Hora cero

3 2 0
                                    

Y ahí estaba yo, de noche, corriendo por mi vida, por la carretera que daba al mar, descalza, huyendo lo más rápido que podía de ellos, me habían seguido desde la isla con las lanchas, tendría un poco más de tiempo si me perseguían ahora a pie, al igual que yo.

Pero mi mala suerte me perseguía incluso en esta vida, y escuche como en la playa se empezaban a arrancar unos motores, lo que significaba que se habían traído las motos en las lanchas. Mierda, en breve me darían alcance, no podía arriesgarme a volver, si volvía sucedería como la última vez, y la anterior, y la anterior así como la primera vez, a padre le divertía mucho verme sufrir de ese modo. A mi derecha se encontraba el acantilado que daba al mar, a mi izquierda se alzaba un pequeño monte boscoso bastante elevado, frente a mí, la carretera que rodeaba el monte, hasta la ciudad donde podría robar un vehículo y escaparme, huir de este final inevitable si me daba prisa incluso podría llegar a esa ciudad. Escuché los rugidos de las motos detrás de mí, mierda, no me daría tiempo.

Hice algo tremendamente estúpido a la desesperada, salté el quitamiedos y me adentré en el bosque de pinos, empecé a ascender, si no podía rodearla para llegar a la ciudad, la atravesaría. Ahora iba más lenta, maravilloso, y es que al ir descalza iba pisando piedras y aciculas de pino mientras corría. ¿Lo bueno? Ya no escuchaba las motos ¿Lo malo? Ahora me perseguían a pie y ellos llevaban linternas.

La luna, el único foco de luz que utilizaba, se cubrió de nubes, y sus linternas hacían que no se me acostumbrarán bien los ojos a la oscuridad. Al menos ahora sabía que llevaban a un dios o una diosa de la luna. Casi me hacen volverse y entregarme por eso, tanto esfuerzo sólo por mí, con el riesgo de que ese manifiesto de poderes lo detectará padre Pero no gracias, prefiero vivir, estoy bien sin participar en esta guerra, podéis llamarme traidor si queréis como tantas otras veces lo habéis hecho.

Mire hacia arriba mientras corría entre los árboles ascendiendo, me quedaba tan solo un kilómetro hasta la zona matorral dónde podría perderlos, y con suerte habría un río, con suficiente profundidad y caudal para cruzarlo y despistarlos. Me tomé el lujo de mirar atrás solo para ver el grupo que me perseguía, eran unas 5 personas, pude distinguir a la persona que iba en cabeza y más cerca de mi en cuanto bajo un poco su linterna, mi hermano mayor. Ahora sí, piernas no me fallen porque como este hermano mío utilice sus poderes divinos estoy bien jodida, no, no , no, no, no ni de broma, no me atrapará, lo conseguiré Pero joder que miedo daba ahora, si ya de normal daba miedo, ahora corriendo tras de mi más. Empecé a correr más deprisa chocándome con los árboles que me rasgaban mi ropa, ignorando el dolor de mis pies.

Yo no pedí esto, está ya no es mi guerra, ni siquiera pedí seguir viviendo, seguir luchando ahora había recuperado mis recuerdos, todos de golpe, y no había sido para nada bonito, mucho menos recordar muerte tras muerte, tras muerte, no gracias, no me necesitan.

Ya escuchaba sus pasos por encima de los míos, debían estar muy cerca pero no miré atrás porque iba a gritar de miedo si veía más cerca de mi hermano. ¿Debería usar mis poderes y arriesgarme a que me encuentre padre?

Para mi suerte no me dio tiempo a contestarme a mi misma, delante de mí distinguí entre la oscuridad una pared de roca con una fisura entre medias lo suficientemente grande como para que yo entrará, pero mis perseguidores no.

Me deslicé entre la griega y según avanzando de forma lateral hasta una curva que había, ahí me paré y me agazapé por si acaso, los sonidos cesaron, no me seguían. Escuché ahora la voz de mi hermano pequeño dar órdenes de ir por el otro lado, rodear esta especie de lobera, y esperarme y buscarme en la zona matorral. Bien mi hermano mayor podría mover aquellas rocas, pero no podría arriesgarse a que padre lo detectará, sabiendo que es uno de los blancos principales.

Cambié por casi décima vez en esa noche el plan de fuga, volví sobre mis pasos ahora más tranquila, no me encontraría a nadie. Aun así, me asomé con cautela a través de la grieta y no vi a nadie, ahora sin las linternas podría ver mejor, se me adaptarían los ojos a la oscuridad.

Anduve de vuelta a la carretera tardando aproximadamente media hora. Cuando salí del bosque me encontré al lado del asfalto, en la linde del bosque, las cuatro motos que se habían traído, con las llaves puestas, dejadas allí de manera apresurada para ir a por mí. Casi me daba pena hacer lo que iba a hacer, casi. Tomé las motos una por una, dejando tan sólo una de las motos para usarla yo, y las tiré por el borde de la carretera, al mar, mi hermoso reino Ahora con más basura que agua, con plástico en las olas, con secretos que ya no puede contar, siendo privado de la vida poco a poco. Tiempo atrás di mi vida por él, pero esta vez y una vez más, le daría la espalda.

Me subí a la última moto con gran esfuerzo por mi pequeño tamaño de una niña de 12 años. Giré la llave y la arranqué. Esta vez no moriré, esta vez no, me dije a mi misma mirando al frente.

En el momento en que empecé a conducir, en la linde del bosque salió corriendo mi querido hermanito. Miré al frente ignorándolo, iba sólo, pero no me quedaría a intentar charlar con él, intentar que entrará en razón. Cobré velocidad y no miré atrás, lo único que oí fue a mi hermano gritando mi nombre con pánico y desesperación.

-¡¡Poseidón!!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 15, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Guerra OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora