Second

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[ ... ]

❝ Pero tú, esa sonrisa es tan cruel.

No debería haber visto tus mejillas.

En realidad, lo que es realmente peligroso,

Solo tú los tienes.❞

[ ... ]

Su segunda cita con el rubio fue bastante interesante, por no decir un poco movida para Hyunjin.

Para entender mejor, el coreano había ido alrededor de cinco veces a buscar a su primo para poder ver a Seungmin, con la simple excusa de "no tengo nada que hacer" y "no te preocupes, tía, me queda de pasada", pero no fue hasta la sexta vez que le pidió salir para conocerse mejor, cosa que el rubio aceptó feliz.

Desde su primera cita, habían pasado unas dos semanas y media y en ella se habían compartido los números de teléfono. Según Seungmin, así era más fácil arreglar para verse, sin necesidad de meterle algún pretexto tanto a él como a su tía.

Volviendo a su última cita, ambos habían ido a un parque de diversiones a las afueras de la ciudad. Ambos se estaban divirtiendo, pues habían pasado una hora subiendo y bajando al mismo juego, entraron tres veces a los autos chocadores y a los de carrera, fueron a comer y estuvieron caminando y sacando fotos.

Ya eran las cuatro de la tarde y el parque estaba repleto. Por donde se busque, todos los juegos iban a tener fila de hasta quince minutos, pero no querían irse aún.

"Vamos a la montaña rusa, está casi vacía." Comentó Seungmin sonriendo, mientras agarraba de la manga a Hyunjin y se dirigía a la fila para dicho juego, o tortura medieval, como la había nombrado Hwang.

"¿Estás seguro? Creo que en las tacitas ya no hay tanta gente." Pronunció Hyunjin tratando de sonar casual y evitar transmitirle su miedo al mayor. El australiano lo miró con una sonrisa gigante, mostrando su, hasta ahora, invisible hoyuelo y asintiendo como niño de seis años. Lee olvidó todo al ver el pequeño hueco que se le hizo en la mejilla. Seungmin era realmente la persona más hermosa que había conocido en su vida.

No fue hasta que estuvieron subiendo la atracción que Hyunjin volvió a la realidad. Cerró fuerte los ojos y trató de calmarse. Todo iba a estar bien. Al carrito caer por los raíles, soltó un grito y se aferró fuertemente al brazo de Seungmin, quien reía y gritaba de emoción.

Al salir del juego, el castaño apenas podía mantenerse en pie.

"Jin, ¿te sientes bien? Estás un poco pálido." El rubio lo ayudó a sentarse en una de los bancos que estaban cerca.

"Si, si, solo necesito recuperarme, no soy fan de las alturas." pronunció despacio. Seungmin abrió su boca, formando una gran 'O'. En sus ojos se veía la preocupación.

"Me hubieras dicho antes, así íbamos a las tacitas." Dijo con un pequeño puchero en los labios.

"Te veías muy emocionado de subir, y digamos que esa arma letal tuya no me dejó embobado."

"¿Cual arma?" Preguntó, muy confundido.

"Tu sonrisa junto ese tonto hoyuelo."

[ ... ]

Ya estaba anocheciendo y ambos chicos seguían caminando por el lugar, con la diferencia de que había un nuevo integrante a su cita y ese era Teddy, el pequeño oso de peluche que Seungmin ganó para Hyunjin en forma de disculpa por lo de la montaña rusa.

"Vayamos a ese." Comentó Hwang, señalando ni más ni menos que la noria del parque, que a estas horas era iluminada por muchas luces de colores.

"¿Seguro? Sabes que no tenés porque hacerlo, no hay que arriesgarnos a que te pongas mal." Su voz salió con notoria preocupación, pero el menor solo asintió y lo llevó a la fila.

Una vez dentro de la pequeña góndola en forma de globo, se sentaron juntos y hablaron un poco sobre sus vidas. Al momento de empezar a girar, Hyunjin se asustó, pero nada que las caricias de Seungmin en su brazo no puedan calmar.

"La vista es realmente hermosa." Pronunció el coreano con brillos en sus ojos. "Jamás había visto la ciudad desde este punto."

Seungmin lo notaba demasiado feliz, así que solo asintió a lo dicho por el contrario con una sonrisa y colocó su brazo alrededor de los hombros del menor, atrayéndolo más cerca. Por reflejo, Hyunjin apoyó su cabeza en el rubio, respirando su suave colonia, provocando cosquillas al mayor y, por ende, esa risa que tan loco lo había vuelto en las últimas ocho semanas.

Las dos vueltas que le siguieron a esa fueron acompañadas con pequeñas charlas, tontas bromas de Hyunjin y una que otra caricia de parte de Seungmin. Al bajar del juego decidieron volver a casa, yendo primero a la casa del menor.

"Realmente no era necesario que ganes el peluche, gastaste mucha plata." Lo regañó con un pequeño puchero.

"Puede que tengas razón, pero yo quería regalártelo." Sonrió el mayor, mostrándole su hoyuelo.

"Deja de embobarme con tu linda sonrisa." Rió Hyunjin, tratando de abrir la puerta de su departamento.

"¿Es mi culpa ser tan encantador?"

"Si, lo es. Es tu culpa que..." Iba a seguir hablando pero un pequeño maullo se escuchó y seguido de eso una cálida sensación se hizo presente en la parte baja de su pierna.

"Es Kkami, pero aún no se acostumbra mucho a casa. A veces muerde." Sonrió, para dirigir su vista al rubio, quien tenía a su gato en brazos, sin ninguna lastimadura. "¿Cómo hiciste eso?" Preguntó realmente en estado de shock.

"Creo que le agrado." Respondió el mayor con una sonrisa.

Luego de estar un rato jugando con el animal, Seungmin decidió que ya era tarde y que debía irse, cosa que Hyunjin terminó aceptando y se despidió del australiano para luego entrar a su casa con Dori en sus brazos.

"Estoy segurísimo que ya tienen nuevo padre." Le habló el castaño a sus gatos, quienes dormían tranquilamente en el sillón, importándoles nada lo que su dueño había dicho. "Un perro se alegraría de esto." Suspiró y se ganó una nueva mordida de Kkami.

 適應 ◗ Dimple  ❞  ( ✓ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora