En aquella sala de madera totalmente vacía y deteriorada donde solo la luz de la luna que entraba por los agujeros del techo iluminaba el lugar.
—¿Viste un fantasma? Ray? ¿Por qué estas tan asustada?
Una joven rubia de largo cabello y ojos celestes ahora mismo tenía en frente a alguien exactamente igual a ella. La pequeña diferencia entre ambas jóvenes era que una estaba totalmente aterrada y horrorizada en aquel suelo lleno de mugre y polvo mientras que la otra mujer disfrutaba de aquella vista, de pie y con su ropa totalmente limpia.
La única marca de imperfección de la hermosa rubia que se encontraba de pie eran manchas rojas en su mano derecha, esta misma sostenía con firmeza un cuchillo bastante grande con las mismas imperfecciones.
—¿¡Qué es lo que estás haciendo, Adarza!?
Preguntó la mujer en el suelo, levantándose de manera lenta y temerosa, sus piernas no dejaban de temblar por el miedo que sentía.
—¿Yo? Bueno, estoy de pie. Creo que eso es bastante obvió, niña tonta.
Respondió la joven manchada observando a aquella sucia joven tirada en el suelo, está última arrugó su frente al escucharla, no le parecía graciosa su respuesta a diferencia de su contrario, quien se cubrió la boca para evitar reírse.
Adarza tardó unos segundos en calmarse, dirigiendo su mirada a una tercera joven tirada en el suelo boca abajo dentro de aquella sala vacía, la otra chica era una mujer de tez blanca y fina, con una larga cabellera negra y llevaba puesta ropa casual: Unos jeans azules y una camiseta negra.
—Pff ¿Cómo duermes en una situación como esta? —preguntó Adarza con un tono burlesco mientras que su mirada regresó a la otra rubia de ojos azules —¿no crees que es algo extraño, Ray? Nosotras no podríamos dormir en un suelo tan incómodo.
Rachel tragó saliva, evitando responder a aquella pregunta, no era necesario responder y en su mente sólo podía preguntarse que es lo que estaba pasando.
Adarza sacó del bolsillo de su short corto de color gris un pequeño objeto ovalado de metal, exponiéndolo a Rachel.
—Aclararé tus dudas, Ray, no estamos dentro del espejo, pero ya debes haberte dado cuenta. —Adarza río para luego guardar aquel objeto ovalado dentro de su chaqueta celeste. —y sobre Jazmín, bueno, la traje por que era necesario.
—¿Necesario? —preguntó Rachel a la chica igual a ella, no entendía nada.
—Oh, si, muy muy necesario. Necesitaba algo de sangre para poder salir del espejo y mira, ella amablemente donó parte de su sangre.
Aunque la donación había sido de forma forzosa, Adarza pudo conseguir la sangre de la compañera de estudios de Rachel luego de robar el cuerpo a la última durante algunas horas. Usando su cuerpo habría engañado a Jazmín y consiguió llevarla a una pequeña cabaña dentro del bosque, perteneciente a los abuelos de la mujer "Dormida" en el suelo.
—¿Qué le hiciste? ¿¡Qué estamos haciendo aquí!?
Rachel perdió la compostura, imaginando lo que había sucedido, el cuchillo en la mano de Adarza y aquellas manchas rojas le daban algo de sentido a "obtener" un poco de su sangre.
—¡Ponle cabeza! No voy a tomarme la molestia de explicarte todo, no eres una niña de 5 años aprendiendo a sumar—
Adarza frunció su ceño de forma leve, pateando el cuerpo de Jazmín desde un costado para dejarla boca arriba, dándole la última pieza del pequeño rompecabezas a Rachel.
La garganta de Jazmín estaba abierta, era obvio que había muerto y la responsable de tal atrocidad no podría ser nadie más que la dueña de la única arma blanca en esta habitación.
Rachel estaba horrorizada, su estómago comenzó a doler y su cuerpo parecía volverse piedra, quedó totalmente paralizada, lo único que pudo hacer fue vomitar ¿Qué más podría hacer alguien al ver algo tan brutal y grotesco
—awww~ pobre de ti, Ray, el sabor del vomito es horrible y sobre Jazmín, no te preocupes, no le dolió... mucho
—¿¡Por qué la mataste!?
Preguntó Rachel de forma desesperada hacia Adarza, su voz era temblorosa y aún no había terminado de limpiar el horrible sabor a vomito y bilis de sus labios con su ante brazo.
—ooh ¡Muy simple! —respondió Adarza con una gran sonrisa, lanzando su cuchillo al aire, este dio algunas vueltas y cuando cayó, su dueño volvió a atraparlo para empezar la explicación —Necesitaba sangre para salir del espejo, como dije anteriormente, aunque ¿no te parece raro que tengamos la misma ropa?
Preguntó a la joven mientras que estiraba su ropa de forma suave, teniendo cuidado de no manchar su camiseta, la cual era totalmente blanca. Sobre esta había una chaqueta deportiva color celeste con su cierre abierto y en la parte inferior de su cuerpo un pantalón gris corto.
—Incluso nuestra ropa es igual ¿no te parece divertido?
Rachel no veía nada de divertido en lo que Adarza decía, solo podía ver a una asesina frente a ella, Adarza la había utilizado para salir de aquel espejo, Al fin se había dado cuenta.
El ser que encontró en ese pequeño espejo, con el que tanto se divirtió y que le hizo pensar que al fin alguien aparte de su hermana la apoyaría, solo estuvo utilizándola.
Las lágrimas empezaron a correr por las mejillas de la joven, observando como Adarza pisaba el cuerpo de quien alguna vez fue su compañera de clases
—Eres un ser horrible — dijo Ray entre sollozos, la rubia con el cuchillo fingió haberse ofendido, llevando su mano libre hacia su pecho.
—algunas frases pueden cortar... ¡lo demostraré metiéndote una frase por la garganta!
La sonrisa de Adarza se volvió aterradora, corriendo hacia Rachel, lista para atravesar su cuello y matarla. Ray no supo como reaccionar, todo pasaba muy rápido.
Estaba a punto de ser asesinada.