos un sólo puesto y aquí hay más de cincuenta niños en espera, así que, para ser justos, sortearemos el puesto. Entendemos que cada uno de ustedes tienen justificaciones diferentes para que sus hijos entren, es por eso que recurriremos a esta solución. Les pediremos, por favor, el debido respeto al ganador.
Una vez fue dicho esto, un silencio pesado cayó sobre esa explanada escolar. Mi madre hizo un gesto con desánimo al escuchar la palabra "sorteo", pues nuestra familia siempre tenía muy mala suerte en éste tipo de cosas. Esta vez consistiría en meter números escritos en un pedazo de papel dentro de una caja y, entre ellos, el número ganador.
Cuando terminaron de llenar la caja con esos papeles, procuraron que pasara por cada uno de los presentes en orden, pero se salió de control en cuanto todos comenzaron a zarandear la caja de un lado para otro. Juraría que parecían animales hambrientos. En cambio, mi madre sólo miró perpleja la escena de caos.
―Creo que... ya no gané –murmuró mi madre angustiada.
Pasaron los minutos y, al final, sólo quedaron dos papeles. A mi madre no le quedaba de otra más que tomar uno de ellos. Era totalmente obvio que ella no ganaría.
Uno de los maestros llamó la atención al frente de todos para finalmente anunciar el número ganador. La mirada todos reflejaba impaciencia y ansias, a excepción de la de mi madre, la de ella brillaba.
―El número ganador es... –Habló el maestro dejando un leve suspenso mientras leía el papel. –1054.
Mi madre, desanimada, desarrugó el papel que tenía en manos para mirarlo y, de un segundo a otro, la sorpresa le dibujó una sonrisa en los labios
Ella había ganado el sorteo, y yo había me había quedado con el puesto.
Vaya suerte la de ella, ¿verdad?
― ¡Yo gané! –Gritó mi mamá sonriendo ampliamente al mismo tiempo que pasaba por entre la gente para llegar al frente. – ¡Gané!
Ella estaba emocionada.

ESTÁS LEYENDO
El¨dulce¨recuerdo de mi niñez
AventuraLa dramática y peculiar historia de como un niño de apenas 5 años de edad se enfrenta a la fría realidad que la vida le tiene preparada para convertirse en adolescente, Por algún motivo el tendrá sufrirla desde tan temprana edad. Por ello el simple...